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Desigualdades de género

Por Valentina Castro (**)

La emergencia sanitaria puso sobre relieve la profundización de desigualdades de género preexistentes, evidenciando que lejos de existir una mano invisible en el mercado, existe, en cambio, un universo de manos históricamente inivisibilizadas, que realizan un aporte que debe reconocerse.

 

De acuerdo a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), en el segundo trimestre de 2020, es decir, en el peor momento de la pandemia hasta ahora, la tasa de desocupación alcanzó el 13,1 por ciento. Por su parte, en el caso de las mujeres, la tasa era de dos dígitos (11,2 por ciento) en el segundo trimestre de 2019 y un año después esta cifra se incrementó, caracterizado por contexto de ASPO: la tasa de desocupación femenina alcanzó 13,5 por ciento.

El impacto desigual es evidente particularmente en el grupo etario de las mujeres jóvenes de 14 a 29 años. Fueron las que experimentaron mayores incrementos en los niveles de desocupación. Durante el segundo trimestre la tasa de desocupación fue 5,8 puntos más alta que la de los varones, alcanzando la brecha más importante de los últimos 5 años. Sólo entre el primer y el segundo trimestre del 2020 la tasa de desocupación creció en 4,6 puntos, al pasar del 23,9 al 28,5 por ciento. Asimismo, en su comparación interanual la desocupación en esta franja etaria se incrementó en 5,1 puntos (23,4 al 28,5 por ciento). De las evidencias expuestas es posible afirmar que la erradicación de la feminización de la pobreza y la construcción de la igualdad de género es un imperativo moral y político.

En las últimas décadas la feminización de las resistencias populares logró intervenir en el ámbito de la justicia social. Este concepto expresa el rol de las mujeres en las organizaciones de lucha, indígenas, campesinas y barriales, conformadas por trabajadoras de triple jornada. Se trata de un avance que coloca a los feminismos populares en un nuevo paradigma, que exige una pedagogía activa que permita la vinculación de las definiciones ideológicas con las prácticas.

El fenómeno de asociatividad alrededor de la economía del cuidado afirma la interseccionalidad concebida desde el feminismo popular, otorgando un cambio de postura analítico con respecto a las desigualdades constitutivas de un sistema económico que repartió el cuidado de forma desigual. Surge, entonces, la necesidad de superar la univocidad cristalizando los impactos diferenciales.

La alianza de los cuerpos en el plano político no se reduce a un solo terreno, la disputa por lo público abarca una pluralidad de estrategias en la materialidad de las acciones colectivas. Las referentes de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) que forman parte a nivel nacional de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) aportan experiencias valiosas de organización. La contrapartida de la crisis fue desde la lógica propia del cuidado: la colectivización de la reproducción social.

La promoción de estrategias de cuidado sanitario y educación popular, la creación de Espacios para la Primera Infancia en los Polos Productivos, la inserción de lógicas ambientalistas, y las rondas territoriales de promotoras, expresan que, allí donde el acceso a los servicios básicos es restringido, las mujeres organizadas defienden la trinchera cotidiana desde los comedores. Estas experiencias dan cuenta de la articulación entre sectores que se anudan alrededor de los cuidados comunitarios.

El impacto desigual se encuentra relacionado con la distribución asimétrica de las tareas del cuidado que las crisis profundizan. Entre las variables posibles para salir de la pandemia, son reivindicables estas experiencias y emerge la necesidad de avanzar sobre una perspectiva de género que logre articular las demandas desde la interseccionalidad para repensar de forma transversal los vectores de desigualdad y las estructuras que los sostienen. La discusión es sobre quiénes producen valor y sobre el reconocimiento que merecen.

(**) Investigadora de CEPA (Centro de Economía Política Argentina)

Fuente: Página/12