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Selva Almada, la experiencia en Londres, su próxima novela y su crítica al gobierno: “No me importa el costo de decir lo que pienso”

La entrerriana Selva Almada –una de las escritoras contemporáneas más destacadas de Argentina y América Latina- habló de su paso por Londres, donde fue finalista del prestigioso Booker Prize Internacional por la traducción de su novela “No es un río”.

A la vez, hizo un repaso de su trayectoria literaria, adelantó su próxima novela y dio su mirada sobre la actualidad sociopolítica de nuestro país.

Nacida en Villa Elisa, recordó que allí estudiaba francés e incluso llegó a dar clases. “Para el centenario vino un contingente del Cantón de Valais y quienes conocíamos el idioma hicimos de guías; fue una linda experiencia”, dijo durante una entrevista por Radio 12 de Colón.

Al finalizar la escuela secundaria se trasladó a Paraná. “Quería ser periodista”, por lo que estudió Comunicación Social por algo más de dos años. Luego se pasó al Profesorado de Literatura, donde obtuvo el título.

“Empecé publicando textos breves en el semanario Análisis, que en aquel momento recién empezaba y tenía un suplemento para jóvenes que se llamaba La madriguera del conejo gris. Eran como capítulos de una novela que nunca finalicé”.

En 2000 se radicó en Buenos Aires, donde vive desde entonces. Empezó a escribir cuentos con los cuales publicó sus primeros libros. “El primer libro se llamó Niños y son relatos autobiográficos. Después continué esa serie con Una chica de provincia; eran relatos ambientados en Villa Elisa y en el campo, con algunas cosas de mi propia biografía, así que están muy atravesados por lo familiar”.

“En 2015 hice un compilado de esos cuentos y me di cuenta que tenían un relato muy fuerte en las relaciones familiares y el concepto de familia”.

Luego, Selva Almada incursionó en el rubro de las novelas, con una saga compuesta por tres títulos ambientados en el litoral argentino. “Tienen un eje muy fuerte en las masculinidades y las relaciones que establecen los varones entre ellos”.

El primero es “El viento que arrasa” (2012) y se centra en las relaciones familiares. “Tiene cuatro protagonistas: un padre y su hija; un padre y su hijo”.

En 2013 se editó “Ladrilleros”, cuyo argumento parte de una anécdota que le contaron a la autora, ocurrida en una pequeña ciudad del sur de Chaco sobre “vecinos enfrentados a partir de la llegada al pueblo de un parque de diversiones. Empiezan una pelea que termina con varios heridos y algún muerto de cada lado. Me pareció un buen disparador para comenzar a contar una historia de ficción. El centro de la novela es el amor entre dos varones, en un contexto donde hay mucho prejuicio hacia la homosexualidad”.

La primera escena de “No es un río” –la última de la saga, editada en 2020- “también es a partir de algo que me contaron, que es la pesca de una raya gigante en el río Paraná”.

En esta novela, “los ejes están puestos en la amistad entre los varones y la relación padre-hijo. Hay un padre que falleció cuando el hijo era muy chico y dos amigos tomaron su rol. También está la historia de una madre, Xiomara, que pierde a sus hijas. Para contar cómo ella se vuelve loca a partir de esa pérdida que no puede aceptar, me basé en un accidente que ocurrió en Villa Elisa en los años ’90, en el cual un grupo de chicos que volvían de un baile en el campo, murió a partir del vuelco de una camioneta”.

“No es un río” se publicó hace unos meses en Gran Bretaña y fue finalista del Booker Internacional, a las mejores novelas traducidas en el año. Estuvo entre las seis finalistas.

“Si bien no gané, porque ganó una autora alemana, es una especie de vidriera hacia otros países y otras lenguas a las que es más difícil llegar desde el español, así que la nominación me abrió muchas puertas. Ahora la novela va a traducirse en Arabia Saudita, Checoslovaquia y Bulgaria, entre otros país”, señala.

“Estoy escribiendo una novela; recién la empiezo”, dijo luego como adelanto de lo que será su próxima obra.

“Es la historia de una casa en un campo de Entre Ríos –sin ser una localidad específica- vacía desde hace una década y en el transcurso intentaremos saber por qué lo está. Es un relato en la tradición o en la línea de las casas encantadas”.

“La vengo pensando hace bastante; la idea es escribirla durante este año para presentarla en septiembre u octubre del año que viene”.

“Se han destruido cosas que llevará muchísimo reconstruir”
En la entrevista realizada en el programa “Lo vi en las redes”, una de las preguntas apuntó a los asuntos que la movilizan. La escritora entrerriana respondió: “En este contexto tan particular y horrible que estamos viviendo, todo el tiempo hay temas que me movilizan y me interpelan: la situación social, la pobreza, este crecimiento exponencial de la derecha, gente que cuestiona derechos que hemos adquirido después de mucho esfuerzo y mucha lucha”.

“Hay un bombardeo permanente a un montón de temas que me interesan, como los ataques a la cultura. También creo que en este último tiempo se ha generado un odio al pobre, un ‘sálvese quien pueda’, un individualismo muy fuerte que nos está haciendo mucho daño como sociedad y como país”.

En este sentido, precisó: “Había un consenso de que ciertas cosas estaban mal y no se podían volver a repetir, como la dictadura. Pero que de repente aparezcan estos discursos, tiene que ver con que eso estaba contenido y ahora –como desde el propio gobierno se dicen barbaridades- todo el mundo se siente habilitado a decirlas”.

“Se empiezan a escuchar discursos donde parece que la democracia no es la mejor opción, de mucho prejuicio, racismo, homofobia, lesbofobia, desprecio hacia las diversidades sexuales. Cosas que evidentemente mucha gente pensaba y afloran ahora. Esto estaba latente y ahora sale a la superficie”, opinó.

El costo que tiene para un artista manifestarse políticamente, fue la siguiente pregunta: “Hace poco me hicieron una nota en Madrid y cuando la replicaron acá fue una andanada de comentarios hiperviolentos hacia mi persona y lo que decía. Igual a mí, realmente, no me importa el costo que pueda tener decir lo que pienso. Si tengo la posibilidad de que en algunos medios me pongan un micrófono enfrente, mi deber como persona es usarlo para decir lo que pienso, más allá de las consecuencias que eso me pueda traer”.

“Como artista, es una responsabilidad decir lo que pienso y cuestionar al poder de turno. Me parece que debería ser siempre el compromiso de un artista, desde la escritura, la música, el cine. Sobre todo en este momento, donde la cultura está siendo cuestionada desde el primer día en que asumió este gobierno, con el cierre de la Agencia Télam, el desmantelamiento de la Biblioteca Nacional, el INCAA, el Instituto del Teatro”.

Para Almada, “todas las instituciones culturales están siendo atacadas y cuestionadas. Puede ser que hubiera cosas que no funcionaran bien, pero cerrándolas no es la manera. En medio año se han destruido tantas cosas, que después llevará muchísimo tiempo volver a construir”.

(fuente:elentrerios.com)

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