por Rodolfo Oscar Negri –
Uno de los mayores escritores argentinos no obstante el cobarde sabotaje gorila a su extensa obra, perteneciente -indudablemene- al “Olímpo” que ocupan los iconos como Jorge Luis Borges, Cortázar y otros; un día como hoy -26 de junio-, pero hace mas de 50 años, entraba en el comando celestial del campo nacional y popular.
Un enorme intelectual que se destacó en casi todos los géneros literarios: poesía, ensayo, narrativa y teatro.
Movido por un alma con inquietudes y su conciencia social, la política nunca estuvo ausente en la vida del poeta.
Simpatizante del socialismo en su juventud, en la década del 40 Marechal apoya con firmeza la irrupción de peronismo en la vida política nacional.
El propio Marechal recuerda así el 17 de octubre de 1945:
«El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García. Mi domicilio era este mismo departamento de calle Rivadavia. De pronto me llegó desde el Oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y, enseguida, su letra:
«Yo te daré/
te daré, Patria hermosa,/
te daré una cosa,/
una cosa que empieza con P/
Perooón».
Y aquel «Perón» resonaba periódicamente como un cañonazo.
Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí, y amé los miles de rostros que la integraban no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina «invisible» que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas, y que no bien las conocieron les dieron la espalda. Desde aquellas horas me hice peronista».
En esos años del primer peronismo, Marechal escribe su obra más importante, «Adán Buenosayres». Es una novela-ensayo, donde con compromiso social e histórico, «parodia las hipocresías, egoísmos y esnobismos de buena parte de la sociedad» y del antiperonismo.
Su Adán Buenosayres (1948) está considerada por muchos como la novela fundamental de la literatura argentina. Toda la obra de Marechal después de 1955 fue proscrita por la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu y desterrada de los manuales de literatura y de las librerías. Perseguido por el régimen de la Revolución Libertadora debido a sus ideas políticas y sus denuncias públicas acerca de torturas que utilizaba el régimen de facto, decidió exiliarse brevemente en Santiago de Chile.
Así, la caída del peronismo lo lleva al ostracismo intelectual, a la soledad y al olvido; no obstante tiene una activa participación en lo que se llamó la Resistencia Peronista.
Toda la obra de Marechal después de 1955 fue injustamente proscrita y por lo tanto desterrada de los manuales de literatura y de las librerías, al tener que soportar la discriminación de los “generadores de prestigio”, por el compromiso de toda su vida con el pueblo humilde. El aparato cultural de la oligarquía no podía permitir que un peronista fuera reconocido como un gran autor nacional.
Derrumbando la imagen sarmientina que vinculaba dicho movimiento nacional con la “barbarie” y recuperado por la crítica y las nuevas generaciones literarias, sus obras lo convierten hoy en uno de los escritores fundamentales de la literatura argentina e hispanoamericana.
Infinidad de obras como, “Adam buenosayres”, “Megafón o la guerra”, “El banquete de Severo Arcángelo” y muchas otras, testifican tanto su increíble sensibilidad y creatividad, como la proscripción ideológica intelectual a la que fue sometido
Este es uno de sus tantos y notables poemas
CREDO A LA VIDA
Creo en la vida todopoderosa,
en la vida que es luz, fuerza y calor;
porque sabe del yunque y de la rosa
creo en la vida todopoderosa
y en su sagrado hijo, el buen Amor.
Tal vez nació cual el vehemente sueño
del numen de un espíritu genial;
brusca la senda, el porvenir risueño,
nació tal vez cual el vehemente sueño
de un apóstol que busca un ideal.
Padeció, la titán, bajo los yugos
de una falsa y mezquina religión;
veinte siglos se hicieron sus verdugos
y aun padece, titán, bajo sus yugos
esperando la luz de la razón.
Fue en la humana estultez crucificada;
murió en el templo y resurgió en la luz…
¡Y, desde alli, vendra como una espada,
contra esa Fe que germino en la nada,
contra ese dios que enmascaro la cruz!
Creo en la carne que pecando sube,
creo en la Vida que es el Mal y el Bien;
la gota de agua del pantano es nube.
Creo en la carne que pecando sube
y en el Amor que es Dios.
¡Por siempre amén!
Esta articulo fue publicado por la revista La Ciudad el 26/6/2017