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Un año después

por Martín Oliva      –

 Hace un año, el 11 de abril de 2024, dimos a conocer una toma de posición pública donde hacíamos una serie de consideraciones respecto de la etapa nueva, desconocida, en la que entraba nuestro país a partir de la Presidencia de Javier Milei.

Lo hicimos en una fecha muy cara a los entrerrianos, vinculada con una de nuestras máximas figuras históricas –Justo José de Urquiza, el organizador de la Nación– quien abriera un rumbo para la Argentina que no se terminó de concretar como él lo soñara. Lamentablemente, hoy el camino de quienes conducen el Gobierno Nacional parece alejarse de una manera brutal de aquellos horizontes que, como dice nuestra canción patriótica entrerriana, auguraban “la paz, el amor, la belleza, de un futuro argentino mejor”.

Un año después, debemos decir, con amarga serenidad, que no nos equivocamos. Todo fue como lo adelantamos, y aún peor: la sociedad argentina está viviendo uno de sus peores momentos desde la recuperación de la democracia en 1983. La universidad entró en tensión, la salud pública está amenazada, la cultura desfinanciada y agraviada, nuestros jubilados y jubiladas humillados y despreciados (y la única respuesta del Gobierno a sus reclamos es planificar más represión), nuestras pymes bajando sus persianas a pasos agigantados (ya son más de 12.000[1]); la sociedad crispada y enfrentada a partir de dicotomías falsas propuestas desde la cúspide de la comunicación presidencial; las instituciones resquebrajadas con un Congreso donde se ven escenas que lo degradan, y una Justicia a la que el Ejecutivo pretende manipular desde su propia Corte Suprema; a todo ello se le suma la inaudita criptoestafa, la primera vez en la historia que un Presidente argentino se ve involucrado directamente en la promoción de un robo a las personas, mintiendo además a la vista de todos, para despegarse luego de una estafa que ese mismo Presidente comparó, públicamente, con un casino. Y como si todo lo anterior no fuera suficiente, el Gobierno de Javier Milei nos lleva a un nuevo endeudamiento en el que su ministro Luis Caputo, responsable principal del endeudamiento anterior, vuelve a hundir a varias generaciones de argentinos y argentinas, configurando un verdadero récord mundial digno del libro Guinness[2].

Hace un año decíamos, al pintar la triste situación que el país ya presentaba, que las responsabilidades por ella son compartidas, que no pueden ser soslayadas ni ignoradas por más esfuerzo retórico que se quiera hacer. Hoy ratificamos lo dicho: la llegada de Milei al gobierno es el resultado de muchas promesas incumplidas durante los 40 años de la democracia argentina. Pero también advertíamos que las recetas que propone la administración actual, aunque se las pretenda presentar como novedosas, son, como dice el viejo dicho español, “vino viejo en odres nuevos”. Decíamos que no serán medidas que impulsen un nuevo sendero de desarrollo y progreso para los argentinos que se encuentre basado en el trabajo, la producción y la educación como pilares para la movilidad social ascendente. Todo lo contrario. Apenas un año después vemos los primeros resultados.

En estos doce meses, en la Argentina se ha realizado una formidable reestructuración de los ingresos en donde los sectores más perjudicados son los trabajadores y los jubilados, con una licuación brutal de su capacidad adquisitiva: un promedio de caídas de hasta 30 por ciento en el poder de compra real de planes sociales, salarios y jubilaciones. A excepción de la AUH, único ingreso que el Gobierno recompuso (con una mejora del 27%) todo el resto del espectro muestra caídas que van del 8% (salarios privados) hasta el 30% (salario mínimo docente) y un 46% en planes (Potenciar Trabajo)[3]. Tal como lo dijimos, la célebre motosierra del Presidente, al contrario de lo que anunció en campaña, hizo todos los recortes por lo más delgado, desprotegiendo a asalariados y desfinanciando salud y educación, paralizando la obra pública lo que amenaza, por ejemplo, la salida de las exportaciones, por la nula inversión en las redes viales, y llegando al paroxismo de la negligencia gubernativa al desentenderse por ejemplo de los pacientes oncológicos de todo el país.

Decíamos hace un año además que todo, siempre, repercute con mayor gravedad en los extremos: los adultos mayores y los más pequeños. Una familia que ve recortado de forma abrupta su salario no podrá mantener, en muchos casos, la correcta alimentación y estimulación que es necesaria durante los primeros años de vida de los niños y niñas. Lo que a su vez tendrá un impacto en su rendimiento educativo y así desencadenará un sinfín de problemas para su desenvolvimiento a futuro. Sabemos bien que los cinco primeros años de vida de un niño constituyen el periodo más crítico de su desarrollo. No darles las oportunidades adecuadas (alimentarias, de salud) influirá negativamente para el resto de su vida. Lo que no se logra hacer en ese tiempo nunca más lo recuperaremos. La primera infancia de millones de niños y niñas hoy se encuentra en riesgo.

Y nuevamente, tal como alertamos hace un año, los ganadores estrella de estos nuevos tiempos son la timba financiera, los traders, los especuladores, el sector financiero, los bancos. Los informes del BCRA ufanándose de que “la intermediación financiera del conjunto de entidades con el sector privado se expandió en 2024” y que “el sistema financiero devengó ganancias en el año y preservó elevados indicadores de solidez”[4], avergüenza e irrita gravemente cuando se compara con la destrucción de las 11.931 empresas medianas y pequeñas que cerraron desde que asumió Milei y los más de 260.000 puestos de trabajo desaparecidos (según datos oficiales).

En este contexto, el Gobierno celebra los datos de supuesta caída de la pobreza, del 57% al 38%, una verdadera falacia estadística que oculta dos elementos centrales del análisis: el primero, que fue la gestión de Milei la que llevó la pobreza al 57% con sus primeras medidas; el segundo, como advierte el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina, que la medición de la pobreza multidimensional (es decir que no toma solamente los ingresos, que son fluctuantes y volátiles en especial en contextos de inflación) mostró un aumento del 39,8% en 2023 a casi un 42% a fines de 2024[5]. El estudio del Observatorio muestra además que ese porcentaje no ha dejado de crecer desde 2017.

Todas las promesas de ajuste a castas y a privilegiados realizadas por el candidato Milei se han transformado en una burla abierta del Presidente Milei a la parte mayoritaria de la sociedad que creyó en su discurso y se encuentra ahora, perpleja, con que “la casta” era ella, era la clase media, eran los jubilados, era la clase obrera y los pequeños productores. El gobierno profundiza la brutal transferencia de ingresos de los que menos tienen a los que más tienen, tal como decíamos un año atrás que iba a ocurrir con las medidas tomadas: un gobierno que proclama la no intervención del Estado en la economía, no ha hecho en realidad otra cosa que adoptar medidas en favor de esa impresionante transferencia de ingresos desde los que menos tienen hacia los que más tienen. Esa transferencia ya se puede medir: según el Mirador de la Actualidad, el Trabajo y la Economía (Mate) en su primer año, la política económica de Javier Milei generó una transferencia directa de 19,2 billones de pesos (es decir, millones de millones) desde el bolsillo de los asalariados al capital. Lejos de ser incomodada, “la casta” vive una fiesta a costa de la caída del poder de compra de los trabajadores, informales y registrados, y de los jubilados[6].

Podríamos seguir enumerando los datos mensurables que muestran el deterioro en todos los indicadores sociales de la Argentina desde el inicio del período de gobierno actual. O detallar la crítica situación en las 73 universidades públicas, en la salud pública, en el sistema científico, tecnológico y de innovación, en la infraestructura en todos los ámbitos que dependen del Estado Nacional. Tras lo ocurrido en la tragedia de Bahía Blanca, vale la pena resaltar los efectos que puede tener el ajuste brutal e irracional (del cual el Presidente se enorgullece) cuando se desfinancia, se desmantela o se degrada una dependencia tan relevante como el Servicio Meteorológico Nacional[7]. Pero mientras tanto, el Estado (que Milei dijo iba a achicar, del que iba a eliminar la pauta publicitaria y lo iba a trasparentar) gasta 100 mil millones de pesos, que canaliza a través de YPF para no rendir cuentas, en sostener pautas publicitarias oscuras[8] y en financiar una red de agitadores y propagadores de odio, como en una mala película de conspiraciones[9].

Por si el panorama no fuera suficientemente grave, el Gobierno Nacional incurre en rumbos peligrosos tanto en el ámbito internacional (con su seguidismo obsecuente al Presidente Trump y sus políticas anacrónicas e insensatas, tanto como su insólita desviación del rumbo histórico de la diplomacia democrática argentina respecto del reclamo por Malvinas) como en el clima democrático interno, al profundizar una inusitada estrategia comunicacional consistente en el agravio permanente a quien cuestione cualquier aspecto de sus políticas, aún si se trata de personas que fueron muy cercanas a él o a su gestión. Allí se exhibe otro récord insólito de parte de un mandatario nacional: más de dos agravios por día desde que asumió[10]. Semejante irresponsabilidad en la conducción de las instituciones de la Constitución, no se ha visto en democracia en la Argentina, y como toda manifestación de desvarío, es imposible a priori saber adónde puede llegar.

El escenario se completa con su profundo desprecio a los otros poderes del Estado, evidenciado una proclividad a tensionar los límites de la Carta Magna que no puede menos que causar preocupación respecto del futuro inmediato, en cuanto a la paz social y la convivencia.

EL FUTURO

Estamos ante un gran desafío: el de dialogar, imaginar y construir nuevas respuestas para una sociedad que ha cambiado, que rechaza y nada quiere saber con las distintas experiencias en las que, en el pasado, las dirigencias políticas han abusado de su paciencia. El hartazgo de la comunidad asumió la forma del voto al actual Presidente, pero la realidad va mostrando, progresiva e inexorablemente a cada uno de nuestros compatriotas, que ese no es el camino, el de la falsa “libertad” que se limita a dar vía libre a los poderosos para que multipliquen sus riquezas y destruyan lo poco que queda en pie en la sociedad argentina.

Por el contrario, lentamente se va comprendiendo que podemos volver a creer en las posibilidades de un país integrado, federal, equitativo, solidario, y donde la Constitución y los derechos humanos sean nuestro consenso básico de convivencia. Para avanzar en ese sentido, es imprescindible que nuevas dirigencias den vuelta la página respecto de las rencillas insensatas del pasado, superen ambiciones personales y egos monumentales, como punto de partida inexcusable y que, lamentamos decirlo, parece no comprenderse por parte de quienes han ocupado las mayores responsabilidades, y por lo tanto deberían ser quienes den el ejemplo social. Porque el proyecto puede sonar muy agradable a los oídos de nuestras comunidades, pero las caras que lo representen deben ser creíbles. Nadie va a emprender la salida del abismo de la mano de quienes construyeron el laberinto sin salida que lo llevó allí. Es hora de romper el ciclo de la ilusión y el desencanto, de salir del “eterno retorno” al que parece que no pudiéramos sobreponernos.

Debemos recuperar el diálogo desde abajo hacia arriba. Conversar con quienes piensan diferente, sin prejuicios y sin reproches, desde un punto de partida común: precisamos que nuestros valores vuelvan a ser ejes como el trabajo y la producción (y no la especulación financiera), un Estado eficiente (y no la burocracia ni el amiguismo), la salud y la educación públicas y de calidad (y no servicios de “segunda clase” para quienes no pueden pagar prestaciones privadas), la universidad y la ciencia al servicio de la comunidad y del ambiente (y no organismos cooptados por sectores privilegiados), un funcionariado democrático, transparente y dispuesto a servir a sus compatriotas (y no arribistas y oportunistas proclives a la corruptela y la opacidad).

Cada vez estamos más convencidos de la necesidad impostergable de replantear en profundidad los lineamientos del sistema económico-social que profundiza la desigualdad y solo puede multiplicar las carencias, privaciones e injusticias que agobian a la mayoría de nuestros compatriotas. La salida está en la dirección exactamente opuesta a la profundización del individualismo egoísta, el “sálvese quien pueda”, a la destrucción de la producción, del salario, del empleo y de los derechos fundamentales de trabajadores, productores y jubilados.

Para avanzar hacia otro rumbo, recuperar la esperanza y entendernos, es necesario pararnos con fuerza en aquellos valores que enumeramos. En esencia, las personas somos seres de encuentro: el yo emerge del diálogo con el otro, el diferente. El encuentro y el diálogo emergen entonces como la mejor herramienta para derribar barreras en un mundo tan desigual como enfrentado. Solo podremos marcar un nuevo rumbo, a partir del diseño de un proyecto nacional y provincial, que sea ambientalmente sustentable, socialmente justo, económicamente viable y políticamente participativo, sustentando en el diálogo, la armonía, la convivencia democrática y la templanza. Ratificamos ese camino y alentamos a todas las personas que no ven enemigos en cada compatriota sino potenciales socios y compañeros en la construcción de la Patria que soñamos para nuestros hijos e hijas.

 

Martín H. Oliva

Senador provincial

 

[1]     Datos disponibles en este enlace.

[2]     El periodista Reynaldo Sietecase inició formalmente el trámite para que sea reconocido como mayor endeudador del mundo (ver enlace).

[3]     Datos disponibles en este enlace.

[4]     Ver enlace.

[5]     Datos disponibles en este enlace.

[6]     Ver datos en este enlace.

[7]     Ver: “Servicio Meteorológico: el Gobierno lo puso en crisis con recortes de presupuesto, despidos y negacionismo climático” (enlace).

[8]     Ver enlace

[9]     Ver enlace

[10]   El sitio especializado “Chequeado” constató más de mil agravios en 14 meses, un promedio de 2,4 por día (ver enlace).

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