Por la Profesora Aida M. de Toscani (1) –
Como si de la hora se hubiera penetrado, el rio avanza calmo. Con juegos centellantes, el sol se solaza, sobre su superficie de indefinidos tonos.
Concepción a su margen somnolienta, extendida, con todo su ardor vive una siesta de Enero.
Unos barcos cargados con heridas de años, hacen soñar con destinos lejanos: y su marcha que es lenta y es sabia, es de una indiferencia total al desafío de una moderna máquina que a su paso le arroja a los flancos, andanadas de agua, mientras hieren sus raras estridencias, la quietud de la tarde temprana.
Un velero al que empuja una brisa muy suave, zigzagueando parece, mas que un barco, una blanca ave herida que nadara sin rumbo; y sus velas combadas apenas y cada vez mas y mas lejanas, no aparecen sino cual dos alas palpitantes, que el azul infinito buscaran.
Dos alas de un blanco, de un blanco purísimo, el mismo que viste la imagen de la Estella Maris.
Allá sobre lo alto del faro, la virgen de todos los mares, nos dice la ruta.
Los verdes de los sauces y ñapindá adquieren luminosidades raras; y de pronto, los montes se ahuecan, para dar hondo sitio a una playa: “Banco Pelai”, con sus suaves pendientes y sus garzas grisáceas o rosadas.
Un derroche de arena espejeante, entre el agua y los sauces, pajonales, álamos, etc. Atrevida visión de desierto, bajo el sol que caldea; un milagro de la tierra pródiga.
Hacia el sur: Cambacuá, con su anchísimo banco de arena, sumergido en el seno de las aguas, en su afán generoso de acercar las fronteras hermanas.
El Rio Uruguay se adormece en sus costas soleadas; hacia un lado la argentina y hacia el otro la uruguaya.
Los pájaros que hicieron en esta orilla nido, conocen de la otra sus raros escondrijos.
Dos patrias con un mismo ideal, se están mirando a través de la dulce mansedumbre del agua que anda en esta hora pesada y agobiante, por no despertar ecos, con pasos de sonámbula.
(1) Texto extraído de la revista “Ideal” órgano oficial del Club Colegial “Luis María Silva” de la Escuela Normal en su Número 2 de mayo de 1949. Se ha respetado totalmente el texto y la puntuación del original.
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 13/4/2019