Por Aída «Marisa» Toscani – Colaboración para la Revista La Ciudad de Concepción del Uruguay –
El resultado de las elecciones del 24 de febrero de 1946 en la Argentina generó un cambio en la vida política del país. Los partidos tradicionales que habían gobernado el país desde las primeras décadas del siglo XX, a partir de la sanción de la Ley Sáenz Peña, fueron derrotados por una nueva fuerza política liderada por el coronel Perón. El binomio presidencial triunfante de Juan Perón y Hortensio Quijano y en particular, en la gobernación de Entre Ríos de los candidatos electos a gobernador Héctor Maya y como vice Luis Chaile, iniciaron una nueva construcción política. Esta se enfocó en el mejoramiento de las condiciones laborales de trabajadores y trabajadoras y de la sociedad en general e impulsó medidas económicas que generaron un significativo desarrollo de la industria nacional, defendiendo el interés soberano contra el creciente avance imperial de los países triunfantes en la Segunda Guerra Mundial.
¿Cómo se explica el triunfo del peronismo tras la multitudinaria movilización del 17 de Octubre de 1945? ¿Qué actores sociales intervinieron en las prácticas políticas del nuevo espacio?
Para entender la atmósfera en la cual se organizó y desenvolvió el partido peronista, es preciso retrotraerse a la crisis económica mundial que estalla en 1929 y que repercutió en el ámbito nacional afectando profundamente la situación laboral de los trabajadores, con un significativo crecimiento de la desocupación. El golpe militar de 1930 que derrocó al gobierno constitucional de Hipólito Irigoyen profundizó las problemáticas sociales aumentando el nivel de pobreza. Esa realidad se sostuvo en los gobiernos conservadores que, enancados en el fraude electoral, se sucedieron a lo largo de la década y se caracterizaron por su corruptela y negociados que favorecían a los intereses de capitales foráneos. En ese mismo período, los conservadores se vieron obligados a introducir cambios en las políticas económicas al resentirse el circuito del comercio internacional e interrumpirse la provisión de materia manufacturada extranjera. Todo lo cual favoreció un crecimiento de la industria nacional que, para 1945, había superado en el producto bruto interno su valor con respecto a la agricultura. Los cambios en el formato económico implicaron, también, un movimiento poblacional de las zonas rurales a las grandes ciudades, registradas en el censo de 1947 donde se mostró que sólo una cuarta parte de la población económicamente activa se dedicaba a tareas agrícolas y afines (Potash, 1984, p. 15).
La Revolución militar del 4 de junio de 1943 significó una respuesta a los reclamos que se venían dando que modificaron la nefasta política del conservadorismo. El coronel Perón uno de los protagonistas del movimiento revolucionario impulsó desde su participación en el gobierno la puesta en marcha de la Secretaría de Trabajo y Previsión, lugar desde el cual promovió nuevas y mayores funciones sociales estatales dando respuesta a los permanentes reclamos de los trabajadores e introdujo fuertes mejoras en la situación laboral, poniendo en marcha lo que se conoció como la “Era de la Justicia Social.”
El trabajo desarrollado por el coronel Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión en favor de los trabajadores tejió una densa red con los sindicatos que pudo comprobarse en los sucesos ocurridos el 17 de Octubre de 1945, cuando una multitudinaria movilización de obreras y obreros reclamaron en la Plaza de Mayo por la libertad de Perón encarcelado y destituido de sus cargos por la presión de sectores del ejército y grupos económicos de poder, que no apoyaban sus políticas en favor de impulsar nuevos derechos laborales.
Tras los históricos sucesos del 17 de Octubre protagonizados por los/as trabajadores/as, el gobierno militar presidido por el general Farrell, abrió la instancia electoral para el 24 de febrero de 1946. El contexto mostraba al coronel Perón emerger fortalecido y ocupando un lugar expectante en el escenario político frente a la proximidad de las elecciones.
En Entre Ríos las heterogéneas fuerzas políticas que confluyeron en apoyo a Perón estuvieron constituidas por el Partido Laborista que ocupó un lugar preponderante y la Unión Cívica Radical (Junta Renovadora) que agrupaba a los sectores irigoyenistas opuestos a los antipersonalistas de Carlos de Alvear. Esta última fuerza había gobernado Entre Ríos desde 1914 y tras el golpe de 1930 continuaron en el poder, constituyendo lo que Maidana rescata de una definición de Ana Persello como “el puente de plata” entre el radicalismo y el conservadurismo.
El laborismo y la Junta Renovadora iniciaron un rápido armado organizativo para participar del acto electoral político donde enfrentaban a partidos de larga tradición como era la UCR, el Socialismo y el Partido Comunista y los Demócratas Progresistas en una alianza que denominaron Unión Democrática.
Construcción del Partido laborista
El 24 de octubre de 1945, tras reuniones decisorias entre los principales dirigentes sindicales a nivel nacional, se constituyó formalmente el Partido Laborista. Dicha fuerza, afirma Claudio Maidana, estuvo en la génesis del peronismo en Entre Ríos, cumpliendo un papel fundamental y prestando su dirigencia el prestigio de sus anteriores trayectorias al nuevo espacio que tuvo como lema “Una conciencia en marcha”.
En la provincia a partir de noviembre de 1945 para organizar el laborismo entrerriano se constituyó una Comisión provisoria presidida por Ricardo Lorenzón, un dirigente sindical de la fábrica de Portland de Paraná. Dentro de las autoridades, había dirigentes de distintos sindicatos como del ferrocarril, telefónicos, mozos, de la carne, representando cada uno diferentes localidades como Gualeguaychú, Diamante Victoria Concepción del Uruguay y Concordia. El laborismo, afirma el citado autor, no sólo aglutinó a dirigentes sindicales sino también a nacionalistas y profesionales como Luis Chaile de Concepción del Uruguay que ejercía tareas docentes y también un abogado como Juan Carlos Bacigalupo. Lo heterogéneo de la conformación del Laborismo en Entre Ríos fue coincidente con lo sucedido en Santa Fe, según afirma Darío Macor y en Córdoba como lo explica Cesar Tcach. Característica que se origina por la adhesión al laborismo entrerriano de sindicalistas mayoritariamente, de nacionalistas e integrantes del Partido Demócrata Nacional (conocido como Partido Conservador) siendo Carlos Granillo Posse de Concepción del Uruguay, el que más relevancia alcanzó.
El 12 de enero de 1946 se reunió el Congreso del Partido Laborista en Entre Ríos contando con la representación de los once departamentos de la provincia, donde se organizó una Junta de Gobierno constituida por delegados de cada uno de los departamentos. Los Comités y Centros Cívicos denominados “Juan Perón” fueron los espacios desde los cuales se realizó la ocupación territorial de la provincia, afiliando y adoctrinando a los y las simpatizantes y explicando los lineamientos programáticos sostenidos por el coronel Perón. La tarea militante fue muy significativa frente al escaso tiempo que medió entre la formación del partido y las elecciones y empujó el triunfo electoral de la fórmula Perón-Quijano a nivel nacional y de Maya-Chaile a nivel provincial.
Construcción de la UCR Junta Renovadora
La otra fuerza política que acompañó el triunfo de Perón fue la Unión Cívica Radical (Junta Renovadora) sobre la cual Maidana señala que se integró con “viejos militantes irigoyenistas que tenían el eje de su fuerza territorial en la costa del Uruguay.” Como testimonio de esta prevalencia los más importantes dirigentes como los hermanos Carlos y Héctor Maya, acompañados por su tío el capitán Baltasar Fernández, Roberto Massaferro, Alejandro Vela, Esteban Guastavino, oriundos todos de Gualeguaychú; de Concepción del Uruguay, eran Héctor Castagnino, Amadeo Barbará, Justo Artusi, Bernardo Erpen; de Concordia provenían Valentín Nieto, de Federación Manuel Santiago. Pero también hubo representantes de Paraná, Victoria, Diamante, Villaguay. Así los espacios proselitistas de la Junta Renovadora se extendieron por todo el territorio provincial organizados en Comités denominados “Hipólito Irigoyen.” Los cuadros políticos de esta fuerza, continúa Maidana, habían actuado en gobiernos anteriores si bien como opositores al unionismo radical ya que la UCR de Entre Ríos estuvo manejada por los antipersonalistas que venían gobernando la provincia desde hacía tres décadas desde 1914.
El autor citado explica también que la dirigencia de la Junta Renovadora provenía de los estratos altos y medios “de la sociedad entrerriana: abogados, médicos, contadores, docentes, comerciantes, empleados públicos, militares y productores agropecuarios.” En cuanto a sus posturas programáticas reivindicaban las políticas de defensa de lo nacional y respetando las ideas de un Estado Católico apoyaban la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Todo lo cual favoreció el fuerte acompañamiento de la jerarquía Eclesiástica al peronismo entrerriano.
Para dirimir los cargos electorales a nivel provincial, el laborismo y la UCR Junta Renovadora decidieron llegar a un acuerdo y presentarse con lista única hecho que se resolvió en una Convención provincial reunida en Basavilbaso el 20 de enero de 1946, explica Maidana. La segunda fuerza propuso a Héctor Maya como gobernador y la primera a Luis Chaile como vice y los cargos legislativos se repartieron entre ambos partidos aliados.
Rubén Bourlot en una nota publicada en La Ciudad Revista de Concepción del Uruguay, hace una reseña del candidato electo a gobernador de Entre Ríos en 1946.
Sobre Héctor Maya el autor señala que nació de Gualeguaychú en 1913, habiendo estudiado en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay. Completó sus estudios superiores en la Universidad de Buenos Aires recibiéndose de abogado a los 21 años. En ese espacio se formó como militante político pues presidió el Comité Universitario Radical alineado en las posturas irigoyenistas. Al reivindicar políticas nacionalistas y ser crítico de las oligarquías y del imperialismo, junto a sus hermanos formó parte del “grupo fundacional de la organización radical FORJA donde militó junto a Arturo Jauretche, Homero Manzi y Raúl Scalabrini Ortiz entre los principales dirigentes.” Desde ese espacio apoyó la gestión del coronel Perón frente a la Secretaría de Trabajo y Previsión participando en esa entidad como colaborador estrecho del líder. Dicha actividad le permitió construir una sólida práctica en lo atinente a gestión y además entablar importantes contactos con los principales dirigente políticos y sindicales de ese momento. Finalmente, en 1944 integrará el gabinete de Humberto Sosa Molina como ministro de Gobierno durante la intervención federal a la provincia de Entre Ríos. Al asumir como gobernador en 1946, tenía 33 años.
En cuanto a la figura de Luis Ceferino Chaile elegido como vicegobernador existen muy pocos datos. Martina Ferro Piérola establece que nació en Concepción del Uruguay en 1920 según datos obtenidos en el registro de la “Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días” en consecuencia al momento de asumir su cargo en 1946 tenía 26 años. Se desempeñaba como profesor de Artes y Oficios y era inspector de escuelas nacionales agrega Maidana.
Un tema que señala Ferro Piérola es la disputa político- territorial, que en este caso se evidencia en la representación de las dos fuerzas territoriales del estado provincial conformada por dos ejes. Uno, el eje de la costa del Uruguay, que alcanzó mayor preponderancia al estar representado por el gobernador, el vice y dos ministros. En tanto del eje de la costa de Paraná fueron nombrados cinco ministros, siendo cuatro oriundos de la ciudad de Paraná.
En general es posible señalar como trascendente, el papel jugado por la dirigencia sindical en la construcción del universo político en Entre Ríos. Así, las figuras más insignes pasaron a ocupar cargos legislativos provinciales o nacionales o importantes cargos en el Ejecutivo que favoreció la consolidación de posiciones de poder, hecho inédito en la historia de los partidos tradicionales.
Al analizar el desenvolvimiento del partido peronista entrerriano se coincide con Moira Mackinnon cuando se opone a la descripción que la tradición bibliográfica hace de esa fuerza en conceptos prevalecientes hasta la década de 1990. Dicha perspectiva le quitaba entidad al Partido Peronista al definirlo como verticalista, autoritario y hasta inexistente, por estar sujeto a las decisiones de su líder, Juan D. Perón. (Luna, 1984; Ciria, 1983; Cavarozzi, 1986; Little, 1973). La autora citada señala que, si bien Perón contaba con un fuerte liderazgo carismático utilizado en todo el proceso de construcción y consolidación del partido peronista, se vio obligado a recurrir a la negociación permanente con cada uno de los sectores que lo integraban, pues sus dirigentes venían de experiencias previas en la lucha por el poder, tanto en el ámbito político como en el sindical. Y que lo hacían valer al momento de decidir. (Mackinnon, 2002, pp. 21-30)
Las trayectorias previas de la dirigencia peronista de Entre Ríos, que posibilitó el triunfo de ese espacio, delineó las características del partido que resaltan cuando se lo estudia desde la escala local y regional. Siguiendo esta perspectiva de análisis, es particular del peronismo en Entre Ríos el apoyo del Arzobispado a esa fuerza política que buscó direccionar el voto de la feligresía católica desde la palabra de sus sacerdotes y con el acompañamiento en la campaña electoral del matutino La Acción que era el órgano de la Curia paranaense, como lo explica Maidana.
Esa actitud se diferenció de lo ocurrido en otras provincias como Córdoba, Santa Fe [1] y Buenos Aires[2] donde la Iglesia Católica mostró prescindencia en la contienda política entre las fuerzas que apoyaban a Perón y la oposición aglutinada en la Unión Democrática.
En el período de mayor avance de la Iglesia Católica en el gobierno de Entre Ríos, fue entre 1943 y 1944 cuando fue nombrado como interventor Carlos María Zavalla, que buscó imponer como núcleo del poder institucional al Ejército y la Iglesia, promoviendo las ideas nacionalistas, católicas y antiliberales. Durante ese período se nombraron en cargos significativos a dirigentes que provenían de sector católico y en Concepción del Uruguay se designó como intendente al presbítero Andrés Zaninetti. Por la fuerte oposición que generó la intervención de Zaballa en la provincia y los conflictos originados por sus políticas persecutorias a la oposición, fue reemplazado por el general José Sosa Molina muy cercano al coronel Perón por haber integrado el GOU y con un perfil que se diferenciaba de su antecesor.
Ante el llamado a elecciones del gobierno militar, la UCR, el socialismo, el Partido Comunista y la Democracia Progresista se aglutinaron en el espacio político que denominaron Unión Democrática (UD) donde el radicalismo impuso los candidatos, de presidente José Tamborini y de vice Enrique Mosca. En Entre Ríos la fracción unionista liderado por Carlos Alvear, prevalecía dentro de la UCR, sobre los intransigentes, sector que rescataba las políticas de Irigoyen. En consecuencia, el unionismo impuso la fórmula provincial de Entre Ríos que postuló como gobernador a Fermín Garay y a José Miguez como vice.
La apoyatura que recibió la UD de los medios de comunicación locales en muchas ciudades de Entre Ríos fue muy manifiesta. Como ejemplo mencionamos al “El Diario” de Paraná constituida por una sociedad anónima integrada por Arturo Etchevehere, Eduardo Laurencena, Emilio Poitevin, ligados a la Unión Cívica Radical unionista, según informa Maidana. Esa fuente de noticias tuvo un papel significativo en su crítica permanente al gobierno militar instaurado en 1943, acusándolo de una alianza con las fuerzas nazi-fascistas. Ya en plena campaña electoral el matutino realizó una gran cobertura de los actos proselitistas, difundiendo las posturas programáticas de la UD y reproduciendo los discursos de los candidatos. El matutino “La Calle” de Concepción del Uruguay también mostró un tajante apoyo a la UD, llenando sus páginas con notas sobre la campaña que esa fuerza realizaba. Al referirse a los candidatos los definió como “personalidades políticas democráticas” oponiéndolos al nazifascismo que caracterizaba al peronismo. También abundaban en una sonora adjetivación para describir los actos partidarios y el comportamiento de sus seguidores al calificarlos “con una delirante demostración de adhesión”[3]
La cobertura que el matutino La Calle de Concepción del Uruguay realizó del acto central de la UD en esa ciudad, se desplegó a lo largo de cinco columnas y encabezada por un gran titular “Más de cinco mil personas asistieron el domingo.” con la presencia de los candidatos nacionales y provinciales. El periodista define al acto de “singular trascendencia por la tranquilidad y la cultura que presidio en todos ellos, demostrativo de un calificado espectáculo de civismo”
En contrario al apoyo a la UD, al realizar un recorrido por las páginas de La Calle entre diciembre de 1945 y marzo de 1946 cuesta encontrar una noticia protagonizada por Héctor Maya y Luis Chaile. La difusión de los actos de campaña del peronismo se expresó en informes breves y sin fotos. Cuando cubrían algún evento del peronismo además de su brevedad los presentaban asociados con hechos de violencia con muertos y heridos durante el acto.[4]
El sintético análisis nos lleva a concluir que los medios audiovisuales de comunicación aliados a la UD construyeron a través del discurso una simbología arquetípica del peronismo asociándolo al autoritarismo, la violencia, la falta de cultura y de espíritu democrático. En tanto que los partidos tradicionales aglutinados en la UD, se atribuyeron los más altos valores republicanos. Así buscaron esmerilar el rotundo triunfo de Juan Perón en elecciones limpias donde el pueblo demostró la racionalidad de su voto. A esa conclusión arriba Ernesto Laclau (2005) cuando explica la razón por la cual una amplia mayoría eligió a los candidatos que habían demostrado que la realidad de pobreza en la cual vivían, podía ser transformada en una realidad donde la Justicia Social jugase como eje fundamental. Desde esa plataforma y a pesar de todos los obstáculos, el coronel Perón alcanzó el rotundo triunfo electoral del 24 de febrero de 1946, que modificó las perspectivas políticas de Argentina, al introducir de manera definitiva a les trabajadores y a las mujeres, en el escenario principal de nuestra Historia.
[1] Macor Darío, “Las tradiciones políticas en los orígenes del peronismo santafesino”, en Macor Darío –
Tcach, Cesar, “La invención del peronismo en el interior del país”, UNL, Santa Fe, 2003, pp. 106 – 107
[2] Aelo, Oscar. (2012). El peronismo en la provincia de Buenos Aires. 1946-1955. Caseros: Eduntref.
[3] El Diario 3/02/1946
[4] La Calle 16/01/46
Bibliografía consultada
Aelo, Oscar. (2012). El peronismo en la provincia de Buenos Aires. 1946-1955. Caseros: Eduntref.
Bourlot, Rubén. Entre Ríos ante un cambio de los vientos de la política. https//la ciudadrevista.com
Laclau, E. (2005). La razón populista. Buenos Aires: FCE
Mackinnon, M. (2002). Los años formativos del Partido Peronista. Buenos Aires: Siglo XXI.
Maidana, Claudio. (2018) Instituciones y actores políticos en la formación del peronismo en
Entre Ríos 1943 – 1946. VI Congreso de Estudios sobre el Peronismo (1943-2018)
Ferro Piérola, Martina (15 julio 2019) El gobierno de Héctor Domingo Maya: trayectorias políticas y perfiles profesionales del elenco estatal en la provincia de Entre Ríos (1946- 1950), Revista de Estudios Marítimos y Sociales, Nº 15, julio 2019, pp. 159-183.
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 14/6/2022