Violeta Parra constituye un referente de la música popular chilena para el mundo. Su veta artística se plasmó en numerosos matices: artista de radio, compositora y recopiladora folclórica, artista plástica, poeta. Su obra pudo llegar al público masivo gracias a la efectiva relación que tuvo la artista con la industria musical, convirtiéndose así en un ejemplo de cómo la industria y el arte pueden tener una relación armoniosa.
Amiga soy de la lluvia
porque es un arpa cantora
de alambres y de bordonas
que tuntunean con furia…
El 5 de febrero de 1967, Violeta Parra se suicidó. Las razones tal vez nunca se sepan, pero su legado artístico permanecerá por siempre.
Violeta es considerada un referente de la música popular chilena y que logró proyectarse al mundo. Cantante, poetisa, compositora, pintora, escultora, bordadora, ceramista y madre de cuatro hijos.
Desde pequeña se inició en el canto y en 1942 obtuvo el primer lugar en un concurso organizado en el Teatro Baquedano.
Su sensibilidad y solidaridad la llevaron a estar en contacto con la realidad social. En esta línea asumió la izquierda como postura política y se dedicó a indagar en las raíces de la música popular.
En 1952 recorrió los barrios más pobres de Santiago de Chile y las comunidades mineras y recolectó las canciones anónimas que proyectó en un programa radial. Dos años después fue galardonada con el premio Caupolicán y ese mismo año contrajo matrimonio con Luis Arce.
Violeta Parra fue una investigadora del folclore chileno. Su obra recopilada es inmensa y comprende numerosos géneros, como tonadas, parabienes o villancicos.
Su labor de difusora de la expresión del pueblo campesino la volcó en composiciones musicales como Casamientos de negros (1955), Yo canto la diferencia (1961), Una chilena en París (1965), Qué dirá el Santo Padre (1965), Rin del angelito (1966), Run run se fue pal Norte (1966), Volver a los diecisiete (1966) y Gracias a la vida (1966), muchas de las cuales han sido grabadas por destacados intérpretes.
Su creatividad la llevó también a cultivar la cerámica, la confección de tapices, la pintura y la poesía. Los dolores y las alegrías de su vida alientan los versos de A lo humano y a lo divino.
Violeta viajó por varios países de Europa en la década de los 50 y a su regreso pasó por Francia donde grabó temas del folclore de Chile para el sello musical Le Chant Du Monde.
En 1956 la designaron directora del museo de Arte Popular de la Universidad de Concepción. En 1964 organizó una exposición individual sobre su obra plástica en el Museo del Louvre (París).
Recorriendo su país conoció al gran amor de su vida, el antropólogo y musicólogo suizo Gilbert Favre, con quien vivió en Ginebra, pero también se convirtió en el destinatario de sus más importantes composiciones de amor y desamor: Corazón maldito, El gavilán, gavilán, Qué he sacado con quererte, entre otras.
El final de una gran artista
La muerte de Violeta Parra sorprendió a su familia y al mundo. Jamás imaginaron que la autora del tema “Gracias a la vida” se suicidaría.
“Me falta algo, no sé qué es. Lo busco y no lo encuentro. Seguramente no lo hallaré jamás”, manifestó Violeta a un periodista luego del lanzamiento de su último disco.
El 5 de febrero de 1967 Violeta Parra uso un revólver para quitarse la vida, algunos aseguran que fue víctima de una profunda depresión.
Las razones tal vez nunca se sepan, pero su legado artístico permanecerá por siempre.
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 5/2/2018