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El frustrado atentado contra el general Urquiza 

 Por Ángel J. Harman   –      

 El 13 de julio de 1853, luego de que John H. Coe, comandante de la Escuadra de la Confederación entregara la flota a las fuerzas porteñas y ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, el general Urquiza decidió abandonar Buenos Aires, para retornar a Entre Ríos. 
Al retirarse de la ciudad, Urquiza estuvo a punto de ser asesinado. A un individuo que fue detenido por la policía, cuyo jefe era el coronel graduado José María Pelliza, se le encontró un afilado puñal y la mitad de una moneda de oro cortada recientemente.
Después de incomunicárselo, el jefe de policía puso en antecedentes de la detención del sospechoso al ministro de guerra, general Paz, asegurándole que acababa de sorprender una conjuración para asesinar al general Urquiza, deteniéndose su carruaje esa noche en la calle Ministro Inglés, (*) por donde bajaría desde San José de Flores para embarcarse, y allí sería asaltado y ultimado.
En presencia de las pruebas presentadas, el general Paz, de su puño y letra, escribió la orden al jefe de policía para que protegiera la vida del general Urquiza.
Además, instruyó para que se quitaran los pesados troncos que cortarían el paso del carruaje que conducía al embarcadero de Palermo.
 Antes, se había planeado llevar a cabo otro atentado en el Club del Progreso, después de la clausura de la Sala de Representantes en junio del año anterior.
Este hecho ha sido relatado, entre otros, por el diplomático norteamericano John S. Pendleton, quien actuó en nuestro país entre 1851 y 1854.

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