por Pablo Stein –
“El desaliento, el quebranto, la inmoralidad, no surgen de los bajos fondos sociales: Vienen de las alturas”, palabras contundentes y directas de Leandro Alem, dirigidas al corazón de la oligarquía que pregonaba que las manifestaciones de un movimiento obrero incipiente eran las causas de los males que aquejaban al pais.
Un poco de historia
La revolución iniciada en mayo de 1810, si bien lo intentó a través de hombres como Moreno, Belgrano, Castelli, French, Monteagudo, Berutti, Artigas no alcanzo a ser más que una revolución de independencia, relegando la cuestión social, motivo por el cual no se cambiaron las estructuras sociales e inmediatamente el poder fue ejercido por la oligarquía que se había ido creando a partir de las concesiones que la corona española había ido otorgando a ciertas familias.
Lograda la independencia, no tenían ningún interés en dejar que el pueblo constituido por gauchos sin tierras, pequeños y medianos campesinos, artesanos y menos aún esclavos o quienes había servido o provenían de sectores indigentes y explotados llegaran siquiera a mejorar sus condiciones de vida.
Leandro Alem, conocía de primera mano a toda esa gente porque nacido y criado en Balvanera desde niño estuvo en contacto con el pueblo.
Cuando se habla de la “Generación del 80” y se la idealiza, debemos ser conscientes que la misma consistió en hacer más notorios los privilegios de una clase social: Los latifundistas o mejor referido “los patrones de estancia”, y los ricos comerciantes porteños.
Con la oligarquía o con el pueblo
También fue época de definiciones en las cuales y de acuerdo a la capacidad intelectual que podía tener un joven abogado podía inclinarse a ser cómplice de los sectores de poder o jugarse a favor de causas más justas.
Alem no vacilo, he aquí sus palabras que son todo un manifiesto de sensibilidad y coraje: “Yo sostengo y sostendré siempre la política de los principios caiga o no caiga, nunca transigiré con los conculcadores de las instituciones de las libertades públicas, nunca esperare el desenlace de ciertas situaciones para entrar en ellas: He de luchar siempre como fuerte y como bueno. Sean cuales sean los resultados, porque para mí la idea moral es la única que puede regenerar a la sociedad”.
El fin de una época
En 1876 con la derrota de López Jordán finaliza el tiempo de las Montoneras.
Nuevos sujetos políticos estaban llamados a seguir luchando contra las injusticias sociales, la explotación del pueblo y la entrega cipaya de la soberanía de la patria y es allí donde surge la inmensa figura de Don Leandro Alem.
Un Alem que no tenía medias palabras y sus compromisos eran tan firmes como racionales.
Compromiso con el pueblo, con los humildes, con los desposeídos, con la educación y la escuela pública y marcó para siempre un camino a quienes adhirieron a su partido y que lamentablemente muchos no supieron o no saben transitar.
Bibliografía consultada: Álvaro Yunque; “Historia de los argentinos”; Tomo V; Ed. Ánfora; Bs. Aires; 1968.
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 2/11/2023