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LA EDUCACIÓN DEBE SER NUESTRA PRIORIDAD 

Por Martín Oliva     –

 La educación es la clave para dar a cada persona una vida mejor. Constituye el cimiento básico de todas las sociedades desarrolladas. Extender y mejorar la protección y educación integrales desde la primera infancia, especialmente para los niños más vulnerables y desfavorecidos, debe convertirse en la piedra angular que guíe nuestras acciones cotidianas. 
 Desde 2001, por iniciativa de la Campaña Mundial por la Educación (CME), se decidió celebrar la Semana de Acción Mundial por la Educación durante la última semana del mes de abril, con el objetivo de unir las voces de diversas organizaciones, movimientos de la sociedad civil y centros escolares de más de 124 países que se movilizan para trabajar por el derecho a la educación.
Con esta Semana se busca informar a los medios de comunicación, a la comunidad educativa, a la sociedad civil y a representantes políticos sobre la importancia de lograr cambios que permitan hacer efectivo el derecho a la educación en todo el mundo y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados por las Naciones Unidas en 2015 como un llamamiento universal, específicamente el ODS 4 que tiene como meta “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos y todas antes de 2030”.
 Esta Campaña se centra en defender la importancia de la educación temprana, especialmente la etapa que comprende de los 0 a los 5 años de edad. Sabemos bien esos cinco primeros años de vida constituyen el periodo más crítico de desarrollo de la persona humana. Existe amplia evidencia acerca de la centralidad que tiene esta primera etapa de la vida en el desarrollo infantil y el impacto que tienen las experiencias de educación temprana en sus trayectorias escolares y futuro desarrollo. No darle las oportunidades adecuadas puede influir negativamente en la persona, limitando su calidad de vida, su dignidad y el ejercicio de sus derechos para todo el resto de su vida.
 Si bien la Argentina históricamente ha contado con avances significativos en materia normativa e importantes logros a nivel nacional en términos de expansión y masificación de la matrícula del sistema educativo, lo que permitió integrar principalmente a niños y jóvenes de contextos más desfavorables, persisten grandes desafíos pendientes en torno a la calidad e importantes disparidades en el acceso por nivel socioeconómico y entre jurisdicciones.
 A los problemas de retención, progresión y terminalidad, debemos sumar aquellos vinculados a los aprendizajes. Por un lado, según datos del Ministerio de Educación de la Nación, la tasa de sobreedad en sexto año de la primaria es del 8 por ciento. Mientras que en primer año de secundaria es del 17 por ciento y en segundo del 19, para alcanzar el 24 por ciento en el sexto año de la secundaria. Asimismo, en cuanto a la terminalidad específicamente, un informe reciente de “Argentinos por la Educación” y del Cippec observa que el 33 por ciento de los jóvenes entre 18 y 24 años y el 27 por ciento entre 25 y 29 años no tienen el secundario completo.
 En cuanto a los aprendizajes los desafíos son aún más urgentes. Según surge de las pruebas nacionales Aprender del año 2021, casi la mitad de los alumnos de sexto año de la primaria (44 por ciento) no alcanza los niveles mínimos requeridos en la prueba de Lengua, es decir no comprende lo que lee. Casi el mismo porcentaje, el 45 por ciento de los alumnos, no alcanza los resultados mínimos en Matemática. Estos datos no solamente no lograron ser revertidos en más de diez años (desde que son medidos por Aprender) sino que por el contrario tuvimos un franco deterioro.
 En el caso de secundaria, los resultados también son alarmantes de acuerdo a las pruebas PISA que nos permiten analizar la caída desde el año 2000. En ese año, el 44 por ciento de los alumnos de 15 años en Argentina tenían un rendimiento en Lengua por debajo del nivel mínimo, mientras que, en 2022, este porcentaje subió a 54 por ciento. En el caso de Matemática, en el 2000 el 64 por ciento no alcanzaba el nivel mínimo, mientras que en 2022 ese número escaló casi al 73 por ciento. Es decir que tanto en primaria como en secundaria (y en este caso en mayor medida) el mayor acceso vino acompañado de menores aprendizajes promedio.
 Por tanto, es momento de atender las necesidades educativas desde la primera infancia a fin de igualar las oportunidades de acceso a lo largo y a lo ancho del país. Pero también es necesario focalizar el trabajo en la retención, progresión y terminalidad de la secundaria que nos permita lograr una mejora en los aprendizajes en todos los niveles obligatorios para que realmente la educación se traduzca en mayores oportunidades, permitiendo que nuestros jóvenes puedan, como mínimo, comprender textos sencillos y tener conocimientos básicos de matemática, para poder ser ciudadanos plenos. Debemos centrar nuestros esfuerzos en el acceso, la equidad, la inclusión, la calidad y los resultados del aprendizaje, dentro de un enfoque del aprendizaje a lo largo de toda la vida.
 La educación es un bien público, un derecho humano fundamental y la base para garantizar la realización de otros derechos. Es esencial para la paz, la tolerancia, la realización humana y el desarrollo sostenible. La educación de calidad fomenta la creatividad y el conocimiento, garantiza la adquisición de las competencias básicas de lectura, escritura y cálculo, así como de aptitudes analíticas, de solución de problemas y otras habilidades cognitivas, interpersonales y sociales de alto nivel. Además, propicia el desarrollo de las competencias, los valores y las actitudes que permiten a las personas llevar vidas saludables y plenas, tomar decisiones con conocimiento de causa y responder a los desafíos locales y mundiales.
 Para ello es necesario fortalecer los insumos, los procesos y la evaluación de los resultados y los mecanismos para medir los progresos. Tenemos que velar por que docentes y educadores sean reconocidos, debidamente contratados y remunerados, reciban una buena formación y una actualización permanente, se sientan cualificados profesionalmente, motivados y apoyados, para lo cual precisamos sistemas que dispongan de recursos suficientes.
 Hoy en día es cada vez más importante que aprovechemos las tecnologías de la información y la comunicación para reforzar los sistemas educativos, la difusión de conocimientos, el acceso a la información, el aprendizaje efectivo y de calidad, y una prestación más eficaz de servicios. Debemos atender también a los debates actuales que se están dando en diversos puntos del mundo (como Suecia o España), vinculados con los excesos de las nuevas tecnologías y el lugar que deben ocupar las pantallas y la tecnología digital en las escuelas, incluido el tiempo de exposición, algo que es cuestionado por los profesionales de la salud.
 Es por ello que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda evitar exponer a niños menores de dos años a pantallas. Durante los primeros años de vida la interacción con el entorno físico y social es fundamental para su desarrollo cognitivo, emocional y físico. Las pantallas no pueden proporcionar la misma experiencia que las interacciones reales con personas y objetos en el mundo físico, lo que impacta en el desarrollo del lenguaje, la atención, la concentración y la capacidad de resolver problemas.
 Sabemos que los cambios estructurales que la política educativa requiere son profundos, conllevan largos procesos de prueba y error y, por ende, demandan acuerdos políticos con horizontes temporales amplios, de forma tal que se pongan en marcha hoy medidas cuyos resultados recién podremos evaluar con datos en una generación.
 En este actual contexto donde nuestras Universidades públicas están sufriendo producto de la quita de subsidios y los recortes presupuestarios que dispuso el gobierno nacional es preciso que defendamos el valioso sistema de Universidades públicas, gratuitas y de calidad que tenemos a lo largo y a lo ancho de toda nuestra Patria. Las universidades públicas tienen un valor fundamental en la sociedad argentina, no solo por su tarea de formación, sino también por su tarea en la construcción del conocimiento, por la transferencia al mundo de la producción y del trabajo, a la sociedad en general, por las tareas de extensión y la solidaridad con los sectores más postergados. Para ello, en nuestra ciudad logramos implementar un programa inédito en todo el país que permitió impulsar y promover el desarrollo científico-tecnológico y el conocimiento a través del otorgamiento de casi 100 becas de iniciación a la investigación destinadas a jóvenes estudiantes de las universidades con sede en Concepción del Uruguay.
 Es urgente que pongamos a la educación como prioridad absoluta. Solo así podemos colaborar para que nuestros gurises tengan acceso a oportunidades de aprendizaje y educación de calidad durante su vida, independientemente de factores como el lugar donde hayan nacido, de su sexo o de los ingresos familiares. Y solo así seremos también, dignos continuadores de la preclara labor educativa de los fundadores de nuestra identidad, Ramírez y Urquiza, quienes tuvieron absolutamente clara la centralidad de la educación desde aquellos tiempos en los que iluminaron ese camino para la provincia de Entre Ríos.
El autor de esta nota es senador por el departamento Uruguay en la Legislatura de Entre Rios y jefe del bloque peronista