Por Diana Errasquin –
Hubo un médico uruguayense. José Gorrochategui, que participó del rescate histórico que hizo la Argentina con la corbeta Uruguay, de una expedición de científicos noruegos, náufragos en la Antártida (1903).
Pepe Gorrochategui fue quien rescató con vida, desde su profesión, a toda la tripulación. Estuvo en la tapa de todos los diarios del mundo en su momento. A mí me hicieron llegar esto, para ver la posibilidad de tener una calle con su nombre.
El rescate ha sido narrado como una de las grandes hazañas de un tiempo difícil de entender desde un presente de watsap e internet.
Los científicos pasaron por Buenos Aires y dijeron que, si en un año no volvían, fueran a buscarlos.
Embarcaron con ellos a Sobral, único argentino que recién terminaba sus estudios en la escuela naval, en el buque que se denominaba “Antarctic».
Pasa el año. No hay noticias de Nordenskjold y su tripulación.
No había como ir a buscarlos.
Se prepara a LA URUGUAY para la gran travesía.
José Gorrochategui (Pepe Gorro) es el único médico de la expedición.
Largas jornadas con una navegación que no siempre fue amigable.
Ya en tierra Antártica comienzan a construir la historia del “Antarctic».
Fue aprisionado por los hielos y a pesar de los desesperados intentos por rescatarlo, se hundió en las heladas aguas.
La tripulación quedó dividida en tres grupos
Increíbles anécdotas de supervivencia
Solo un tripulante muere por un ataque cardíaco.
Pepe Gorrochategui era un libre pensador que socializada con humor incansable con cada tripulante.
Su fue convirtiendo en la persona indispensable en cada reunión, cada día.
La mejor medicina era la risa
Sabia sobre la debilidad o valor de cada tripulante y elaboraba sus humoradas nivelando jerarquías.
Se prestaba para todas las tareas, desde las más simples a las más complejas.
Al llegar a territorio Antártico fue el primero en descender para explorar un territorio en un trineo.
Así ese cabo llevó su nombre.
La Uruguay se hizo escuchar en ese paisaje silencioso
Dos grupos (de los tres que habían estado un año separados) escucharon.
La fiesta fue inolvidable.
Todos recordaron de por vida el abrazo de los dos entrerrianos, Sobral y Gorrochategui .
La alegría inmensa, también es difícil de describir…
Cristina, hermana de Pepe Gorrochategui, me contaba estas historias cuando yo era una niña. Sentada en sus rodillas. Para que la magia fuera total, ella me decía que era Navidad. En el medio de fiesta, se divisa en el horizonte una cadena de antorchas. Era el tercer grupo de Nordenskjold que se reencontrará con sus amigos después de tanto tiempo
Entre tanta algarabía, el único que trabajaba era Pepe.
Muchas cosas había que resolver quirúrgicamente antes de volver. Allí las bacterias no molestan, pero volviendo al calor las cosas cambian.
Escalas. Tormentas feroces y arribo a Buenos Aires.
La hazaña fue tapa de todos los diarios del mundo.
Los tripulantes fueron llevados en andas hasta la Casa Rosada y los festejos duraron días.
Maravillosa historia.
No fue en Navidad, pero yo elijo recordarla así.
(Colaboración de Martín Oliva)
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 17/11/2020