por Pablo Stein –
La imagen reproduce la tapa del libro de Isidoro Ruiz Moreno, escrito con motivo de la peste de fiebre amarilla que se inició en Buenos Aires en 1870 y que unos meses más tarde se trasladara a C. del Uruguay por el mismo motivo en que hoy sufrimos una pandemia mundial: El traslado de personas portadoras de un lugar a otro, en este caso la llegada de barcos en forma continua al puerto de la ciudad.
Por entonces no existía un intendente que presidiera los destinos de la comunidad, ya que recién en 1873 se pondría en ejecución la ley de municipios redactada años atrás nombrándose como primer intendente al señor Antonio López Piñón y presidia como jefe político un sobrino de Justo José de Urquiza, el Doctor en medicina Vicente Honorio Montero Urquiza (Vicente H. Montero).
¿Qué es la fiebre amarilla?
Se trata de una enfermedad infecciosa que se transmite por la picadura de un mosquito y en la segunda fase de la enfermedad la piel de la persona se pone amarilla a causa de la ictericia. Comienza con dolores de cabeza, náuseas y vómitos y ataca el sistema renal, hepático y cardiaco.
La ictericia se produce por el aumento de la bilirrubina que es un subproducto de los glóbulos rojos.
Consecuencias de guerra
Los soldados de la triple alianza que invadieron y masacraron al pueblo paraguayo contrajeron la fiebre al ser picados por el mosquito Aedes aegyptil que abunda en las selvas y pantanos del Paraguay y a medida que volvían a sus provincias trasladaban el virus. Buenos Aires fue la ciudad más afectada y Domingo Faustino Sarmiento, sucesor de Bartolomé Mitre que fue quien había iniciado la guerra, huyo con un sequito de 70 personas a la ciudad de Mercedes para estar lejos de la contaminación, con todos los gastos a cargo del erario público. No es de extrañar las conductas actuales de muchos políticos que no hacen más que repetir el pasado.
Sin Hospital
Es importante que nos situemos en el tiempo y nos ubiquemos mentalmente en 1871. Urquiza ya no existía y para Sarmiento, Mitre y toda la pandilla que comenzaba a gobernar el país, lo más importante era terminar con el federalismo, por lo cual lejos de enviar algún tipo de ayuda, lo que hicieron fue enviar a un ejército invasor para terminar con la rebelión de López Jordán y aplastar todo intento de autonomía provincial.
Se improvisaron por lo tanto algunas medidas de tipo sanitario y que analizadas hoy no fueron perjudiciales.
Se recomendaba no solo la limpieza y el aseo, sino también el uso de abundante alquitrán, elemento este que está comprobado es un eficaz desinfectante.
Se aplicaba a los enfermos sulfato de hierro que es lo mismo que se aplica actualmente para subir la hemoglobina y se usaba cloruro de Zinc que es un muy buen bactericida y fungicida que combate bacterias y virus.
También se clausuró el puerto evitando el tráfico de personas y se iniciaron las gestiones para la futura construcción de un hospital que atendiera a la población con eficacia.
Saldo Final
El saldo final fue que fallecieron un total de 421 personas, sobre una población de aproximadamente 12.000 habitantes.
De todos ellos 302 eran de nacionalidad argentina; 21 española; 38 italiana; 27 uruguaya; 12 francesa; 3 inglesa; 3 paraguaya; 5 alemana y 10 de África, pero sin más datos que este que ya de por si indica el carácter racista que se seguía teniendo aun en plena epidemia.
En porcentaje este número indica la cantidad de víctimas fallecidas y que representa un 3,5% de la población, pero no de cuantos fueron afectados ya que la enfermedad no es fatal para todos y muchos lograron superarla y salvar su vida.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA: Oscar Urquiza Almandoz; «Historia de C. del Uruguay» Tomo III
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 8/7/2021