por Ana María González –
Fernanda Delaloye nació en Herrera (ER), en 1990. Encontró en la literatura su refugio, hoy es Profesora y licenciada en Letras. Reside en San José, Entre Ríos, desde allí dicta un taller literario de modalidad híbrida (presencial y virtual), llamado Ronda de letras y tiene un programa de radio “Las escrituras. Lecturas orilladas” que se trasmite por radio Sapukay, 90.9. También dicta una cátedra de lectoescritura semipresencial en la Universidad de Río Negro. En 2020 ganó el 1er premio en el Concurso Internacional de cuento “Ingrid Waisman” (Río Cuarto, Córdoba). En 2022 obtuvo una beca grupal en el Fondo Nacional de las Artes, en el 2023 logró el tercer puesto en el certamen provincial Juan L. Ortiz. Recientemente salió a luz su Antología Despertar el vuelo editado por Halley Ediciones.
Fernanda sufre ansiedad de palabra y la resuelve en poesía, hecho que la hace reconocerse en un cuerpo frágil: necesitó del viento de Neuquén para vencer al asma, también de intervención en sus córneas fatigadas de lecturas y de la liberación del frenillo de su lengua para poder decir. Ella viene de una estirpe de mujeres que araron la tierra; por eso ama las plantas, los cultivos, las flores. A veces es junco, que necesita flexibilizarse para sobrevivir, volver a casa y recuperar la inocencia. Otras acusa rabia por todas las mujeres que se acostumbran a los pesos que llevan, a las críticas de los vecinos de los pueblos chicos donde los infiernos son grandes. Su poesía acompaña las luchas de mujeres fuertes que “tejen estruendos mudos”, se inspira en Beauvoir, Woolf.
Hay en sus versos una tensión entre el aferrarse a la tierra de origen de Entre Ríos o volar, es recurrente la imagen de la golondrina negra. Vivió en Neuquén, donde estudió letras y fue alumna de Silvia Mellado (quien prologa su antología) y tuvo cercanía a poetas mapuches como Liliana Ancalao, quien ha dicho en Rokiñ, Provisiones para el viaje, que “ escribe para drenar la memoria”… “para saber de qué muerte y de que vida vengo y sobrevivo”. Fernanda escribe para encontrar la raíz, para eso hay que desenterrar, también florecer como el higo que pasa por fruto pero es flor, romper pieles, aceptar su pegajosa lechosidad. También reconoce que los cuerpos se adaptan al clima florecen solo si pueden, en invierno crujen buscando sol.
A la poeta le gusta la fuerza del silencio, la memoria es un valle que solo puede recorrerse junto a él. Desconfía del medio acuático porque el agua retiene los datos de los orígenes y opta por encapsularse en una botella para flotar. Anda buscando hacer nido como las golondrinas negras que a veces salpimentan su pueblo.
Sus poemas también acusan la fuerza que encontró en el sur argentino, el respeto por esa cosmovisión de los pueblos originarios que se oponen a la contaminación del hombre blanco. Mellado encuentra en su poesía rastros de Anne Carson, Bernardita Hurtado Low, Adrienne Rich. Como ellas Fernanda hurga entre jardines donde encuentra respuestas y lanza desafíos, agrega tierra, riega, dispersa semillas, planta limoneros y lapachos amarillos. Agradece también a quienes fueron sus profesoras en el taller Nostotras en el texto: Manu Mántica y Belén Zavallo.
Despertar en vuelo es poesía breve y sencilla, pero intensa en el mensaje que trasunta, honda en la selección de palabras que proponen entrar en temas personales y de otras mujeres, las que portaban “palabras atramalladas”. En ella imágenes sensoriales penetran por los ojos y se expanden por la lengua, ahora libre. Poesía de aire litoraleña con ribera y río, atravesada por los vientos patagónicos, por esporas sueltas que también germinaron en Fernanda por eso ese debate entre ser golondrina o enraizar. Volver a su provincia, regresar, es delinear finalmente un círculo.
María Fernanda Delaloye en la Feria de la Palabra de C. del U. (2022)
Foto de Pascual Pontelli.
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 31/10/2023