Por Vicente Suarez Wollert –
La ciudad costera es el primer destino de la biblioteca rodante, un proyecto autogestivo destinado a las infancias entrerrianas.
La literatura tiene la capacidad de transportarnos a mundos lejanos, de conectar realidades distantes y de encender en nosotros emociones profundas y transformadoras. Y a partir de ese deseo de convidar otros mundos posibles nace “La Perra Vizcacha”, un proyecto innovador, autogestionado y único en su tipo en nuestra provincia, que busca llevar la lectura a cada rincón de Argentina, empezando por nuestros pueblos y ciudades entrerrianos. Esta iniciativa fue creada y facilitada por Vero Haudemand, docente, lectora apasionada y viajera incansable, quien en 2021 dio vida a esta biblioteca rodante que comenzó como una simple librería virtual orientada a las infancias. Sin embargo, como muchas ideas nacidas desde el amor, esta fue mutando, creciendo y encontrando su verdadero cauce en el encuentro con el otro, en la riqueza de lo compartido y en la posibilidad de sembrar palabras allí donde florece la curiosidad.
Oriunda de Concepción del Uruguay y radicada por años en Buenos Aires, Verónica fue descubriendo el potencial de la lectura en espacios públicos al participar en ferias del libro, talleres comunitarios y diversas actividades culturales. Fue en esos contextos donde advirtió que los libros, cuando se acercan con sensibilidad, pueden derribar barreras y tender puentes. Así decidió crear un espacio de lectura itinerante, fuera de las instituciones tradicionales, que pudiera acercar libros a quienes tal vez no tienen una biblioteca cerca, pero sí tienen ganas de escuchar, leer y compartir.
En mayo de 2022, el sueño empezó a tomar forma concreta: Vero adquirió una combi Volkswagen de 1982, a la que bautizó como “La Vizcachera”, y con ella comenzó a construir una biblioteca sobre ruedas. La idea de una combi no fue casual: representa libertad, movimiento, raíz y alas al mismo tiempo. Fue también el punto de partida de un viaje profundo, no solo territorial sino también simbólico, que tenía como objetivo sembrar libros y cosechar encuentros.
La semilla de este proyecto, sin embargo, se gestó mucho antes. Durante la pandemia, una etapa que paralizó al mundo pero también despertó nuevas formas de vínculo, Vero organizó encuentros de lectura junto a su sobrina de ocho años y algunas amigas. En esos pequeños encuentros caseros, íntimos y amorosos, encontró el sentido profundo del acto de leer: compartir, imaginar y transformar. Lo que nació como una actividad para sobrellevar el aislamiento terminó convirtiéndose en el motor emocional del proyecto.
Desde sus inicios, Vero buscó equilibrar su trabajo como docente con su deseo de expandir la lectura como herramienta transformadora. Los primeros viajes de La Vizcachera la llevaron a su tierra natal, donde participó en ferias, jornadas culturales y exposiciones agropecuarias, siempre con el foco puesto en las infancias. No obstante, el camino no estuvo exento de dificultades: a fines de 2022, la combi necesitó una renovación estructural que la mantuvo fuera de circulación durante varios meses. Fue recién en julio-agosto de 2023 cuando volvió a estar lista para rodar.
Durante el verano de 2024, Vero se embarcó en la camperización de La Vizcachera, adaptándola con mobiliario y elementos que le permiten vivir y trabajar allí. En mayo de ese año, dio un paso decisivo: dejó formalmente su empleo en Buenos Aires, vendió sus pertenencias y regresó a Concepción del Uruguay, apostando de lleno al proyecto. Su vida se convirtió en una ruta de afectos, libros y paisajes, un ir y venir entre ciudades y caminos, hasta que finalmente, hace poco más de 10 días, llegó a Santa Elena, su primer destino oficial.
La llegada a Santa Elena fue casi por azar, como suelen ser los encuentros más significativos. Mientras recorría la provincia, se topó con este rincón en Google Maps, y al visitarlo, quedó maravillada. “Los paisajes son hermosos, la gente es amorosa y me siento cobijada. Llegué y me enamoré del lugar”, cuenta con emoción, reflejando la conexión inmediata que se generó con la comunidad.
Hoy, su trabajo como docente continúa de forma remota durante la semana, y los fines de semana abre la biblioteca para que familias, niños y niñas puedan acercarse a leer, jugar y soñar. La primera jornada fue el sábado previo a Semana Santa, y muchas infancias se acercaron a disfrutar de este oasis literario. Desde entonces, la biblioteca itinerante se instaló en la Zona Costanera, convirtiéndose en un espacio de encuentro abierto y afectivo.
Las escuelas de Santa Elena también respondieron con entusiasmo. Directivos y docentes se acercaron a Vero para coordinar visitas, actividades y propuestas que promuevan la lectura como derecho y como placer. Así, La Vizcachera no solo es un vehículo, sino también una excusa para conectar con otros, tender redes y compartir lo que nos hace humanos: las historias.
El proyecto se sostiene gracias a la dedicación incansable de Vero y a la venta de libros que ofrece desde la combi. Aunque el sustento económico es una necesidad, el propósito que la moviliza va mucho más allá. “Quiero llevar a los hogares historias que nos permitan crear otros mundos donde podamos encontrarnos de forma más equitativa y solidaria”, expresa. Sus libros abordan temáticas como las emociones, la diversidad, los cuerpos, los cambios y los deseos, abriendo puertas para que niños y niñas puedan nombrar lo que sienten, lo que viven y lo que sueñan.
El nombre del proyecto tiene también una historia hermosa. “La Perra Vizcacha” es un homenaje a Morena, una perrita que Vero adoptó durante la pandemia. Morena tenía 14 años cuando falleció su dueña, y nadie quería adoptarla. Por una de esas coincidencias mágicas, Vero regresó temporalmente a Concepción y alquiló la casa donde Morena vivía. “La amé”, dice con sencillez y ternura. Morena vivió hasta los 17 años y dejó una huella enorme. Aunque su nombre era Morena, tenía aspecto de vizcacha por su color, su tamaño y su cara particular. Así nació el nombre del proyecto, como una forma de abrazar la memoria, el cariño y la compañía incondicional.
“La Perra Vizcacha” es mucho más que una biblioteca rodante: es una apuesta por la cultura, por el encuentro y por la ternura. Es un viaje lleno de sentido, que nace de una historia muy personal pero se transforma en algo colectivo cada vez que alguien se detiene frente a la combi, toma un libro y se permite soñar. Podés escribirles a través de instagram en: @laperravizcacha_libros