Una ley del 30 de octubre de 1827, por iniciativa del joven diputado Justo José de Urquiza, manda a construir una pirámide en el centro de la plaza de Concepción del Uruguay.
“Apenas había pasado algo más de un lustro desde la muerte del ‘Jefe Supremo de la República Entrerriana’ cuando a mediados de 1827 el Gobierno de la Provincia a cargo de don Mateo García de Zúñiga proyectó levantar un monumento para perpetuar la gloría del general Ramírez, en virtud de ser quien ‘’proclamó nuestra independencia, defendió la República Federal, y evitó que fuéramos una monarquía sometida al extranjero’. La Legislatura, tres meses después (30 de octubre) sancionó la erección de una ‘pirámide’ (sic) con leyendas alusivas, para que se mantuviera su memoria en la plaza principal de Concepción del Uruguay, ‘que tomará desde hoy su nombre’. Suscribía la resolución el entonces Diputado presidente de la Sala, Justo J. de Urquiza. El cura párroco de la villa, Juan José Castañer quedó encargado de cumplir la obra, costeada por suscripción pública, todo lo cual fue promulgado por decreto del nuevo Gobernador Juan León Solas en enero de 1828.
“Estos antecedentes no incluidos en la Recopilación de Leyes, Decretos y Acuerdos de ¡a Provincia publicada en 1875, fueron dados a conocer por el doctor Alfredo Parodié Mantero en un artículo periodístico a comienzos del presente siglo, en donde estampó esta referencia, a la citada ley; ‘Nosotros la hemos copiado directamente del original que en 1910 nos mostró el general Victorica en tres pliegos que guardaba en su archivo’.
El paso del tiempo y seguramente la modesta factura de la construcción, hicieron que ese primer monumento al ‘heroico general Ramírez’ demostrativo de ‘la gratitud de los pueblos’ -según inspiración de García de Zúñiga- fuera destruyéndose ante la incuria de los encargados de velar por su mantenimiento. Para mediados del siglo, el monumento estaba a punto de derrumbarse.
“Era desde luego (y pese a la denominación oficial, aún tradicionalmente seguida) un obelisco y no una pirámide; equivocación sin duda proveniente de la similar y famosa construcción existente en la plaza mayor porteña.
“Treinta años después de su erección, el monumento amenazaba desaparecer, convertido en una verdadera ruina. Por ello, el Jefe de Policía de la ciudad y Comandante accidental del Departamento, coronel Pedro Melitón González, encaró con bríos el proyecto de conservar ese homenaje a Ramírez. Corría 1858. Se hallaba por entonces en la ciudad de Uruguay el acreditado arquitecto italiano Pedro Fossati, recomendado al Presidente Urquiza por el Encargado de Negocios de Cerdeña, Marcelo Cerruti para edificar la iglesia local; el cual recibido con complacencia por el primer magistrado dejaría en esta ciudad otras muestras de su arte, y quien daría asimismo forma definitiva al palacio de su estancia San José. (He historiado esta vinculación en el libro Orígenes de la diplomacia ítalo-argentina, que fuera editado en 1983).
“Pues bien: la máxima autoridad local coronel González, conversó al respecto con el arquitecto Fossati y luego de ello escribió el 3 de julio de 1858 al influyente Diputado doctor Benjamín Victorica, yerno del propio Urquiza, trasmitiéndole su propósito:
‘Mi estimado amigo: La pirámide que tiene nuestra plaza General Ramírez está vencida, y he resuelto refaccionarla. En su virtud he visto al señor Fossati y me ha presentado dos planos: uno para refaccionarla y cuyo costo será de $ 600, y otro para hacerla nueva, mejor que la de Buenos Aires en la Plaza de la Victoria, y su costo $ 3.000.’
González quería darle más altura -medía once varas- pero estando construida sobre cimientos de sólo media vara de profundidad y asentada en barro, ‘sería exponerla a que venga al suelo’. Por lo tanto, optaba por hacerla nueva, para otorgarle mayor lucimiento y que la pirámide no quedara ‘haciendo un pésimo juego con el templo y edificios que rodean la plaza’.
“El decidido mandatario urbano planeaba otra de diez y siete varas, insistiendo entusiasmado: ‘y en cuanto a belleza como he dicho, será mejor que la de Buenos Aires’ (recordemos que esta última aún no estaba coronada por la actual estatua). El proyecto era seductor, pero reconocía que el presupuesto de $ 3.000 significaba una gran dificultad porque resultaba una cifra imposible de reunir en el Departamento. Era más realizable lograr $ 600, pero -continuaba diciendo el coronel González al doctor Victorica, sin ‘conseguir e) objeto qué nos proponemos y hermosear la heroica ciudad del Uruguay, la salvadora del Congreso Constituyente’. Para lograr la cantidad suficiente solicitaba la suscripción del Presidente Urquiza ‘con alguna cantidad’ para cubrir los fondos necesarios a uno de los dos planos, ‘puesto que él es quien está siempre al frente de toda mejora, y en el pueblo de su nacimiento nada hay que no se le deba en gran parte». El proyecto no se llevaría a cabo -pensaba don Pedro- sino por su generosidad y por ese espíritu de progreso que lo distingue’.
“Esta carta inédita, como la que sigue, se conserva en el archivo de su destinatario, Benjamín Victorica, quien tomó a su cargo el empeño de interesar al poderoso Jefe del Estado Nacional, en cuya adhesión podía confiarse. Y en efecto: no habían pasado muchos días cuando un decreto del Presidente, refrendado por el Ministro del Interior doctor Santiago Derqui y fechado el 28 del mismo mes, acordaba destinar la cantidad de $ 3.000 solicitada por el Jefe de Policía de Concepción del Uruguay para levantar un nuevo monumento -el 17 de julio éste había formalizado la presentación oficial en tal sentido- en mérito a los siguientes considerandos:
“1°) Que es un deber del Gobierno contribuir a perpetuar la memoria de ¡os héroes cuyos servicios, patriotismo y virtudes han sabido conquistarles el aprecio y la gratitud de los pueblos: 2°) que el general Ramírez ha acreditado muchas veces en la gloriosa historia de su vida pública ser muy digno de ese recuerdo, por sus esfuerzos y valiosas conquistas en favor del principio de la independencia nacional, que forma la base de nuestro actual sistema constitucional.
“Como tres décadas atrás siendo Diputado provincial, el ahora Presidente de la República mantenía su reconocimiento a los próceres fundadores de la Patria.
“El júbilo del coronel Pedro M. González fue grande: el 2 de agosto agradeció cumplidamente a Victorica al recibir el decreto:
“’Gracias, mi querido amigo, por lodo lo que Ud. ha hecho: es a Ud. a quien le deberá este pueblo ese monumento, y creo no equivocarme si en su nombre le tributo sus agradecimientos.’
“En otros párrafos de la misma carta González describía la similar construcción que Fossati encaraba: la columna en homenaje a la Constitución, detallando sus posibles adornos, entre los cuales se incluía sumarle una estatua en bronce de Urquiza. También aludía a la casa del propio Victorica, que el mismo arquitecto edificaba a la par.
“Demorados momentáneamente los trabajos por un viaje que Fossati debió realizar en esos días a Buenos Aires, no mucho después, el 18 de agosto, el coronel González pudo presidir la ceremonia de colocar la piedra fundamental del nuevo obelisco, ‘en el mismo lugar donde existía el antiguo’ según rezaba el acta que describió la función.
“El escribano José M. Castro comenzó por leer el decreto gubernamental en honor de Ramírez, y luego el arquitecto Fossati entrego al coronel Pedro M. González la primera piedra angular para ser colocada en el centro de la base del monumento, y luego todos derramaron cimiento con la cuchara de albañil. Acto seguido se depositó allí una caja de zinc forrada en plomo que contenía el decreto de Urquiza y la propia acta (otro ejemplar fue conservado por el escribano), ‘con algunos objetos presentados por los concurrentes’. Luego suscribieron ambas copias los principales funcionarios asistentes y algunos testigos: el general Manuel A. Urdinarrain. Inspector General del Ejército, el Jefe de Policía coronel González, el oficial primero Pascual Cálvenlo, el Juez de primera instancia doctor Ventura Pondal, el Agente Fiscal doctor Juan A. Vázquez, el Juez de paz Patricio Roca, y demás distinguidos vecinos: Vicente Montero. Francisco de la Torre, comandantes Eulogio Redruello, Fidel Sagastume. Teófilo de Urquiza- Mariano Cordero, el doctor Juan F. Monguillot los estudiantes Buenaventura Ruiz de Llanos. Francisco Fernández. Anastasio Cardassi, el doctor Vicente H. Montero, capitán Gregorio Hernández, y los comerciantes Wenceslao López. Santiago Larrachau, Aurelio Jorge. Juan Guimaraens y el arquitecto Pedro Fossati.”
Un siglo después de esa iniciativa, el 27 de diciembre de 1923, el Concejo Deliberante de Concepción del Uruguay sancionó una ordenanza que manda a incorporar las leyendas en homenaje a Ramírez en pirámide de la Plaza homónima, en cumplimiento de lo dispuesto por ley de 1827. En una de las caras del monumento se inscribió “al general Francisco Ramírez (Ley del 30 de octubre de 1827). Proclamó la independencia de Entre Ríos, 12 de febrero de 1811. Derrotó a los invasores de nuestra provincia, 1816, 17 y 18. Protegió la Unión Federal de la América del sur, 1820-1821. Nos salvó de la monarquía protegida por el extranjero, febrero de 1820. Perseverando en su credo republicano federal haremos la felicidad de la provincia y de los pueblos de América”.
Bibliografía: Ruiz Moreno, Isidoro, Estudios y documentos de Historia Entrerriana, T. I, Birkat Eloin, Colón (E. R), 2009.
(Fuente: genoma.cfi.org.ar)
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 5/11/2021