Los entrerrianos (oficiales y tropa provinciales) consideraban a los paraguayos sus hermanos y compañeros históricos de lucha contra el centralismo porteño y se negaban a participar de la guerra fomentada por el gobierno de Buenos Aires, Brasil y el Uruguay que produciría un verdadero genocidio del Paraguay.
El 8 de noviembre la caballería entrerriana se dispersa y abandona el campamento ubicado sobre el arroyo Toledo, en el límite norte de la provincia, aprestada para marchar a combatir contra el Paraguay.
Fue la reiteración de lo sucedido en la noche del 3 al 4 de julio de 1865, cuando se dispersó la caballería entrerriana acampada sobre el arroyo Basualdo, en su marcha para combatir contra la hermana república del Paraguay.
El nuevo desacato a la autoridad de Urquiza, – que denunciaba la declinación de su poder de mando y de sus prestigios populares -, reconocía como causas las mismas que habían operado en Basualdo; es decir, el sentimiento público entrerriano adverso a la guerra contra el Paraguay.
Debido a estos sucesos Entre Ríos estuvo representado en la contienda sólo por un reducido contingente que logró embarcarse por el puerto de Concepción del Uruguay.
(fuente: Archivo Entre Rios)
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 8/11/2018