Por Alfredo Guillermo Bevacqua –
(En los viejos talleres gráficos de los diarios, en los que los títulos se armaban letra por letra, y los textos se escribían en plomo caliente, se decía que el diablo siempre metía la cola; en tiempos de la virtualidad también lo hace, abusando del analfabetismo funcional del autor)
En la tarde del martes 16 se apagó la vida de uno de los mas brillantes futbolistas que pisaron las canchas uruguayenses. José Alberto Velázquez; al hincha del fútbol local, en especial a los simpatizantes de Atlético Uruguay, le multiplicó jornadas de inmensa alegría, no solo por los triunfos conquistados, también por la calidad y categoría con que llegaba a esos triunfos.
Fue la gran figura futbolística de la década de los setenta formando parte del de un equipo de Atlético Uruguay con históricas participaciones en los campeonatos Regionales que clasificaban para el campeonato Nacional. Un equipo que logró la multitudinaria adhesión de la comunidad deportiva local. Y que sufrió las frustraciones en las finales del años 7l, ante Cnel.Aguirre de Rosario y Guaraní Antonio Franco, o la del ´75 ante Bartolomé Mitre, ambos de Misiones; pero hubo una merecida revancha, luego de tanto esfuerzo, en el ocaso de su carrera, en 1984, cuando el conjunto “decano” dirigido por el “Lando” Sosa, se clasificó para el Nacional, teniendo la satisfacción de compartir un campo de juego con tres futuros campeones del mundo como el “Tolo” Gallego, Nery Pumpido y el entonces riverplatense y luego un fundamental boquense, Carlos Daniel Tapia, pero además también estaba Enzo Francescoli, en aquella calurosa tarde de un verano del ´84, de entonces y para la eternidad, el día y el año en que Atlético y River jugaron por los puntos de un campeonato oficial en Concepción del Uruguay.
José jugó ese día, un partido que por su categoría de jugador, debió haber jugado mucho antes; es que siempre surgió en quienes lo vieron jugar, la pregunta de ¿cómo con tanto fútbol encima, no jugó en el fútbol grande de la Argentina? Muy joven se había probado en la sexta división del Racing Club; y pese a haber superado exitosamente la prueba, prefirió volverse; eran tiempos distintos; se decía que los “porteños” trabajaban para el fracaso de los chicos del interior. Seguramente algo de cierto había, pero mucho de leyenda también, pero pesaba mucho el apego a la casa, al barrio, a la tranquilidad de pueblos y ciudades en los que en cada manzana había “un campito” donde jugar al fútbol….
Fue también integrante irremplazable de los seleccionados uruguayenses en las convocantes noches de los torneos entrerrianos jugados bajo luces mortecinas, integrando los equipos campeones de 1972/73, 1973 y 1981/82; también fue el refuerzo obligado de los equipos de nuestra ciudad que se clasificaban para los campeonatos Regionales, integrándose a los planteles de Gimnasia y Esgrima y Engranaje, cuando pospusieron al poderoso Atlético y asumían la representación de Concepción del Uruguay. Era algo absolutamente normal que José Velázquez, Carlos Horacio Velázquez, se pusieran la camiseta de Gimnasia, de Engranaje o Rivadavia. Todos gritaban “¡Uruguay-Uruguay-Uruguay!” cuando se vencía como visitantes.
Es improbable una certera estadísticas sobre los goles que convirtió. Fueron muchos: de cabeza, de zurda y con derecha, a tal punto, que algunos dicen que “el zurdo, nunca fue zurdo”; otros afirman que “el zurdo siempre fue derecho” Lo cierto es su capacidad goleadora, esa que se demuestra y resuelve en situaciones críticas, de urgencia, y para resolver lo urgente se necesita intuición y sabiduría. Y “el zurdo” era intuitivo e inteligente. Pero además era de esos que se imponen por su presencia, y que se defienden con picardía; sus compañeros del Atlético campeón invicto, decían que jugaba como una “gallina con calor”, porque lo hacía con sus dos brazos levantados estableciendo una distancia con quien lo marcara.
Fue la figura estelar de un Atlético Uruguay de grandes nombres como Luis Sosa, Pujol, Carlos Horacio Velázquez, Rolando Zaragoza; con Luis Echevarría Julio Cuenos y Luis Omar Chichizola, se encontrará en la tribuna celestial, él le contará sus goles, algo simple y común para él, y el de Gualeguayhchú, sus atajadas, especialmente aquellas en que terminó embarrado hasta el pelo en cancha de Guaraní Antonio Franco.
Pero el martes, llovió intensamente; y recordamos los versos que el poeta uruguayo Horacio Ferrer escribió para Pichuco Troilo con música de tango; hacíiendo referencia a que el “cielo llora con las lágrimas altas”; y a nosotros se nos ocurrió que eran las lágrimas del futbol uruguayense y sus hinchas, agradecidos de haber sido testigos; porque el recuerdo no surgíría de un video, una película o una foto; tuvieron el privilegio de ver al artista desde una pequeña tribuna de cemento o prendidos de los rombos oxidados de un alambrado, denominado pomposamente olímpico,
En estos tiempos sin recuerdos, sin memorias, seguramente lo recordaremos como parte de una cultura popular alojada en el costado izquierdo del pecho, que a pesar de todo, aún sabe de sentimientos y agradecimientos, porque ha recibido alegrías que solo se expresan con euforia y amor.
El fútbol –tan parecido a la vida – también se arraigó en sus hijos; y uno de ellos, Maximiliano Nicolás, se consagró en el 2007 campeón argentino con Lanús, convirtiéndose en el jugador con mas partidos jugados (423) en el primer equipo granate y en el 2010 fue campeón de la copa Sudamericana con Independiente. En este caso la herencia, no fue “un error de cálculo.”
Dice San Juan que “el viento sopla donde quiere” (3-7b-15); por aquí sopló y nos dejó un crack; y “damos testimonio de haberlo visto”. Pero el martes 16 de abril de 2024 murió José Alberto Velázquez, responsable de centenares de gritos de gol que el viento llevó. Tenía 73 años.
Títulos y goles
En el viejo estadio de Atlético, situado en la calle 9 de Julio, José con Atlético Uruguay dio seis vueltas olímpicas en los años 1970, 71, 72, 74, 75, 78, y ya en el Simón Luciano Plazaola en los años 1981, 82 y 1983.
Fue campeón entrerriano integrando el seleccionado de la Liga uruguayense en los años 1972/73, 1973 y 1981/82.
Fue en 4 oportunidades máximo goleador de los campeonatos liguistas: en 1970, 24 goles; 1974, 25; 1975, 22 y 1976, 25 goles.
En los torneos Regiones, clasificatorios para el Campeonato Nacional, marcó 42 goles en 67 partidos.-