Por Aida Toscani “Marisa” –
Tadea Jordán no actuó tras bambalinas, ni utilizó el prestigio de un varón para resolver las cosas. Ella subió al escenario y desde allí, en el lugar principal, urdió estrategias para defender a quienes estaba ligada por el afecto y las convicciones ideológicas, siempre en salvaguarda de la entrerrianía pero dirigida por los hijos de la banda del Uruguay.
Tadea Jordán nace posiblemente en 1762 y en Buenos Aires según el historiador Urquiza Almandoz o en Concepción del Uruguay, según Sosa de Newton otra historiadora. Las certezas en los tiempos pre estadísticos, como fue ese período, es de absoluta relatividad. Lo seguro era que Tadea había nacido en un siglo donde las mujeres, partícipes muchas de ellas, en los procesos revolucionarios, confiaron que podían ganar en derechos, como justa devolución a sus esfuerzos y heroísmo. Las promesas de Libertad, igualdad y fraternidad prometida en la Revolución Francesa no se cumplió para las mujeres. El Código napoleónico de 1804 las puso bajo la tutela del varón como venía ocurriendo. En consecuencia, cuando la vida de esta mujer se pone en ese contexto, es cuando su accionar cobra una dimensión inusitada. No sólo porque estuvieron cargados de heroicidad y de peligros, sino que además implicaban un desafío a los mandatos sociales, que confinaban a la mujer al mundo de lo privado.
Tadea era hija de Antonio Jordán y Vértiz, colono nacido en la isla de Malta en tanto que Guillermo García lo ubica en Jaén (España) y de Juana Tadea de Vértiz y Salcedo, de la familia del segundo virrey del Río de la Plata.[1] Por su raigambre estaba destinada a frecuentar salones y tertulias amables, sin embargo le tocó un destino áspero y lleno de zozobras.
La jovencita, de pequeña estatura pero muy hermosa, se casa con Juan Gregorio Ramírez descendiente directo del marqués de Salinas, Don Juan Ramírez de Velazco. De ese matrimonio nacen tres hijos uno de los cuales fue el Supremo Entrerriano, Francisco Ramírez nacido en 1786. Estos datos fueron tomados por la mayoría de los historiadores. Sin embargo en los registros parroquiales de la Iglesia de la Inmaculada de Concepción del Uruguay, se encontró otra partida de bautismo que establece que el 3 de octubre de 1788 nació José Francisco, “hijo natural de Tadea Jordán y de padre incógnito”. Para la última fecha señalada, Juan Gregorio Ramírez ya había fallecido, en medio de una tormenta mientras conducía su barco, utilizado en la actividad comercial. [2]
Los datos que arroja el Registro Parroquial, ponen en evidencia una característica de la familia criolla, cuya construcción de la sexualidad no seguía los rígidos preceptos morales de la Iglesia Católica, por lo cual el número de nacimientos ilegítimos era muy alto, por lo cual, estaban naturalizados en la sociedad. La realidad de esas familias estaba atravesada por la alta movilidad del varón, producto del tipo de trabajo, como el arreo de animales, acompañando la tropa de carretas o la guerra, lo cual insumía largos meses o años enteros de ausencias, donde no se sabía de su suerte. Ante lo cual, fue la mujer con sus hijos la que debía hacerse cargo de la producción y del sostenimiento de la casa.
Las contradicciones en el relato y el ocultamiento de algunos historiadores de los documentos, habla de los preconceptos con que se escribe la Historia que niegan las características de época. Pero dejemos de explicar el oficio de historiador y continuemos el relato.
Tadea contrae matrimonio por segunda vez con Lorenzo Francisco López, el 20 de agosto de 1789 y tiene diez hijos mas. El tercero de ellos fue José Ricardo.[3] Quien tuviera destacada actuación política en Entre Ríos.
¿Cómo se explica este accionar de dos de los hijos de Tadea Jordán cómo figuras claves en la Historia de Entre Ríos? Las razones podemos encontrarlas en su personalidad, que construyó un liderazgo entre los pobladores de Concepción del Uruguay, porque abrazó la causa del federalismo y la defensa del terruño. Esa mujer, por estar dotada de enormes energías y capacidad de organización, formó a sus hijos en la convicción de que a la realidad, hay que forjarla con tesón y prepotencia.
Acompañó la actuación de Pancho Ramírez, en medio de las interminables campañas militares, que lo llevaban siempre lejos de su casa. Cuando partía a la guerra, era ella quien le daba aliento y lo contagiaba de decisión y coraje. Pero la ternura también asomaba en esa vida, donde lo que más sumaba eran las distancias y el peligro. Las cartas constituyeron una manera de sostener los lazos del afecto. El historiador Urquiza Almandoz, rescata una de ellas donde la ternura con que se dirige a Francisco Ramírez, hablan de sus sentimientos. Le escribe “Mi más querido hijo, de mi mayor aprecio: recibí los pañuelos de mano y los mazos de tabaco” Aquí sorprende que en medio de una dura campaña, el hijo tiene la deferencia de enviar regalos a su madre. A continuación le pasa el parte de la familia y su estado de buena salud y también noticias de Bernardito (posible hijo de Francisco) Éste “se halla en mi compañía, el cual se halla mucho”. Noticias esas que buscaban tranquilizar las preocupaciones del ausente, luego agrega: “para lo que gustes mandar”. Esta afirmación muestra la fortaleza que sostenían las redes parentales y alentaban el sostenimiento de la causa por la cual combatía Ramírez.
La paz alcanzada tras la batalla de Cepeda en 1820, cuando Ramírez y Estanislao López vencen a Buenos Aires, permite a Ramírez organizar la República de Entre Ríos, entidad que comprendía a esa provincia, Corrientes y las Misiones. Para su organización se dictó un Reglamento y se llamó a elecciones para designar su gobernante, que no fue otro que Francisco Ramírez. La nueva entidad desató la oposición de Estanislao López. El Supremo, como se lo designaba, decidió invadir Santa Fe y presentarle guerra. El final fue una derrota aplastante del entrerriano y tras su muerte en julio de 1821, su cabeza fue embalsamada y puesta en exhibición por López para “escarmiento de otros”. Tras los trágicos sucesos Ricardo López Jordán busca sostener la República de Entre Ríos pero es derrotado por los ejércitos aliados de Buenos Aires y Santa Fe en Gená. Las tropas victoriosas de Hereñú, entran a la Villa de Concepción del Uruguay y saquean sin piedad a la población y confiscan los bienes de los jefes derrotados, entre los cuales se encontraba Cipriano Urquiza, Gregorio Piriz, Tadea Jordán y toda su familia.
El luto y la tragedia atenazaban la vida de esa mujer con la crueldad que caracterizaban las acciones de los vencedores. No terminaba de llorar la muerte de un hijo sin poder enterrarlo, cuando debió despedir a Ricardo que se exilió en Paysandú para evitar una muerte segura.
Corre el año 1822, las tropas aliadas santafesinas y porteñas nombran a Lucio Mansilla como gobernador de Entre Ríos.
Tadea no piensa en la derrota como algo definitivo. La conjura crece con fuerza entre los vencidos, que comienzan a organizarse. Así esa mujer, con la carga de años a cuesta, pero con un temple sin vacilaciones, comienza su trabajo de zapa llevando y trayendo noticias de los distintos exiliados para coordinar el levantamiento que ponga fin a la vergonzante situación de un Entre Ríos sometido a la tutela de Buenos Aires y Santa Fe. Todos los esfuerzos fueron en vano y algunos de los insurrectos terminaron fusilados como fue el caso de Piriz.
Las historias locales recogen un relato que demuestra con qué valor inclaudicable, Tadea acompañó y ayudó a sus hijos. Así ante la amenaza de un complot para asesinar a Ricardo que se encontraba en Paysandú, asida a su caballo Crédito, cruzó el rio Uruguay nadando para alertarlo. El permanente peligro que significaba su trabajo, en complicidad con los contrarios al gobierno de Mansilla, hizo que el Comandante de Concepción del Uruguay decidiera su prisión junto con los Calvento. Asegura el historiador Urquiza Almandoz que su desaparición de la escena del complot, generó su fracaso pues ella era la figura clave, que permitía enhebrar la acción de todos los actores.
El año 1824 trajo por fin el tiempo de sosiego y paz para la Villa de Concepción del Uruguay. Al cambiar las autoridades de la provincia, el nuevo gobernador Solá concedió la amnistía a quienes se habían levantado contra el gobierno anterior.
Así Tadea pudo abrazar su hijo tan querido, que volvía del exilio con una compañera y su hijo. También pudo presenciar la reparación moral que recibió Ricardo cuando el gobernador Solá lo nombra Comandante de la Villa de Concepción. Los tiempos de zozobra habían terminado para ella.
La muerte llega a esta mujer el 7 de febrero de 1827 siendo sus restos enterrados con todos los honores en la Iglesia principal que forman parte de los cimientos de la Basílica actual, pero son también, el basamento de la Historia del pueblo de Concepción del Uruguay.
[1] Sosa de Newton, Lily. (1972). Diccionario biográfico de mujeres argentinas. Buenos Aires. P.185-186.
[2] Datos recopilados por Urquiza Almandoz en su Historia de Concepción del Uruguay T.I y sostenidos por Sosa Newton en Diccionario Biográfico de Mujeres Argentinas
[3] García, Guillermo. Árbol genealógico de Tadea Jordán
Publicado por La Ciudad el 26/02/17