Por Jorge Bonvin —
La gesta de Malvinas cala muy hondo en el corazón de los Argentinos y nos une sin banderías, pero alguna vez alguien escuchó mencionar que alguna mujer haya participado. Cuando se habla de los héroes de Malvinas las mujeres están ausentes. La mayoría de los argentinos cree que las únicas mujeres de Malvinas fueron las madres, esposas, hijas, hermanas que se quedaron sufriendo en el continente y recibiendo muchas veces la triste noticia de que su ser querido no volvería jamás y que quedaría en las frías islas bajo una cruz blanca sin siquiera su nombre.
Malvinas fue una vergüenza para nuestra Patria, no por la derrota ante las dos potencias mundiales, contra quienes nuestros soldados se batieron valientemente pese a la diferencia de medios, sino por el manejo y ocultamiento que se hizo posteriormente que empezó cuando los soldados volvieron a nuestra Patria. A pesar del tiempo transcurrido todavía no está escrita toda la historia y la presencia de las mujeres en la Isla, en los barcos y en el continente, sobre todo cuidando y consolando a los heridos es la que más deuda tiene hoy con esas héroes que todavía son invisibles. Desde la finalización del conflicto se escribieron aproximadamente 90 libros en inglés y 30 en español y ninguno tiene siquiera un capítulo que hable de la participación de las mujeres.
La mayoría fueron enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas civiles ya que solo la Fuerza Aérea había comenzado a incorporarlas en 1980 con el rango de cabo primero, pero también hubo voluntarias que nadie recuerda. Todas ellas vivieron los horrores desde adentro, recibieron en el continente y en los buques transformados en hospitales a los soldados heridos, amputados, quedamos y sobre todo psicológicamente agobiados.
Siempre la mujer presente
En todos los momentos importantes de nuestra historia, desde los orígenes de nuestra patria, siempre hubo presencia de mujeres en distintas labores y trabajos. Sin embargo, muy pocas quedaron en la memoria colectiva. El recuerdo de mujeres que actuaron en nuestra guerra de la independencia es muy limitada. El caso de Juana Azurduy es casi una excepción.- Las otras eran abnegadas madres o esposas que acompañaron a sus hombres, pero su acción se limitaba a acompañar nada más. Pero eran mujeres valientes que lo hacían todo por sus hombres y su patria y eso no quedó reflejado en la historia oficial. El triste ejemplo de Damasita Boedo que acompaño al General Lavalle quien desde Buenos Aires emprendió una retirada totalmente derrotado hacia Bolivia, que murió en el camino y que sus hombres, con su mujer a su lado, le sacaron la carne al cadáver para evitar su putrefacción y que sus restos no cayeran en manos de los enemigos.
Felipe Pigna en su libro “Mujeres tenían que ser” hace mención a como las mujeres fueron construyendo su camino: Como protagonistas en todos los aspectos construyeron su identidad a través del trabajo, la cultura, los debates, las luchas políticas y sociales, la vida familiar, barrial y colectiva. Un papel que, por lo general, suele negarse o limitarse a la mención de unas pocas figuras destacadas a la hora de escribir nuestra historia, en la medida en que estas mujeres se hayan destacado en tareas, roles, profesiones u oficios definidos históricamente como masculinos.
Los yanquis que suelen hacer grandes memoriales en Washington recordando a los que pelearon sus guerras. En el correspondiente a Vietnam, al lado del impresionantes monumento a los soldados tienen uno similar dedicado a las enfermeras que estuvieron allí y sufrieron lo mismo que todos los demás.
Mujeres invisibles
Quizás la historia que nos falta esté empezando a escribirse, por lo menos hay intentos serios. Alicia Panero es una periodista, esposa de un militar, que por primera vez intenta acercarse a la historia escribiendo un libro que no está publicado en papel que se denomina “Mujeres Invisibles”.-
Ella le dijo al periodista de Infobae, Juan Carlos Parrilla quien la entrevistó y le preguntó que motivó su investigación: “Yo estoy casada desde hace 30 años con un militar, vivo en una base aérea y no sabía que había veteranas. No hay una política de difusión sobre ellas. El veterano en el inconsciente colectivo es un hombre. La gente cuando escucha la historia de las veteranas no lo puede creer. Cuando salió la ley del Día del Veterano y los Caídos de Malvinas las dejaron afuera del nombre porque no se sabía que había veteranas. Pero aún hoy hay mucha negación de los hombres. Recién las invitaron a desfilar por primera vez el año pasado, en el aniversario del bautismo de fuego de las Fuerzas Armadas, el 1 de mayo.” “El Congreso las reconoció cuando se cumplieron los 30 años de la guerra, pero en ese transcurso, la mayoría prefirió no hablar, primero, porque la guerra venía de la dictadura y era como vergonzante; y segundo, nadie les creía, porque nunca se habló de ellas. Además, en general, los que sufren estrés postraumático hablan muchos años después. Por ejemplo, Alicia Reynoso (NdR: una de las trece enfermeras de la Fuerza Aérea que trabajaron en el hospital reubicable en Comodoro Rivadavia), a raíz de un ACV, recién 28 años después de la guerra contó su experiencia en una sesión de terapia. Y hoy sigue dando charlas.”
En la introducción de libro la autora dice que “el objetivo de este trabajo, es demostrar donde iguala la guerra y como pueden, las mujeres, ser luz donde hay sombra y oscuridad, en el idioma que sea. Mostrar las coincidencias de sentimientos y acciones, posiciona a todas las mujeres, con un entramado, en el continente, en los barcos y en las islas, brindando los mismos cuidados, padeciendo los mismos temores, protegiéndose de las mismas amenazas. Sufriendo las mismas pérdidas.
Las guerras dejan en la invisibilidad a las mujeres, y hacerlas visibles es un mensaje de paz, que aporta al diálogo permanente.”
Este libro puede descargarse en forma gratuita en internet.
Otro intento
La segunda iniciativa para saldar esta deuda es de la senadora riojana Hilda Aguirre de Soria que a través de un proyecto busca incluir a estas mujeres en un reconocimiento por su labor y consagrar el derecho de una pensión vitalicia. Aguirre de Soria es una senadora que se caracteriza por la lucha en favor de la mujer. Tiene además un proyecto que tiene media sanción del senado que establece que todo niño cuya madre fallezca por violencia de género tenga derecho a una pensión hasta los 18 años.
La autora, acerca del proyecto referido a las mujeres de Malvinas, le dijo a El Diario de La Rioja que propicia que se reconozca y rinda “homenaje al personal femenino que durante la Guerra del Atlántico Sur (1982), en condiciones de verdadero riesgo para su integridad física, mental y espiritual e imbuido de un heroico patriotismo, cumpliera tareas de contención humana y atención sanitaria a los combatientes heridos”.
Que la ley que propone “dará derecho al otorgamiento de una pensión vitalicia, no contributiva, compatible con cualquier ingreso que tuviera la beneficiaria, cuyo monto será establecido por el Poder Ejecutivo Nacional (PEN)”.
En los fundamentos de su proyecto, la senadora sostiene que “la Guerra de Malvinas, con su secuela de dolor, injusticia y derrota, es una herida abierta en el tejido social y político de Argentina”, mientras que “uno de los tantos aspectos de aquel conflicto no abordados convenientemente, es el referido al rol cumplido por las decenas de mujeres que participaron en él”.
“El ominoso silencio de las Fuerzas Armadas acerca de la participación femenina en el conflicto bélico de Malvinas, es un nuevo caso de invisibilización de la mujer en un mundo de hombres, otro intento de escamotearle al género su porción de protagonismo histórico”, afirma la legisladora.”
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 18/2/2017