por Pablo Stein –
Legalmente la ciudad de Buenos Aires es desde 1880 la capital de la República Argentina y desde 1994 además, Ciudad Autónoma.
Por 1815 tanto José Gervasio de Artigas, Protector de los Pueblos Libres, como Don Francisco Candiotti, gobernador de Santa Fe, coincidían en que Buenos Aires no debía ser la capital una vez conseguida la independencia que precisamente desde la ciudad puerto demoraban cada vez más en declarar.
Si en los albores de nuestro nacimiento como nación ya se planteaba un tema tan crucial, es lógico que cuando en la presidencia de Avellaneda (1874-1880) se vaya a determinar si Buenos Aires seria federalizada o no, se produjeran acalorados debates en el Congreso.
El rechazo de la provincia
Si bien la constitución de 1853 declaro capital a la ciudad de Buenos Aires, la provincia rechazo una resolución que la despojaba de la aduana que era su principal fuente de recursos.
Es por ello que Paraná paso a ser la capital de la Confederación y Buenos Aires separada del resto de las 13 provincias que por entonces existían conservo su autonomía e incluso negociaba en forma independiente con las potencias extranjeras.
Cepeda y el fin de la autonomía porteña
Se trata de la segunda batalla de Cepeda y también de la segunda derrota de las tropas porteñas, y por la cual en 1859 terminan aceptando, aunque con enmiendas a la constitución, que las autoridades de la Republica residirán en “la ciudad que se declare capital de la Republica”.
La entrega de Pavón
Después de la batalla de Pavón, triunfante Mitre, plantea que debe resolverse el problema y surgen los nombres de San Nicolás, San Fernando, Rosario, Fraile Muerto (Bell Ville). Incluso se reflota una propuesta de Sarmiento que consistía en construir una nueva capital en la isla Martin García con el nombre de “Argirópolis”, pero el propio Sarmiento ya en ejercicio de la presidencia la desecha por los altos costos que hubiera demandado. Una cosa es proponer desde el llano y otra cuando te toca gobernar, eso quedó más que en evidencia aquí.
La raíz del problema
De cualquier manera, el presidente residía en Buenos Aires y desde allí gobernaba, pero el problema no está en realidad en donde va a estar la capital, sino donde ha de estar la aduana.
Además, para complicar aún más las cosas, tanto el gobierno provincial, como el nacional se encontraban en la misma ciudad por lo cual el presidente Avellaneda decidió instalarse en Belgrano que por entonces estaba fuera de la ciudad y por decreto cerró los puertos de Buenos Aires y Ensenada y declaró el estado de sitio ante una rebelión iniciada por Carlos Tejedor que no aceptó la derrota electoral en manos de Julio Argentino Roca que es quién sucederá al presidente Avellaneda y movilizará tropas que finalmente serán derrotadas con un saldo de numerosos muertos y heridos.
Roca impone a Buenos Aires
El 12 de octubre de 1880, Julio Argentino Roca asume la presidencia de la nación y debe ejecutar la ley de federalización aprobada por el Congreso el 21 de septiembre de ese mismo año.
Si bien Roca en determinado momento había pensado llevar la capital a Rosario, al fin opta por Buenos Aires. Es que, si la provincia continuaba reteniendo su ciudad capital, el gobernador de ella tendría más poder que el presidente gobernando el país desde una ciudad de provincia que no superaba por entonces los 30.000 habitantes.
La solución definitiva se dio cuando al realizarse nuevas elecciones a la legislatura porteña, los candidatos impuestos por Roca impulsaron un trámite para que se realizase la cesión de Buenos Aires a los efectos de que se convirtiera en forma definitiva en la capital de la república.
Dos años más tarde, en 1882. La Plata será declarada capital de la provincia.
Bibliografía consultada:
Atilio García Mellid; “Proceso al liberalismo argentino”
Álvaro Yunque; “Historia de los argentinos”
Leonardo Paso; “Compendio de historia argentina”