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JUNIO DE 1970: MUERE LEOPOLDO MARECHAL

Leopoldo Marechalpor Rodolfo Oscar Negri     –

Uno de los mayores escritores argentinos no obstante el cobarde sabotaje gorila a su extensa obra, perteneciente -indudablemene- al “Olímpo” que ocupan los iconos como Jorge Luis Borges, Cortázar y otros; un día como hoy -26 de junio-, pero hace mas de 50 años, entraba en el comando celestial del campo nacional y popular.

Un enorme intelectual que se destacó en casi todos los géneros literarios: poesía, ensayo, narrativa y teatro.

Movido por un alma con inquietudes y su conciencia social, la política nunca estuvo ausente en la vida del poeta.

Simpatizante del socialismo en su juventud, en la década del 40 Marechal apoya con firmeza la irrupción de peronismo en la vida política nacional.

El propio Marechal recuerda así el 17 de octubre de 1945:

«El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García. Mi domicilio era este mismo departamento de calle Rivadavia. De pronto me llegó desde el Oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y, enseguida, su letra: 

«Yo te daré/ 
te daré, Patria hermosa,/ 
te daré una cosa,/ 
una cosa que empieza con P/ 
Perooón». 
 
Y aquel «Perón» resonaba periódicamente como un cañonazo. 
 
Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí, y amé los miles de rostros que la integraban no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina «invisible» que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas, y que no bien las conocieron les dieron la espalda. Desde aquellas horas me hice peronista». 

Pero Marechal no sólo adhiere intelectualmente al justicialismo sino que se involucra de lleno en la gestión del primer peronismo. Primero en la Biblioteca Popular de Villa Crespo, luego presidente del Consejo General de Educación y la dirección General de Escuelas de Santa Fe, según enumera el libro «Los Malditos». Ya en el gobierno nacional, Leopoldo Marechal fue el director General de Cultura de la Nación de Juan Perón. También fue director nacional de Enseñanza Superior y Artística.
 
En esos años del primer peronismo, Marechal escribe su obra más importante, «Adán Buenosayres». Es una novela-ensayo, donde con compromiso social e histórico, «parodia las hipocresías, egoísmos y esnobismos de buena parte de la sociedad» y del antiperonismo.
Adán Buenosayres es también una novela en clave. Detrás de los personajes principales se puede reconocer a escritores y miembros de la vanguardia porteña que el autor conoció en su juventud. Así, en la figura del astrólogo Schultze se advierten los rasgos de la personalidad del artista Xul Solar, y en el filósofo Samuel Tesler, a Jacobo Fijman, poeta judío converso al catolicismo. Borges, quien fue amigo de Marechal en su juventud pero se alejó de él a causa del peronismo, es visible en el poeta cegato y aficionado al criollismo, Luis Pereda. El intelectual nacionalista Raúl Scalabrini Ortiz está retratado en el petiso Bernini, y Victoria Ocampo aparece caricaturizada en el Infierno de la Lujuria en la figura de Titania.
En aquellos días de cultura popular del peronismo, a Marechal le ceden el teatro Cervantes para estrenar su obra «Antígona Vélez», bajo la dirección del mismísimo Enrique Santos Discépolo. En 1951, esa obra recibe el Primer Premio Nacional de Teatro. Es una bella y acriollada versión del mito griego.
Durante las sucesivas dictaduras de Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu, permaneció proscripto militando activamente en la resistencia peronista. En 1956 Marechal redactó junto con el general Juan José Valle una proclama «al pueblo de la Patria».

Su Adán Buenosayres (1948) está considerada por muchos como la novela fundamental de la literatura argentina. Toda la obra de Marechal después de 1955 fue proscrita por la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu y desterrada de los manuales de literatura y de las librerías.​ Perseguido por el régimen de la Revolución Libertadora debido a sus ideas políticas y sus denuncias públicas acerca de torturas que utilizaba el régimen de facto, decidió exiliarse brevemente en Santiago de Chile.

Así, la caída del peronismo lo lleva al ostracismo intelectual, a la soledad y al olvido; no obstante tiene una activa participación en lo que se llamó la Resistencia Peronista.

Recién a mediados de la década del 60 vuelve a publicar.
En 1965 edita «El banquete de Severo Arcángelo» y el ensayo «La Autopsia de Creso». En 1966 publica «Heptameron» y «Cuadernos de navegación».
Resalta una nota del primer tomo del libro «Los Malditos», trabajo coordinado por Norberto Galasso, que Marechal viajó a Cuba en 1966, para hacer una nota de la revista Primera Plana y, durante febrero y marzo, hacer de jurado de un concurso literario de la Casa de las Américas. A su regreso, pese a su fervoroso cristianismo, el poeta entregó un artículo titulado «La isla de Fidel», donde defendía y exaltaba la revolución, como expresión de autentico cristianismo. El texto de Marechal irritó a los militares gobernantes usurpadores del poder de entonces y fue levantado de la revista cuando está ya se había empezado a imprimir.
 
Leopoldo Marechal conjugó la excelencia artística y la formación intelectual con el compromiso social y la política.

Toda la obra de Marechal después de 1955 fue injustamente proscrita y por lo tanto desterrada de los manuales de literatura y de las librerías, al tener que soportar la discriminación de los “generadores de prestigio”, por el compromiso de toda su vida con el pueblo humilde.  El aparato cultural de la oligarquía no podía permitir que un peronista fuera reconocido como un gran autor nacional.

Derrumbando la imagen sarmientina que vinculaba dicho movimiento nacional con la “barbarie” y recuperado por la crítica y las nuevas generaciones literarias, sus obras lo convierten hoy en uno de los escritores fundamentales de la literatura argentina e hispanoamericana.

Infinidad de obras como, “Adam buenosayres”, “Megafón o la guerra”, “El banquete de Severo Arcángelo” y muchas otras, testifican tanto su increíble sensibilidad y creatividad, como la proscripción ideológica intelectual a la que fue sometido

Este es uno de sus tantos y notables poemas

CREDO A LA VIDA

Creo en la vida todopoderosa,
en la vida que es luz, fuerza y calor;
porque sabe del yunque y de la rosa
creo en la vida todopoderosa
y en su sagrado hijo, el buen Amor.

Tal vez nació cual el vehemente sueño
del numen de un espíritu genial;
brusca la senda, el porvenir risueño,
nació tal vez cual el vehemente sueño
de un apóstol que busca un ideal.

Padeció, la titán, bajo los yugos
de una falsa y mezquina religión;
veinte siglos se hicieron sus verdugos
y aun padece, titán, bajo sus yugos
esperando la luz de la razón.

Fue en la humana estultez crucificada;
murió en el templo y resurgió en la luz…
¡Y, desde alli, vendra como una espada,
contra esa Fe que germino en la nada,
contra ese dios que enmascaro la cruz!

Creo en la carne que pecando sube,
creo en la Vida que es el Mal y el Bien;
la gota de agua del pantano es nube.
Creo en la carne que pecando sube
y en el Amor que es Dios.
¡Por siempre amén!

Esta articulo fue publicado por la revista La Ciudad el 26/6/2017

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