Por Aida Toscani “Marisa” –
El período que abarca 1817 y 1828 significa para nuestra América del Sur el intento final de acabar con el colonialismo español y portugués –brasilero, si bien quedará como deuda pendiente la recuperación de las islas Malvinas. Cuando se habla de colonialismo se entiende como la forma de dominación que una potencia ejerce sobre un país de manera directa, ocupándolo y gobernándolo. En general su derrota, no implica el fin total de la dominación sino que esta cobra otras formas más veladas, más simuladas.
Inscripta en la lucha anticolonial fue la campaña de San Martín contra los realistas en Chile y Perú y los ejércitos de Bolívar que venían guerreando desde el Norte de América del Sur. Como así también la heroica sublevación de los orientales liderados por Lavalleja y Oribe para echar al imperio de Brasil que ocupaba la provincia Oriental del Uruguay desde 1816. Hecho que rescataba la lucha inclaudicable de Artigas.
Una fecha fundamental en esa lucha, fue un día como hoy, el 20 de febrero de 1827, cuando el ejército comandado por Alvear logró el rotundo triunfo en Ituzaingo, sobre las fuerzas imperiales del Brasil. Apoyados por el almirante Brown, que a pesar de la inferioridad de la flota argentina, logró controlar la marina imperial e infligirle algunas derrotas.
Tras la renuncia de Rivadavia al frente del país y el rechazo por parte de las provincias de la Constitución de 1826, cada provincia reasumió su soberanía y nombró su propio gobierno. En la provincia de Buenos Aires en 1827, la Junta de Representantes eligió a Dorrego como gobernador. La situación que debió enfrentar era muy difícil, pues las provincias estaban enemistadas con Buenos Aires y la guerra con el Brasil para recuperar la provincia de la Banda Oriental, le insumía enormes recursos con el agravante que el comercio presentaba una fuerte retracción, frente al bloqueo del puerto de Buenos Aires por parte de la flota Imperial.
Las ideas federales del gobernante le permitieron alcanzar acuerdos con las provincias para que la guerra contra el Imperio se nacionalice. Así consigue que Santa Fe y Córdoba aporten hombres y recursos para la contienda. También los ganaderos, con Juan Manuel de Rosas como principal donante contribuyeron para sostener la contienda.
En el entramado de tan justa causa para recuperar el territorio perdido y en franca oposición ella, actúa Inglaterra a través de su representante Lord Ponsomby, quien con insistencia ante el emperador de Brasil y el gobierno de Argentina, busca la firma de la paz, para luego declarar a la Banda Oriental como República independiente.
Dorrego recurrió a diversas maniobras para evitar la propuesta inglesa. Además de pacificar el país, busca generar conflictos al interior del Imperio. Así apoya la insurrección de los mercenarios alemanes e irlandeses que el emperador había contratado para engrosar su ejército. Quienes, ante las malas condiciones de vida a que estaban sometidos, resuelven rebelarse y ofrecen unirse al ejército republicano. El levantamiento fue brutalmente reprimido y fracasan. En la búsqueda de aliados, solicita el apoyo de Bolívar y Sucre para que se establezca una alianza entre Colombia, Perú, Bolivia y Argentina. Sin embargo este plan fracasa por una infidencia de Manuel Moreno, que da a conocer el plan. Cuando Lord Ponsomby entra en conocimiento del mismo, acelera las maniobras para provocar el derrocamiento de Dorrego y lograr que la Banda Oriental se declare independiente del Brasil y de Argentina.
A mediados de 1828 en la legislatura pierden los federales y Dorrego fue abandonado por los hacendados que eran mayoría en Junta de Representantes. A su vez el Banco provincial, con fuerte participación de capitalistas ingleses, corta el crédito al gobierno. Se suma a la anterior maniobra emisiones clandestinas que afectaron el patrimonio de la provincia, todo lo cual fue denunciado por Manuel de Anchorena.
Solo y sin recursos y con la permanente presión de la diplomacia inglesa Dorrego se ve obligado a entrar en tratativas de paz con el Brasil.
Las sucesivas traiciones trabajadas por los intereses británicos desmembró un territorio unido por una historia común, al haber conformado el Virreinato del Río e la Plata. El ejemplo más claro fue la lucha de Artigas para sostener la entera región.
En las continuidades que presenta la Historia, se descubre hoy, como las traiciones vuelven a poner en retroceso los avances logrados en la lucha por recuperar el último bastión colonial inglés en territorio argentino. El valioso accionar del gobierno del Dr. Arturo Illia se perdió con la invasión promovida por la dictadura militar y el agravamiento de la política exterior de Menen. Si durante la década de gobiernos kirchneristas se vuelve a instalar el reconocimiento internacional sobre la necesidad de sentarse las partes a discutir el tema Malvinas, hoy el macrismo retrocede ante la presión de Inglaterra y Estados Unidos y concreta tratativas que agravian los intereses nacionales.
Hoy se negocia la sangre derramada en Malvinas, como en aquel acuerdo de paz se negoció el sacrificio de tantas batallas como Ituzaingo. Esas son las dramáticas continuidades en la historia.