Por Carlos Alberto Negri (1) –
Extenso y Prescindible Discurso en el que
(Al Margen de circunstanciales Virus y Vacunas)
se Trata de Rescatar del Olvido la Práctica de Nuestros Criterios de Política Económica, los que Funcionaron y Bien,
y de Nuestro Sentido Común …
Reflexiones de un Muchacho Peronista, Algunas Notas sobre Otro Modelo, el Nuestro.
Puede que en otras partes sea como dicen los sabios señores que opinan y opinan en la televisión, pero aquí no se trata de elegir entre esquemas teóricos.
Por lo menos a mí no me parece, yo creo que de lo que se trata es de pensar a partir de nuestra historia, nuestras necesidades, como superarlas, de nuestras posibilidades, de que se hizo, que se puede hacer, como queremos ser, qué no queremos ser, combinar sin confundir los “quereres” con los “poderes”, como decía el Viejo Agote en el bar de 54 entre 6 y 7 hace como 60 años.
El problema en la Argentina no parece ser tan severo, porque aunque pareciera que no hay a la vista forma de salir de esa situación circular que se repite desde antes de la segunda guerra mundial al llamémosle “ciclo”, que no es tal, de crecimiento por sustitución de importaciones, le sigue el proceso liberal de ajuste, destrucción de capital y de organización, depresión y conflicto, luego el estallido, la crisis, y de allí un nuevo “ciclo” de recuperación por sostenimiento de la demanda, distribución, producción hasta la ocupación de la capacidad instalada, crisis de balanza de pagos, inflación, especulación y vuelta al desastre liberal, todo en medio de una economía que no acumula porque sus excedentes se fugan sistemáticamente, no puede ser imposible salir de ese intríngulis, porque recursos hay y experiencia también.
Y se repite desde la instalación de la estructura neocolonial, un proceso formidable y único en el mundo entre 1880/1915, hasta hoy, con dos periodos de ruptura de ese esquema, el peronismo originario 1945/1955, y el peronismo de 1973/1976.
Y esto es así, a mi juicio, salvo ciertos ensayos y políticas ambiguas y parciales de Frondizi, de Illia, quizás de Alfonsín con Grinspun, de Néstor Kirchner y, con mejor decisión y esfuerzo, del segundo mandato de Cristina Fernández.
Pero el problema está allí, como salir de esa situación de empate, que se cacarea ideológico pero es de substancia histórica, es decir económica, social y política, de la descapitalización sistemática, y la construcción de un equilibrio económico y social que nos permita la satisfacción de las necesidades básicas, en el sentido más amplio que se le pueda dar a este término, aquí y ahora, porque aquí y ahora sí se puede (Dios me perdone), diría con certeza mas, aquí y ahora, sobran recursos y, paradójicamente, padecemos de niveles pavorosos de pobreza estructural.
Y cada número que tire de aquí en mas tiene fuentes constatadas, no me gusta escribir afirmando inconsistencias o burradas, no disfruto la guitarreada de bar, ni soy “trol” de naides, el que dude o disienta que pida las fuentes que se las mando.
Empiezo con una enunciación primaria, elemental, indiscutible: en el capitalismo se produce para la demanda solvente, es decir que los agentes de producción no tienen en vista la satisfacción de la totalidad de las necesidades de la sociedad, que serían todos los que necesitan, la demanda total o global, sino solo a aquellos que pueden pagar, el mercado solo no ha conseguido nunca ni en ninguna parte ajustar estos términos, solo los ejercicios de competencia perfecta deliran con el perfeccionamiento progresivo de los mercados que jamás ocurrió en la historia.
El problema de ese sistema en este punto, hoy, cuando hay capacidad para producir y abastecer a la demanda total, es entonces encontrar las formas para que organizando la utilización de los recursos disponibles y parados, se produzca y distribuya para satisfacer esa demanda total, sin esperar que la incierta y objetivamente ineficiente mano del mercado, tan invisible como boba, resuelva ese dilema esencial del capitalismo, nosotros no creemos que la suma de las codicias individuales confluya en la satisfacción de la totalidad de las necesidades esenciales de la sociedad, no lo creemos porque está a la vista que eso no ocurrió, ni ocurre, por lo que el poder público en la construcción del bien común debe hacerse cargo.
No se trata solo de ejercicios imaginarios sobre la vida en Utopía, se puede, se pudo, una y otra vez destruyeron todo, por qué no se podría volver a hacerlo.
Mi Viejo trabajaba, allá por 1940/1960, en la carpintería de la Dirección General de Suministros de la Provincia de Buenos Aires, que era una suerte de fábrica estatal de bienes para el Estado provincial, y para la atención de la población con pocos o nulos recursos. Se fabricaban allí uniformes, calzados y accesorios para la policía, trajes para los empleados, guardapolvos, muebles y útiles para oficinas, cárceles, comisarias, escuelas, hospitales, etc., pero además se producían zapatos, guardapolvos y útiles para los chicos sin recursos. Esa fábrica comenzó a ser liquidada por el gobierno radical de 1963/66, Anselmo Marini se llamaba el Gobernador, me acuerdo las solicitadas en “El Día” de los comerciantes y fabricantes de zapatos pidiendo su clausura, que se concretó durante la Dictadura de Onganía, el argumento era competencia desleal, ineficiencia, etc..
Cuando en 1973 fui electo diputado hice un proyecto que partía de un impuesto excepcional a la gran propiedad rural improductiva, al ausentismo, con destino a la reconstrucción de aquella Dirección de Suministros, que pasaría a llamarse Dirección Provincial de Industrias de Estado, que volvería a producir con destino principal a la satisfacción de la demandada no-solvente, como decimos, para los que no pueden pagar, incluía por ejemplo la producción coordinada de las imprentas oficiales para la edición de libros de escuela primaria y secundaria para su distribución gratuita entre los sectores sin recursos, y otras iniciativas similares, el proyecto contó con el aval explícito del Gobernador Bidegain, de la bancada, y con la correcciones del Ministerio de Economía de la Nación, de la Provincia, y de varias cátedras de la Universidad que fueron consultadas. Tuvo sanción parcial pero, caído el Gobernador y muerto Perón, quedó en el Senado sin ser tratado.
Era el esquema del peronismo elemental: tomar la renta parasitaria del campo y trasladarla a inversión en industria, liviana en el caso, en los límites de la capacidad de la Provincia, pero había otras ideas y propuestas relativas a elevar la producción y productividad agropecuaria dentro del mismo esquema.
Cuento esto para señalar que mi preocupación sobre estos temas es antigua, mas aun, cuando desde la Seccional Quilmes de la UOM iniciamos allá por 1986 el juego de lo que hoy se llama “Empresas Recuperadas”, pensábamos que estábamos defendiendo en la práctica esas ideas.
No se trata solo de instrumentos “nacionales y populares”, vienen de las prácticas que suelen desarrollarse en tiempos de guerra, planificación, producción y distribución para mantener la actividad de toda la economía para satisfacer las necesidades de toda la población, reitero, de toda la población, frente al esfuerzo supremo que implica la guerra, esfuerzo que generó mayor equidad en la economía de todo el mundo como lo demuestra Piquetty. Algo así vi funcionar durante mi exilio en el Brasil, durante la “dictablanda” (1964/1985), el Estado montó un esquema de distribución de productos de alimentación básica, con abastecimiento gratuito de aceite, arroz, porotos, carne, harina, huevos, etc., y otros productos, que se entregaban a través de una libreta de racionamiento, gratuitamente, en galpones de distribución, especie de supermercados, de funcionamiento permanente, así se abastecía cierta cantidad de bienes primarios a la demanda no-solvente que, si tenía dinero, podía comprar más, cualquiera podía comprar cantidades limitadas pero generosas a precios oficiales, así regulaban precios y aseguraba abastecimiento. Esto funcionaba a través de una empresa estatal, dirigida por milicos, que se llamaba “Copal”, funcionó por lo menos hasta que yo me volví en 1983. El método fue mejor que las prácticas asistencialistas de Lula y Frei Beto, Alicia Kirchner y Arroyo que, con tarjetas y compras “en el mercado y precio de mercado”, no garantizaron ni garantizan ni precio ni abastecimiento.
En esa época, desde el 77 al 83, en la que anduve rajando por el Brasil, me preguntaba cómo se podría enderezar el problema, porque el pacto social del 73 empezó a crujir en junio del 74, con Perón vivo y presidente, en Chile había ocurrido lo mismo, concretamente el aumento de la producción y de la productividad de esos periodos, fundados en la generación de demanda monetaria, y a pesar de la distribución indirecta en obra pública, educación, salud, vivienda, transporte, seguridad, justicia, etc., resultó en que la inflación llegó antes de que el sistema generara inversión adicional, productores y comerciantes recurrían entonces a la especulación y prácticas de agio y desabastecimiento y todo desembocaba en una crisis política gravísima, y en la instauración de dictaduras militares que sostenían las economías dependientes a sangre y fuego.
Ese problema en la Argentina ya había ocurrido en 1950/51 lo que llevó al plan de estabilidad de 1952, que funcionó entonces, pero no volvió a funcionar, Alfonsín no pudo, Menem patinó hasta la convertibilidad, opción que produjo el mas espantoso proceso de destrucción de capital que se conoce en la historia sin que mediara una guerra.
Perón mismo, en “Conducción Política”, le dedica varias páginas a lo que es una reformulación de las teorías del rendimiento decreciente de capital, que estaban ya expuestas por Malthus, David Ricardo, Turgot, etc., que complementa con la necesidad de cortar los mecanismos de fuga que efectivamente cortó, la mecánica práctica de la dependencia, allí expone la necesidad de llevar la producción mas allá del punto de rentabilidad óptima, lo que, lógicamente, no conviene al bolsillo empresario y este resistió, resiste y resistirá, pongo en adjunto la cita del General porque es un poco larga para este texto pero vale la pena leerla.
En aquel trabajo que apadrinó Perón en 1974, titulado “Modelo Argentino”, se refieren los mismos criterios, destacándose el papel protagónico o complementario del Estado en la función empresarial según las conveniencias.
La idea y práctica de forzar la producción a los límites máximos independientemente de las “curvas” de rentabilidad no era nueva ni original de Perón, está claramente delineada en la Nueva Política Económica de Lenin en la Unión Soviética (1917), en la “Carta de Lavoro” de Mussolini (1927), en las leyes de coordinación imperativa de producción de la Alemania Nazi (1933) y parcialmente en el “New Deal” de Roosevelt (desde 1932 pero con mayor brío desde 1936). Perón muestra la misma obvia y perversa limitación del capitalismo, y le suma las necesidades propias de una estructura deformada por el neocolonialismo y la fuga del excedente que es su nota central.
Se dirá que estas formas de pensar y de actuar se corresponden con un mundo y una Argentina notoriamente diferentes, lo que es cierto, pero en lo esencial no tanto, por lo menos desde mi punto de vista, y observo que la deformación, la “no integración” de la estructura productiva es peor hoy que hace 45 años, la fuga de capital es espeluznante y está estudiada con bastante detalle y políticamente consentida, nadie puede simular que no la conoce, a la economía Argentina le falta la función “ahorro”, no acumula, si no fuera por eso su problema sería administrar el exceso de riqueza y no el 50% de pobreza. Y no es un chiste, desde hace como 20 años hemos relevado en otros trabajos que, precisamente, la fuga de los últimos 25 años es superior a los 400 mil millones de dólares.
No se puede llamar capitalismo a un sistema que no acumula, que no capitaliza, y es propio de la naturaleza de la dinámica de las fronteras del capitalismo expulsar el capital que se genera al centro del sistema, no es este un “capitalismo de mierda”, esto es la mierda de ese capitalismo.
Vamos a la tesis central.
Si no hemos podido, no podemos, ordenar a los empresarios que aquí hay, y esto solo produjo fuga, destrucción de capital y pobreza, y conflictos que terminan siempre en un escalón inferior, deberíamos intentar organizar, desde el Estado, la producción y la distribución de los bienes y servicios que se destinen a satisfacer la demanda no-solvente, es decir organizar y poner en marcha desde el Estado los recursos ociosos de la sociedad para producir y distribuir los bienes y servicios que necesitan los que no los pueden pagar, toda vez que hemos visto y experimentado una y otra vez que inyectando moneda, que terminará en manos privadas, solo conseguimos reproducir los vicios del sistema y la crisis.
En este sentido el plan trienal de 1974/77 creaba varios instrumentos: el control monopólico del Estado de la comercialización agropecuaria interior y exterior bajo control de las juntas nacionales de granos y carnes (Ley 20.535), se volvieron a nacionalizar los depósitos bancarios y expropiaron algunos bancos (Leyes 20.520 y 20.522), se crearon la Corporación de Empresa Nacionales (Ley 20.558), la Corporación de la Pequeña y Mediana Empresa (Ley 20.568), las Sociedades del Estado (Ley 20.705), se establecieron políticas de abastecimiento, precios y productividad (Ley 20.680) y el plan ordenaba la creación de una Empresa Nacional de Abastecimiento Alimentario “…la que actuará en todos los rubros donde se evidencien maniobras especulativas o donde, por las especiales características de los productos, sea necesario actuar para defender los ingresos de los productores y de los consumidores”, la legislación habilitaba así desde las acciones regulatorias, indicativas, de fomento, hasta la expropiación de la producción o el establecimiento, a la creación de empresas nuevas, y bastante de eso se encaró.
De lo que se trata es de, otra vez: promover, organizar, desde el Estado, la producción y la distribución de los bienes y servicios que se destinen a satisfacer la demanda no-solvente, es decir poner en marcha desde el Estado los recursos ociosos de la sociedad para producir y distribuir los bienes y servicios que necesitan los que no los pueden pagar.
Ahí anda Mr. Biden proponiendo hacer de nuevo toda la infraestructura de los Estados Unidos, y nosotros no podemos enderezar un plan de viviendas.
Por ejemplo, viviendas, además de obra pública por supuesto, dicen que el déficit de viviendas es de un orden superior a las 3.500.000, es cierto que este número necesitaría revisarse a partir de su definición, el ministro Ferraresi dice que, en realidad sobran unas 2.000.000, que están mal repartidas, no sé, contará los departamentos de Pinamar, San Bernardo y Villa Gesell, las quintas de Pilar y Exaltación de la Cruz y los “haras” de la ruta 2, Carlos Keen, Cañuelas y esos u otros parajes, no sé porque no lo explicó, pero si usamos al INDEC y su definición, la población existente con necesidades habitacionales insatisfechas da esos 3 palos y medio de viviendas faltantes, más otros 1,2 millones de viviendas deficitarias, y quien sabe más.
Ahora fíjate: en 1947, frente al problema de insuficiencia de viviendas que se arrastraba desde fines del siglo XIX, se hizo un censo habitacional que detectó un déficit de 800.000 viviendas (el país tenía 15 millones de habitantes), y el Estado, Perón, formuló un plan para construir 800.000 viviendas hasta 1958, en 1956, cuando los planes estatales se paralizaron por la Revolución Libertadora, se llevaban hechas 600.000, el plan incluyó congelamiento de alquileres y suspensión de desalojos, financiación a través de cédulas hipotecarias (Ahorro interno), regulación de la venta de tierras y control, estímulo e intermediación estatal en la provisión y precios de los insumos de la construcción.
En 1973 el déficit se estableció, sobre 25 millones de habitantes, en 1.600.000 viviendas, el plan trienal se fijó como meta 815 mil, construyó, hasta 1975, unas 450 mil, aunque los datos son incompletos y poco confiables.
Néstor Kirchner, con un déficit de no menos de 3 millones, en un país de 37 millones de habitantes, lanzó su plan federal en 2005, a los dos años de gobierno, de … 59 mil viviendas, Cristina suele decir que construyeron mas que nadie en la historia, pero no es verdad, cuando los planes no llegaban a 120 mil proyectadas la Secretaría de Vivienda dejó de informar, una estimación generosa para los 12 años de gobierno sería de 350 a 450 mil, un millón de “soluciones habitacionales”, dicen, puede ser, y no lo traigo para polemizar ni criticar con mala leche, lo cierto es que parece ser que Néstor Kirchner creía que la mano invisible del mercado lo enderezaría solo, durante el menemismo (1989/1999), sin planes, se habrían construido a fuerza de iniciativa privada, por y para el mercado, unas 300 mil viviendas, el cambio entonces no fue menor y fue positivo porque el Estado a partir de 2005 se comprometió con generar vivienda social, aun con poca convicción y sin planes como lo hizo Néstor y mejoró con Cristina.
El gobierno actual empezó proponiendo un plan de 5.500 viviendas (sí, cinco mil quinientas), propuesta de la hermana de los Bielsa, Ferraresi repuso algunos créditos (20 mil) y dice, en lo mejor que encontré publicado, que avanza con 264 mil “soluciones habitacionales” unas 60 mil viviendas nuevas en el trienio 2021/24, lo demás lo hará el mercado … o no, cierto es que la pandemia todo lo complica, entonces sería de mala leche criticar porque no se hace lo que en realidad no se puede hacer, así que … veremos.
Ahora, así, no llegás a reponer lo que se pierde por obsolescencia, ni a hacer frente al crecimiento vegetativo de la necesidad, y lo mas grave es que reconocés que tenés un problema y no te proponés resolverlo.
Recuerdo como lo relaté mas arriba que Perón, si faltaban 800 mil, se proponía hacer 800 mil, estas formas actuales de razonar que rechazan la planificación y esperan que las cosas se resuelvan solas no integran la lógica de nuestra filosofía política, y además no sirven para nada.
Y hay que planificar, esos gestos críticos hacia la planificación de Alberto Fernández, que parecen ser compartidos por Cristina, son una burrada, es el mejor adjetivo que encuentro, el mas amable, en todas las actividades se planifica, en todas, no sé por qué Alberto dice que no sirve como si fuera un sabio que posee un conocimiento superior e inaccesible, porque es, reitero, por lo menos una burrada, otro día volveremos sobre esto.
Volvamos a nuestra tesis.
De lo que se trata es de defender y promover la producción mas allá del concepto usual de eficiencia, que es un concepto microeconómico. Por eso Macri sostiene con vehemencia que el salario es un “costo”, y como tal hay que bajarlo, lo que en el criterio microeconómico es verdadero, lo que no puede ocurrir es que un tipo que no pasó de ese nivel de comprensión sea presidente de la nación, (https://youtu.be/SiqzqcJcDH4 acá copio el enlace de la cita porque si nó no te creen). Ahora, desde el punto de vista macroeconómico, de la política económica, que es el punto de vista del Estado cuyo objeto es el bienestar general, los salarios son la parte esencial de la demanda solvente, y la demanda solvente es parte esencial del agregado primario que es la demanda total, es decir que bajar salarios es achicar el mercado, se puede entender que los palurdos que sanatean por radio y televisión no adviertan este pliegue del funcionamiento de la economía de mercado, que al empresario lo ponga loco tener que aumentar los salarios, que a la señora de la casa la raye que la sirvienta tenga que ganar más (y encima viene cuando quiere y se rasca), mientras cobra planes y mas planes, pero si se bajan los salarios se baja la demanda, y si se baja la demanda se achica todo, y te vas a tener que meter la fábrica en el orto, hace 100 años Henry Ford se daba cuenta que sus trabajadores debían ganar lo suficiente como para comprar los autos que él fabricaba.
Se dice y repite que la economía de la sociedad es como la de la casa donde no se puede gastar lo que no se tiene, es un sofisma, pero es también parte de una verdad de Perogrullo: que si no alcanza hay que producir mas o distribuir menos, y agregamos nosotros, distribuir bien, pero desde hace siglos se manejan instrumentos de política que permiten generar estímulos de la actividad económica, por ejemplo la moneda, y esto no lo inventó Keynes, en el “Fausto” de Goethe, frente a una situación de miseria, Mefistófeles le hace librar al Rey letras contra todos los tesoros que estarían enterrados en el reino, con esas letras, con un respaldo imaginado, se pagó a las tropas, los soldados pagaron sus deudas, corrieron a los burdeles y se reactivó la gastronomía, la timba y la prostitución, y trabajaron los zapateros, los sastres, los herreros, los panaderos, los pastores y los agricultores, y todo el mundo feliz y contento, esto es imaginado por un poeta en 1808, ahora, seiscientos años antes, en los “Viajes” de Marco Polo, allá por 1290, cuenta nuestro cronista que el Gran Khan utilizaba la corteza de cierto árbol que, convertida en billetes cuadrangulares cuyo valor era atribuido por su tamaño y el sellado oficial, eran instrumento de pago de curso obligatorio, bajo pena de muerte, valores que todos recibían de buen grado, que el valor de los bienes era fijado por un concejo de 12 sabios en “esa moneda de papel”, el oro, la plata, y las piedras preciosas debían entregarse al Khan que las pagaba con esas letras, si había alguna catástrofe económica el Khan auxiliaba a agricultores, ganaderos y mercaderes, con semillas, ganados o con ese papel moneda, cuando había excedente por buenas cosechas tomaba ese excedente y lo guardaba para el futuro, ayudaba a los pobres con “trigo y vituallas”, cuenta Marco Polo que en Cambaluc (hoy Peking) se auxiliaba a “30.000 personas por día” que iban por pan al palacio, en fin, allí está, en el siglo XIII: banca central estatal, papel moneda de curso forzoso, control de divisas, planificación, precio oficial, precio sostén, política anticíclica, distribución en especie a la demanda no solvente, etc., de esto ni Samuelson ni Milton Fridman tienen ni noticias, nosotros sí.
De cualquier manera no todo se arregla fabricando papel moneda, ni siquiera con metálico, pero el núcleo es el control del circulante, se puede, como hemos hecho y hacemos, distribuir los bienes y servicios directamente, desde la vivienda hasta el transporte, desde la educación a la seguridad, desde la salud hasta el churrasco y las zapatillas, porque no es falso que la distribución puramente monetaria produce ciertos desajustes en la puja por la apropiación del saldo, en la que algunos manotean mejor y generan distorsiones y problemas innecesarios, maniobras especulativas e inflación por ejemplo, y esto ya lo vivimos como cinco o seis veces en los últimos 90 años.
Razonemos, no es tan difícil.
Un desocupado puesto a fabricar una camiseta resuelve dos problemas al mismo tiempo, un abrigado más y un desempleado menos, y ese bien o servicio que se generó destinado a quien no es parte de la demanda solvente en nada complica el funcionamiento del mercado, que seguirá con sus actividades sin registrar el hecho, así como el funcionamiento de las “saladas”, aunque falsifiquen las marcas, no afecta el negocio de Adidas, Nike, Reebok, Lacoste, etc., le joderá a los comerciantes del Once, Flores y Constitución que tienen que competir con los Watusi de Senegal que están en la vereda, mansos tributarios de la Policía de la Ciudad, pero eso es absolutamente marginal, porque esa producción se dirige a un sector de la demanda que no compraría nunca originales en el circuito formal por insuficiencia de recursos.
Los criterios de eficiencia y precio competitivo en la empresa privada son la resultante de la ecuación precio de producto sobre costo del capital-trabajo-tiempo invertidos, en tanto que la eficiencia de una empresa estatal o pública que incorpora a la producción mano de obra desocupada para una demanda insolvente deberá ser juzgada por la razonabilidad de los recursos empleados para la efectiva satisfacción de la necesidad o conveniencia de la comunidad en su conjunto, es decir que el precio de transferencia se determinará según los casos pero bien puede ser “cero”, eficiencia social se llama.
Y esas empresas o actividades adicionales que proponemos para producir para la demanda insolvente deberán funcionar fuera de la lógica del mercado, al que vienen a complementar a pérdida si se las computara como “negocios” individuales, pérdida que socialmente no es tal desde que ese “negocio” que vende o puede vender por debajo de su costo de producción incorpora el valor de uso y cambio de bienes y servicios que no existían, es decir que socialmente es ganancia pura y dura.
El otro día, Emilio Pérsico, a quien respeto y admiro, hoy Secretario de Estado, decía en un reportaje que los compañeros que producen alimentos orgánicos no deben vender barato, porque el menor precio, decía mas o menos, son las zapatillas de sus pibes, y señalaba además que en Europa los alimentos orgánicos son más caros que los comunes.
La voluminosa producción marginal que provee a las “saladas” y comercializan entre pequeños y medianos productores a precios accesibles para franjas de mercado de baja capacidad adquisitiva, en sistemas de abierta informalidad y superexplotación (autoexplotación a veces) son eficientes, pagarán menos impuestos, puede ser, pero aportan y no poco para el sostén de la noble colaboración que les presta la policía de la Provincia y todos los bloques del Concejo Deliberante. En esas condiciones, esa producción está en el mercado, atendiendo franjas de solvencia inferior, no es que sean virtuosas ni elogiables sus formas de funcionamiento, pero si existen, con el volumen que existen, es porque el mercado lo permite, económicamente hablando.
Pérsico tiene razón, los productores del sector que refiere tienen que vender al mejor precio que puedan obtener, además sus productos son de mejor calidad, debe protegérselos y llegado el caso subsidiarlos, un ejemplo es la política agrícola del mercado común de Europa que subsidia todo tipo de producción de alimentos desde hace 60 años, por razones de seguridad alimentaria, seguridad alimentaria que es una de las ramas de la seguridad nacional, así se enseña en sus universidades, por supuesto que se sostiene a los productores “a pérdida”, donan al Africa excedentes de pata y muslo de pollo lo que pone locos a los productores brasileros, pero es puro ruido, porque los destinatarios de esos excedentes no tienen recursos para comprar nada de nada.
La idea es otra.
La empresa que está en el mercado sigue la lógica del dinero, siempre va a buscar el menor costo y el mayor precio, su horizonte está en la búsqueda del óptimo de rentabilidad, óptimo que ni siquiera es el máximo de su capacidad de producción, y no en la satisfacción de las necesidades del conjunto de la comunidad, que es el objeto social de la actividad económica de los hombres, horizonte que el empresario en tanto que tal no ve, como le sucede a Macri.
Se trata de organizar empresas asociadas, recuperadas, nuevas o expropiadas, con la mejor tecnología a la que se pueda acceder, o con la que haya, empresas en la que los factores de producción son retribuidos en forma independiente de su aporte de valor relativo en el proceso de producción, es decir al precio o salario que se fije, al costo que se consiga, suponemos que, en el arranque del sistema toda esa producción será “a pérdida”, subsidio que se propagará benéficamente en la economía fortaleciendo todos los agregados y, desde que es valor adicional que se incorpora para atender necesidades insatisfechas, todo es socialmente a pura ganancia.
Habrá que invertir, y mucho, con energía, el Estado tiene que invertir, la época de las cooperativas cortadoras de pasto que sirven para deprimir los sueldos municipales ya debiera haber pasado, hace rato, no puede haber más panaderías que las que se necesitan, los subsidios abiertos o encubiertos que no se traducen en valor adicional generan relaciones poco sanas, las formas que se consiguieron en la lucha por proteger a ciertos trabajadores de la economía de la miseria se mostraron, a la corta o la larga … frustrantes, por lo menos eso y, encima, está esa mitológica tendencia de ciertos “cristianuchis” de la Zona Norte de convertir a la miseria en virtud: nadie elige vivir en la miseria si tiene opción, el peronismo nunca razonó en esa clave, y el Papa, que es peronista, tampoco, Cristo multiplicaba los panes y los peces y transformaba el agua en vino, no para venderlos sino para que todos, todos, morfaran y chuparan.
La renta básica universal, el salario social complementario, los planes trabajar, la asignación universal, etc., son herramientas útiles sin dudas, de aplicación a situaciones urgentes por ello básicamente monetarias, pero la clave, me parece, es centrarse en determinar qué es lo que socialmente se necesita, organizar los recursos para producirlo, y garantizar la distribución de forma razonablemente equitativa, en ese esfuerzo se necesitará la ocupación de todos los factores de producción disponibles y la sociedad será otra.
No es cierto que sea utópico que, en la Argentina, los argentinos, todos los argentinos, se alimenten, se eduquen, vivan sanamente bajo un techo digno, trabajen, sepan respetar y sean respetados.
Obsérvese que el mismo macrismo propuso en 2017 la ley de “promoción de emprendedores” (27.349) que se financian con deducciones impositivas, es decir que propone inversión estatal para generar nuevos emprendimientos privados, en eso estamos de acuerdo, lamentablemente ese sistema sirvió para generar la timba pura de las sociedades anónimas simplificadas, una lástima, pero con un par de retoques se puede reorientar.
Vamos a tratar de mejorar y ampliar lo que estamos queriendo decir.
Se trata de marchar vigorosamente a formar un, digamos, tercer sector de la economía, ni privado ni necesariamente estatal, por lo menos no exclusivamente estatal, que tenga como objeto central la producción de bienes y servicios por fuera, mas allá, de la lógica de mercado, en la que el valor o precio de transferencia al consumidor puede ser cero, si es necesario, pero que además tenga volumen y capacidad para suplir los desajustes del mercado, quiero decir que si a alguien se le ocurre correr al mercado con precios arbitrarios, o maniobras de agio, especulación o desabastecimiento, ese sistema social/estatal de abastecimiento deberá estar en condiciones de neutralizarlo con oferta suficiente y capacidad de distribución como para que se acomoden a lo razonable.
En ese punto es donde se atascó varias veces la tentativa de crecimiento por inyección de demanda monetaria, en el 51, en el 65, en el 75, en el 88, en el 91, en el 2012 y acá anda despuntando otra vez, si se dispone de capacidad de producción y distribución de bienes y servicios suficientes en manos del Estado nadie podría extorsionarlo haciéndose el vivo.
Porque ese es el otro mito de la economía de mercado, que la libre competencia todo lo equilibra, mecanismo que no funciona ni funcionó nunca en ninguna parte, pero que si en un rincón del planeta seguro que no existe es en la Argentina donde todas las actividades económicas esenciales funcionan en regímenes de concentración monopólica o cuasi, todas las actividades reguladoras de la economía, no algunas, todas, desde el acero y las comunicaciones hasta la leche y los chinchulines.
Entonces, por este camino, trabajando, generando valor adicional, no solo se elimina un desocupado, nace un consumidor y atiende una necesidad, no solo se moviliza la capacidad productiva parada, no solo se abriga al desabrigado y alimenta al hambriento, sino que se pone todo a funcionar y hasta se puede hacer con criterios de justicia social, y lo sabemos porque aquí ya se hizo.
Lo reitero por las dudas, para fijar la idea: se trata de poner en marcha los recursos parados, para producir bienes y servicios para la atención de la demanda no solvente, y generar capacidad de producción y distribución adicional suficiente como para impedir que quien fuere, de adentro o afuera, esté en condiciones de extorsionar a la sociedad y a su representante, el Estado, es una cuestión de soberanía elemental, de seguridad, así como se organizó en Europa desde el tratado de Roma en 1957, eso cuando hasta hacía una década se amasijaban sin piedad, no sé por qué no podríamos hacerlo nosotros.
No estoy inventando nada, como lo señalé mas arriba en el 73 se intentó, planificando y echando a andar, ya se había intentado y probado su funcionamiento en el 46/55, en su formulación jurídica política en la Constitución Nacional de 1949 y en el segundo plan quinquenal (1952/1958), es decir que esto ya se hizo, y funcionó, y muy bien porque por eso el Peronismo todavía existe, porque la Argentina no registra mejores índices de producción, productividad, ocupación, y justicia social que los de esas épocas.
La Constitución Nacional de 1949, que estuvo vigente casi 7 años, establecía que “la propiedad privada tiene una función social”, que “el capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como principal objeto el bienestar social”, la actividad económica se organiza conforme la libre iniciativa privada “siempre que no tenga por fin dominar los mercados, eliminar la competencia o aumentar usurariamente los beneficios”, la importación y la exportación estaba a cargo del Estado como los recursos naturales y las fuentes de energía, así como los servicios públicos, el Estado puede intervenir en la economía y monopolizar cualquier actividad en salvaguardia de los intereses generales (Artículos 38, 39 y 40), y se agrega “los abusos de derechos que perjudiquen a la comunidad o que lleven a cualquier forma de explotación del hombre por el hombre, configuran delitos que serán castigados por las leyes” (Art. 35)… y no falta el ignorante, o la ignoranta, que te quiere correr por izquierda, si hasta los radicales de entonces, que abandonaron la Convención del 49 en los albores de “la grieta”, dejaron constancia vehemente de que con estos principios estaban de acuerdo.
En el segundo plan quinquenal (1952/1957), que es coetáneo con ciertos problemas de crecimiento del proceso peronista, cuellos de botella en el sector externo, inflación incluida, se advierte claramente la dirección de las políticas en el fomento de la creación del sector de la economía que fuerce la producción mas allá de los rigores y claudicaciones de la dinámica del mercado: todos los capítulos del plan incluyen el fomento y subsidio a la creación de la actividad de cooperativas, de producción, comercialización, consumo, industrial, agropecuaria, etc., incluida la educación cooperativa a todos los niveles, y yo era chico pero me acuerdo de clases en la escuela primaria sobre el tema cooperativo y la promoción del ahorro como virtud social.
Un ejemplo podría ser la producción y abastecimiento de carnes, tema recurrente y conflictivo que se arrastra desde 1812, cuando comienza la producción de tasajo para exportación (alimentar esclavos en las plantaciones del Brasil), rubro crítico si los hay, en el que se han experimentado formas de regulación y control, incluida la intervención parcial de frigoríficos estatales o paraestatales, la Corporación Argentina de Productores (CAP) y la Junta Nacional de Carnes, primero privadas y después estatales, y otras muchas fórmulas, hoy ni siquiera se necesitan grandes extensiones para engorde, organizar un sistema de producción y distribución de carnes, vacuna, porcina, avícola y ovina, que satisfaga las necesidades de la población mal e insuficientemente alimentada y sin capacidad de compra no requiere mas que inversiones menores, en pesos, uso de capital y tecnología del que el Estado dispone o puede disponer, movilización de recursos paralizados o subutilizados, en 2 o 3 años se dispondría de rodeos adicionales, feed-lots, frigoríficos, transporte, y puntos de distribución en los que parte de la población, la que carece de recursos, podrá acceder a la mínima cantidad necesaria para su alimentación gratis si es necesario, y entonces los productores, frigoríficos, matarifes, supermercados, exportadores y carniceros podrán hacer sus negocios normales, con su clientela solvente habitual a los precios que resulten pero, pero, si se hacen los vivos, y siempre se hacen los vivos, desde el sistema estatal se puede abrir la venta y entonces veremos cuáles son los precios verdaderos, que no pueden ser mayores que los costos, que son en pesos, mas una ganancia razonable, liquidando aquí las divisas de exportación a los precios reales y pagando los impuestos que proceda y todos felices, no digo que sea fácil, porque es una mafia bicentenaria, pero no puede ser imposible.
Otros caminos no aparecen como eficaces, por lo menos a mí no se me ocurren.
El ejemplo mas claro es la ley 27.345 que las organizaciones sociales obtuvieron de Macri, el salario social complementario, mas otros beneficios y subsidios marginales que, aun siendo voluminosos, reconociendo que representaron mejoras interesantes, sostienen al sistema de miseria, lo complementan, seguramente se progresó al interior de esas organizaciones, pero está a la vista y estamos de acuerdo en que seguimos en el mismo pozo porque la mecánica de esa miseria y la dependencia se regeneran a mayor velocidad, y ese ejercicio demuestra nuestra ingenuidad y debilidad en estos tiempos, andá y pediles lo que se te ocurra, te lo dan, los tipos te lo dan, siempre y cuando todo siga estando como está.
Qué carajo les importa si mientras prometían los 30 mil millones de pesos que uno pedía, te estaban clavando 54 mil millones de dólares en deuda, toda fugada, deuda votada y consentida hasta hoy por todos los imbéciles, incluidos los propios, que integraron el horizonte de conducción del País, agujero del que no sé cómo se sale si no se parte de que fue una trampa perversa.
Y lo menciono porque es experiencia cercana, no para hacerme el sabio ni sobrar a nadie.
La solución está en romper la inercia del capitalismo y la dependencia, cerrar las vías de fuga e invertir para poner en marcha la totalidad de los recursos productivos, eludir la estrechez de la lógica de la actividad privada en el mercado o, mejor dicho, ponerla en el lugar que le corresponde que es la lógica del negocio, ajena radicalmente a la lógica de la solución de los problemas comunes, ponerse como meta producir todo lo que se necesita, y no andar discutiendo sobre teorías y “leyes” económicas que nunca funcionaron en ninguna parte.
No digo que sea fácil, pero si uso recursos fiscales, incluso el déficit, para producir bienes y servicios adicionales por un valor adicional, sea menor, equivalente o mayor, aunque sea microeconómicamente “ineficiente”, la ecuación será socialmente positiva, y aliviará desde un principio las tensiones sociales emergentes de la miseria, con la que se terminará según nuestras posibilidades, y desde ahora, no en un futuro lejano.
En verdad no encuentro mejor ejercicio de solución para la Argentina que el pacto social del 73, vuelvo, el mundo es radicalmente otro, es cierto, pero eso es a favor, hoy la técnica, los fabulosos recursos de la ciencia, de la inteligencia artificial, permiten soluciones que hace 50 años eran, en el mejor de los casos, pura ciencia ficción.
Aquella tensión de un mundo al borde del cataclismo nuclear cedió su lugar a un escenario en que un pequeño grupo de ignotos centros de acumulación de riqueza, riqueza puramente nominal, que no son nadie, tienen domicilio en paraísos fiscales pero no están en ninguna parte, solo son visibles allí donde llueven misiles, ya no tienen lealtades nacionales, si necesitan fuerzas armadas las pagan, ejercen magnitudes de poder inasibles, formas de usura jamás imaginadas, son agentes de la historia absolutamente irresponsables y feroces, elegidos por nadie, que invocan derechos a perpetuidad, sin valores de ninguna especie reconocible que no sea la práctica del abuso de poder, poder solo enfrentable desde los estados nacionales, desde la acción política de los estados nacionales, y aquí sí que “no hay otra” que fortalecer mecanismos de democracia material, si no estamos fritos.
Vuelvo, no tengo mejor forma de compresión de la acción política que aquella de asumir consensos desde mayorías populares, acuerdos que se puedan transformar en proyectos concretos que tengan como objetivo la construcción de la Argentina, que fue lo que hizo Perón en el 73, unidad de criterios, y herramientas que, en su mayoría, funcionaron, y funcionaron bien (Si alguien quiere discutir sobre el “Rodrigazo”, no hay problema, después vemos, excede este discurso).
No encuentro mejores objetivos ni herramientas, mejorables estas últimas sin duda, solo entiendo que no hay mas salida que organizar planificadamente la puesta en marcha de la Argentina, echando a andar todos los recursos disponibles independientemente de la estrechez de la lógica del mercado, no sé además cómo se podría terminar con la fuga de la riqueza que genera la Argentina de otra forma que terminando con ella, impidiéndola materialmente, no me imagino como podría dejar contentos a las mineras cuando les diga que tienen que pagar todo lo que se llevan, o a las agroexportadoras que no pueden seguir contrabandeando, que las rentas extraordinarias por las ventajas comparativas de la Argentina son de la Argentina, es decir de todos, ni a Coto que no se puede llevar por izquierda la renta del comercio minorista de los argentinos para hacer mersadas en Miami, por mas genio de la comercialización que sea, ni al ICBC (Industrial and Comercial Bank of China) que no puede usar el ahorro de los argentinos para hacer inversiones … chinas … en la argentina o donde sea, que eso en la China no se puede hacer, y Rocca, y Bulgheroni, y Pagani, y Ratazzi, y Elztain, y Grobocopatel, y Galperin, y Cargill, y Dryfus, y Molinos, y Bayer, y Telefónica, y, y, y, … pero bueno, no nos queda mas alternativa que tratar de convencerlos.
Por fin hay que planificar, dejarse de boludeces, que por mas que protestes tus convicciones capitalistas, o peor, esas giladas de social democracia, acá no te cree nadie, ahora, si te lo crees Vos, cagamos…
Y… sí, es un enfoque parcial, pero ya van diez páginas,
Otro día seguimos…
Vamos todavía…
Buenos Aires, 15 de junio de 2021
Carlos Negri
(1) Carlos Alberto Negri es abogado, cofundador de FURN (Federación Universitaria de la Revolución Nacional, rama universitaria de la Juventud Peronista de La Plata entre 1966 y 1973)-, secretario de prensa del Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires, diputado por el Frente Justicialista de Liberación (1973-1976)- estuvo exiliado entre 1977 y 1982.
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 19/6/2021