Por Juan Domingo Peron –
«A los 18 años mi padre me regaló dos libros. Fueron las Cartas de Lord Chesterfield a su hijo Felipe y Varones Ilustres, de Plutarco, en la edición Garnier. Creo que son los dos libros que más me han influenciado. Yo era subteniente y, figúrese: hay dos tipos de militares jóvenes. Los que se quedan siempre en el casino, jugando al billar, a las cartas o charlando simplemente, y los que están inquietos por la vida y el mundo. Yo era de estos últimos. Estos dos libros me indujeron a la necesidad de instruirme, de educarme intelectual y moralmente. El primero está escrito por un padre a un hijo natural, a quien educa a través del epistolario, que es único por las enseñanzas que contiene. El otro es el cultivo de la personalidad, del espíritu. Plutarco no escribió historias, sino hombres. Empieza con Ciro y desfilan muchos grandes. Yo tenía 18 años y era lógico: me sentía Aníbal, me sentía un grande. De todos a quien siempre admiré más fue a Alejandro. Para mí es el más importante conductor y la conducción es un arte especial. Un arte que en lo político trata de resolver una sucesión de hechos concretos. Alejandro —que no en balde había sido educado por Aristóteles—, a los 24 años ya estaba preparado para la grandeza. Con sólo 50.000 griegos vence a un millón de persas. No quería glorias pequeñas, glorias de fulleros. Una vez alguien le preguntó a dónde quería llegar… ¿Sabe qué respondió? «A no perder la esperanza.»
Recopilación, transcripción y gráfica de Emiliano M. Ayusa. Historia del Peronismo y la Comunidad Organizada.
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 16/11/2023