Así se despide a un amigo. 30 de mayo de 1959, palabras de Arturo Jauretche en el cementerio de La Recoleta:
«Lo he visto a Scalabrini más débil que el Quijote teclear en largas vigilias sobre la máquina su pensamiento que no tenía destino porque las bobinas de papel entraban por el puerto de Buenos Aires con el pretexto de la cultura, pero no había una mísera cuartilla que llevara al pueblo las verdades que surgían de aquellas vigilias.
Pero la verdad fue saliendo, la verdad fue saliendo en pequeñas hojitas, de efímeros periódicos, de folletos y libros portados por hombres pequeños, pequeños en la multitud que se fueron haciendo grandes hasta ser la multitud misma.
Mi deber es decir que precisamente la grandeza de Raúl fue la de hacer del artista, un instrumento de cosas más grandes, más generosas, más amplias, despertar la belleza para los fines colectivos que son de belleza moral, su tarea fue enseñarnos y ayudarnos a construir una patria.
El amigo que se despide tampoco quiere estar triste. ¿Cómo estar triste? Si Raúl Scalabrini Ortiz vive en privilegio de su pensamiento y su conducta y vive alegremente, con ese canto de esperanza y fe, el futuro con que fue cortando nuestras cadenas. Raúl Scalabrini Ortiz: tú sabes que somos vencedores, por eso hemos venido más que ha despedirte a decirte: ¡Gracias hermano!».
Extraido del muro de Facebook de Iciar Recalde
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 1/11/22