Por Alfredo Guillermo Bevacqua –
El coronavirus, implacable, no sabe de pasados de gloria, de goleadores implacables. Ayer, se conoció que sumaba entre sus víctimas a Leopoldo Jacinto Luque, integrante del seleccionado argentino, campeón del mundo de 1978.
No fue un jugador de aquellos que se destacan desde su juventud; recién adquirió notoriedad a los 26 años, cuando ya había trajinado en los durísimos campeonatos del interior, en la vieja Primera B, y hasta en las pequeñas ciudades del interior santafecino.
Era de Unión. Tan “tatengue”, que al final de su carrera, cuando recibió un ofrecimiento de Colón, respondió negativamente porque Unión había sido siempre su casa.
En 1975, luego de ganar un ascenso con Unión, -e integrar el equipo de estrellas que formó el mítico “Toto” Lorenzo, junto a Gatti, Suñé y el Heber Mastrángelo- se incorporó a River Plate , en el que estaban Perfumo, Alonso, J.J.López, “Pinino” Mas, entre otros.
Era goleador, se definía “diferente a Palermo, que era un optimista del gol”. No era de los que pescaban rebotes en el área. Elaboraba su conquista; como aquel gol del triunfo ante Francia en el mundial 78, en el que convirtió cuatro goles y fue una contundente expresión de entereza y entrega: un hermano murió en un accidente cuando se dirigía a la cancha de River para presenciar el partido de Argentina frente a Italia; luego del gol a Francia, tuvo un caída y sufrió un traumatismo en el hombro que le inmovilizó un brazo, estuvo ausente dos partidos y cuando reapareció contra Brasil, el durísimo y rústico zaguero Oscar, le propinó un codazo que llenó de sangre su nariz, no solo en ese partido, sino también en los siguientes; eran tiempos en que no se obligaba a cambiar la vestimenta cuando se manchaba con sangre, por eso en los partidos siguientes, contra Perú y Holanda, su camiseta n° 14 –el mismo número que usaba su ídolo Johan Cruyff- terminaba con recuerdos de un codo brasileño.
Fue figura de un gran equipo, de un gran campeón del mundo; lamentablemente fue contemporáneo al pasado mas terrible de la Patria, y la presencia de los responsables de esa tragedia alentando desde el palco de honor, ha menoscabado esa conquista.
Leopoldo Jacinto Luque fue autor de dos goles en el triunfo que significó la clasificación como finalista frente a Perú. Las fotos lo recuerdan en cada uno de esos festejos en el Gigante de Arroyito, en Rosario, parado frente a la popular, con los brazos en alto, como si fuera Perón…
El fútbol, otra vez se hace lágrima. Leopoldo Jacinto Luque, uno de los casi 500 humanos que conocieron la gloria de ser campeón mundial, murió ayer en Mendoza. Tenía 71 años.