Los productores porcinos, avícolas y de citrícolas observan distintos impactos generados por la apertura de importaciones. Preocupación por industrias que pueden llegar a fundirse, sobreoferta y quejas sobre las condiciones del producto que ingresa a Argentina.

La decisión del gobierno de Javier Milei de abrir de manera indiscriminada las importaciones de alimentos pone en tensión a las economías regionales. En Entre Ríos, particularmente, la determinación afecta a estructuras productivas que no acuerdan con la resolución oficial, que la consideran inconsulta, intempestiva y, en casos, incoherente.
Una de las cadenas que más reparos ha presentado es la porcina. Especialmente, porque en los últimos años la provincia se ha consolidado como la cuarta productora de carne de cerdo, con una suba en 2023 del 4% y un consumo que ha crecido notablemente en la última década, pasando de 9 kilos por año por habitante a 17. En ese marco, consideran que la apertura de importaciones es contraria a los intereses de aquellos que explotan recursos locales.
Sebastián Bouzada es presidente de la Cámara de Productores Porcinos de Entre Ríos (Capper) y en diálogo con El Destape expresó la postura de la entidad al respecto. “Al sector esta decisión le cae muy mal. Las importaciones ya estaban abiertas, pero ahora se da más facilidades para que traigan carne y eso ya lo vivimos. En otra época fue causante de un gran mal, se fundieron productores, se fundieron industrias”, afirmó. El dirigente y productor resaltó: “Lo más incoherente de todo es que debería ser al revés. No se entiende por qué no se da este tipo de beneficios a insumos que son importados, por ejemplo. Eso sí haría bajar el costo de la producción. En cambio, lo que se va a importar son productos que se venden directo en góndola, como la bondiola de Brasil, que ingresa congelada y se vende fresca, infringiendo además una normativa de Senasa”.
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Bouzada consideró la apertura “poco inteligente”. Y subrayó: “No se le agrega valor a la cadena, lo que viene de afuera va a competir con la producción local. Es una competencia desleal, contra productores de Brasil, Dinamarca, de países sin inflación, sin Impuesto al Cheque y otros tributos que acá sí están”.
Desde Capper y la federación que nuclea a la producción porcina nacional se trabajan en gestiones para revertir la determinación oficial, con otro argumento que, a simple vista, es bastante lógico. “El cerdo es uno de los únicos productos que bajó entre el 15% y el 20%. Es decir, no ha subido. Pero supuestamente abren para que las cosas bajen. Es insólito. Por eso hay preocupación, somos una provincia con 200 productores y 30 mil madres, que precisa promoción del consumo interno, no que se traigan cosas de afuera”, señalaron.
La producción avícola en Entre Ríos es otra de las economías regionales que más trabajo genera y que mayor ingreso de divisas promueve. La provincia cuenta con frigoríficos exportadores y abastece a un mercado interno que no ha bajado, en general, en su consumo, dado que es la proteína cárnica más barata.
“Las importaciones están abiertas, el 98% de lo que viene es de Brasil. En principio, no podría venir pollo de otros lugares, por la Influenza Aviar. No preocupa demasiado que venga porque somos competitivos, hay 49 kilos de consumo por persona x año, incluso más que la carne bovina”, indicó a El Destape, Roberto Domenech, del Centro de Procesadoras Avícolas (CEPA) de Entre Ríos.
El dirigente dijo que, en principio, sí resulta poco entendible la importación si se tiene en cuenta que “es un producto que no falta en góndola, es el más barato en proteína animal y aumenta en función de la realidad, como aumenta todo”. Y detalló: “La luz subió 150%, ahora viene la suba de gas, la mano de obra se actualizó. Es imposible que no suba todo”.
El dirigente consideró, asimismo, que “cuando se cambian las reglas de juego es más delicado porque las hay para quienes importan y las hay también para quienes abastecen el mercado interno”. Domenech hizo referencia, en ese punto, al acceso a dólares y otros puntos que son clave y que resultan dificultosos para enviar productos afuera, pero que son sensiblemente más sencillos para los que traen de afuera.
En ese marco, el dirigente avícola sí ve como un peligro el hecho de que haya una sobreoferta de pollo en góndola: “Si el pollo está abastecido y van a importar los supermercados, lo que uno ve de alto riesgo es que haya mucho y el dueño de una cadena termine por decirle al productor de acá que no le venda. Eso significaría una pérdida importante, de una producción que lleva meses”.
por JUAN PABLO SCATTINI (Entre Ríos)
(fuente: El Destape)