El libro relata la historia de las mujeres que, organizadas en un movimiento colectivo, lograron visibilizar su trabajo en el hogar y conquistar derechos en el ámbito previsional. Una de las principales conquistas de esta lucha fue la sanción de la Ley 8107 en 1988, durante la primera gobernación de Jorge Busti, que permitió la incorporación de las amas de casa al sistema previsional. Esta normativa les otorgó la posibilidad de acceder a una jubilación mediante el pago de una cuota mínima, beneficiando a más de 25.000 mujeres en Entre Ríos.
El principal argumento para reconocer los derechos previsionales de las amas de casa en Entre Ríos fue la justicia social y el reconocimiento del trabajo doméstico como una labor fundamental para la sociedad.
Antes de la sanción de la Ley 8017 en 1988, las amas de casa no podían acceder a la jubilación porque no realizaban aportes previsionales. Esto las dejaba en una situación de vulnerabilidad, dependiendo económicamente de sus esposos o de pensiones en caso de viudez.
La ley impulsada por el entonces gobierno de Entre Ríos, con el apoyo de organizaciones como el Sindicato de Amas de Casa y dirigentes como Sara Liponezky de Amavet, estableció un sistema que les permitía afiliarse voluntariamente y obtener una jubilación con el pago de una cuota mínima, sin necesidad de un empleo formal fuera del hogar.
El reconocimiento se basó en la idea de que el trabajo doméstico y de cuidado, aunque no remunerado, tiene un valor económico y social equiparable a cualquier otra actividad laboral. Fue una medida innovadora para su tiempo y un antecedente importante para la posterior implementación de políticas similares a nivel nacional.