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El 12 de noviembre de 1863 fue asesinado cobarde y sanguinariamente el general Angel Vicente Peñaloza

Entre abril y mayo de 1863, la insurrección montonera se expande en el interior cansados de la dominación mitrista despótica y arbitraria y se han propuesto hacer justicia. 
El Chacho convoca a sus montoneros: “La Patria nos llama de nuevo a afianzar en nuestras provincias el imperio de la ley y las sabias instituciones que surgieron el gran día del pensamiento de mayo y se establecieron en Caseros bajo la noble dirección del héroe de Entre Ríos, Capitán General Urquiza. El viejo soldado de la patria os llama en nombre de la ley y la Nación entera para combatir y hacer desaparecer los males que aquejan a nuestra patria y para repeler con vuestros nobles esfuerzos a sus tiranos opresores”.
En mayo, es derrotado en Lomas Blancas, reagrupando sus fuerzas en Cosquín. Desde allí, reclama el apoyo de Urquiza, pues Entre Ríos es la única provincia con poder económico suficiente como para aprovisionar a sus fuerzas y enfrentar, con alguna posibilidad, al poderoso ejército porteño: “Me he puesto a la cabeza del movimiento de libertad, igual al que usted hizo el primero de mayo (de 1851), en esa heroica provincia contra la tiranía de Rosas… Este movimiento es contra otra tiranía peor que la de Rosas… Me dirijo a usted para ponerme a sus órdenes seguro de que aprobará mi conducta”.
Poco después, ahora que controla Córdoba, le vuelve a escribir: “… Nada falta sino que V.E. monte a caballo para concluir definitivamente la obra de reconquistar nuestros derechos y libertades”. Y agrega: “Nuestro elemento más necesario y escaso son las armas”. Pero el apoyo de Entre Ríos no llega. Urquiza se preocupa cada vez más por sus negocios y ellos lo llevan a conciliar con la oligarquía porteña, traicionando a los pueblos provincianos.
El 28 de junio de 1863, las fuerzas de Sandes y Paunero derrotan a El Chacho en “Las Playas”. El 30 de octubre es derrotado, otra vez, en “Caucete”. Se repliega, entonces, hacia Olta, en su provincia natal.
El 10 de noviembre, le envía su última carta a Urquiza, ya desesperado, donde le reclama apoyo o en su defecto, abandonará la lucha: “Después de repetidas veces, no he conseguido contestación alguna… En medio de esta azarosa y desigual lucha nada me desalienta… (pues) cuanto he hecho ha sido fundado en antecedentes que V.E. me ha dado… (pero) si V.E. me dirige una contestación terminante y pronta… y si en ella se negase a lo que nos hemos propuesto, tomaré el partido de abandonar la situación… Mis hombres irán conmigo con gusto a mendigar el pan del extranjero, antes que poner la garganta en la cuchilla del enemigo”.
El 12 de noviembre, El Chacho se rinde ante un jefe mitrista, entregando su puñal, pero es lanceado por el coronel Pablo Irrazábal, y luego, baleado y degollado.
Poco después, como ejemplo de “civilización”, la cabeza del Chacho cuelga de una pica, en la plaza de Olta.
Sarmiento le escribe a Mitre: “He aplaudido la medida precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses”.
José Hernández, por su parte, afirma: “Los salvajes unitarios están de fiesta. El General Peñaloza, el hombre ennoblecido por su inagotable patriotismo… ha sido cosido en su propio lecho, degollado y su cabeza ha sido conducida como prueba del buen desempeño del asesino al bárbaro Sarmiento”.
En tanto resulta uno de los principales enemigos del mitrismo, la historia oficial lo ignora a El Chacho, a pesar de que tenía el apoyo de los pueblos del noroeste. Lo silencia. No lo menciona. Y cuando excepcionalmente, lo recuerda, lo hace considerándolo un montonero díscolo, un facineroso, expresión del atraso latinoamericano.
Convertido en “maldito” en los textos, las cátedras, las conferencias y los medios de comunicación.
La Cobarde humillación de Angela Romero, la mujer del Chacho

Y en el instante mismo de la degollación del Chacho, su Chacho, Angela Romero -su mujer- cual leona lo defiende sin importarle las lanzas ni las balas, hasta que el arma del déspota golpea también su dolor de esposa, de madre, y se consuela arrimando su sangre y sus lágrimas sobre los despojos del patriota yacente.

El cínico Irrazábal loco de contento por la sangre derramada en aquel desparramo de cadáveres, manda aplicar tormentos indescriptibles a doña Vito, hasta dejarla sin sentido.  La horda la engrilla y la conduce caminando a la provincia de San Juan, donde el gobernador Domingo Faustino Sarmiento, condecora al siniestro Irrazábal por el vil asesinato.

Doña Vito es sometida a trabajos forzados por orden del mismo mandatario (Sarmiento), junto a los hombres apresados, viéndosela todos los días barrer la plaza pública arrastrando cadenas de sus pies y con centinela a la vista.

Una muestra mas de lo que eran capaces los Salvajes Unitarios, muchos de ellos símbolos que le dan nombre a escuelas, calles y ciudades.

(fuente: Pensamiento Discepoliano y revisionistas.com)

Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 13/11/2019

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