En 2024, la inflación real fue del 133,6%, 16 puntos más que la cifra oficial informada, según un relevamiento realizado por la Universidad Torcuato Di Tella.
En 2024, la inflación real alcanzó un alarmante 133,6%, 16 puntos porcentuales por encima de la cifra oficial reportada por el INDEC, según un estudio realizado por Martín González Rozada, profesor titular del Departamento y director de la Maestría en Econometría de la Universidad Torcuato Di Tella. Este análisis evidencia un “atraso” significativo en las mediciones oficiales, que informaron una inflación del 117,8%, dejando una brecha de 15,8 puntos.
El problema radica en la metodología utilizada por el INDEC, que se basa en datos desactualizados de la Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares (ENGHO) de 2004-2005 y un índice de precios base de 2016. Aunque el organismo actualizó parcialmente los ponderadores en 2017-2018 con datos más recientes, aún no han sido incorporados de manera integral. Este rezago genera distorsiones significativas en el cálculo de la inflación.
Por ejemplo, en 2004-2005, el rubro “Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles” representaba el 10,5% del gasto total en la Región Metropolitana, mientras que en 2017-2018 ascendió al 15,1%. Esta actualización, pendiente de implementación completa, no solo afecta la medición del Índice de Precios al Consumidor (IPC), sino también ajustes críticos como los del salario mínimo y las jubilaciones. Según González Rozada, de haberse aplicado los ponderadores actualizados, las jubilaciones habrían debido aumentar un 7% adicional.
La medición sesgada también respalda políticas económicas cuestionadas, como el ajuste del tipo de cambio oficial al 1% mensual y el tope salarial en paritarias fijado en el mismo porcentaje. Además, distorsiona la actualización de parámetros fiscales clave, como el Mínimo No Imponible de Ganancias, las cuotas y los límites de facturación del Monotributo.
En este contexto, las grandes empresas y el capital financiero emergen como los principales beneficiarios, obteniendo ganancias extraordinarias en dólares mientras los salarios reales pierden poder adquisitivo. La “manipulación” de dos precios fundamentales, el dólar y los salarios, contribuye al deterioro de la economía doméstica y al creciente malestar social.
González Rozada concluye que “la distorsión radica en la forma en que se calcula la inflación, utilizando una canasta de bienes y servicios de 2004, en la que los servicios públicos representaban apenas el 10%“. Este señalamiento refuerza los crecientes cuestionamientos a las estadísticas oficiales, que parecen estar lejos de reflejar la realidad económica del país.
(fuente: https://primereando.com.ar/)