Por Ángel J. Harman –
Las primeras relaciones entre la Argentina y Japón se oficializaron el 3 de febrero de 1898 a través del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, firmado en Washington entre un representante argentino y un representante japonés. Como este no era un tratado de inmigración, el tema ha tenido que ser estudiado a través de las memorias y entrevistas personales.
Se sabe que el primer poblador japonés a nuestro país fue Makino Kinzo, quien en 1886 se estableció en la provincia de Córdoba. Antes que él, había llegado a la Argentina una troupe circense integrada por varios japoneses, algunos de los cuales quedaron a residir en el país.
A partir de 1920 la llegada de japoneses se hizo frecuente y la colectividad creció y se crearon colonias. Algunos se radicaron en Misiones; otros muchos en la provincia de Buenos Aires. Se dedicaron a la floricultura (en Florencio Varela, José C. Paz y Escobar, entre otros centros), fruticultura y horticultura.
En 1909 fueron censados 331 japoneses en la Argentina.
En 1900 Japón nombró a Narinori Okishi como el primer representante diplomático ante el gobierno argentino, y en 1905 la Argentina instala una delegación en Tokio.
Por esos años, comerciantes japoneses instalaron sus bazares en Buenos Aires: “Casa Togo”, “El Nuevo Japón”, “Bazar Tokio”.
Hacia 1912 una mujer japonesa, Tsuta Nakamura, estableció la primera tintorería en Buenos Aires. [1]
Hacia 1920 se definió la inserción japonesa en el mercado laboral: fueron floricultores, horticultores y tintoreros. Popularmente se los sitúa en esta última profesión, pero no siempre fue así.
En 1912 una mujer recorría las casas pidiendo ropa para lavar. Allí comenzó el camino de la colectividad hacia la tintorería. Pero cuando en 1935 se creó la Unión de Propietarios de Tintorerías la reunión se realizó en la Federación Gallega y no había japoneses afiliados. En 1939 un dirigente se referiría a éstos como una amenaza, pidiendo se limitara su ingreso. Según él, los precios bajos que cobraban los orientales se basaban en un ritmo de trabajo inhumano, esclavista y en la falta de ambiciones y de sentido social. Sólo en 1948 los japoneses ingresaron masivamente en la Unión.
A comienzos de siglo, como resultado de un convenio con el imperio japonés, vinieron algunos comerciantes de aquel país hasta el nuestro. En 1914 los inmigrantes eran poco más de mil, la mitad de ellos residían en Buenos Aires y grupos menores en Santa Fe, Córdoba, Salta, Mendoza y Jujuy.
Hacia 1933 eran 15.000; un estudio sobre la inmigración japonesa a la Argentina, estima que entre 1897 y 1941 habían ingresado a nuestro país 55.398 inmigrantes japoneses, a los que deben sumarse aproximadamente 3.000 más después de la segunda guerra mundial.[2] Hoy se los estima en 33.000 las personas de ascendencia japonesa. En 1920 crearon un instituto para enseñar su idioma y en 1937 fundaron la Escuela Japonesa de Buenos Aires, bilingüe. La mayoría provenía de la isla de Okinawa, cercana geográfica y culturalmente a China, mucho más abierta al extranjero que el territorio central.
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En Entre Ríos
En las primeras décadas del siglo XX, en 1912, se instaló en Concordia el café “Tokyo” del señor Inonue, que, según algunos testimonios, en su momento fue el café con billares más grande de la provincia. Dos años después se instala en Concepción del Uruguay el “café Japonés” del señor Nakamura.[3]
Hacia el año 1943, figuraban en Concepción del Uruguay: el café de Yoshiji Nakamura, ubicado en calles 3 de febrero y Sarmiento; la tintorería “The Japan”, en calle Alberdi Nº 814. Tsuruji Yoshitaky tenía un taller de electricidad y radio en España y Montevideo (calle 25 de agosto actual). [4]
Entre los años 1965 y 1990: tintorería “New Tokio” de Teikichi Arakaki, (a quien sucedió Shizuko Arakaki) en calle Rocamora 317 y la tintorería “The Japan”, de Yoshimasa Tasaki; a quien sucedió Kiyoko A. de Arakaki, en Alberdi 814.
Estas familias de origen japonés, que han mantenido las costumbres ancestrales, se caracterizan por su laboriosidad, su calma y afabilidad. Sus hijos cursaron en las escuelas públicas y se han podido integrar sin inconvenientes a la sociedad nacional.
Fuentes
[1] LAUMONIER de DE LA ROSA, Isabel, “Japoneses: esa otra inmigración”, en revista Todo es Historia, Nº 263, mayo de 1989
[2] IMAI, Keiko, “Los inmigrantes japoneses en Argentina. Historias personales de empresarios pioneros”, ML, nº 30, agosto de 1995, p. 459/ Para 1977 se estimaba que en Argentina la comunidad okinawense estaba compuesta por 21.000 personas (incluyendo segunda y tercera generación) y según la misma fuente el total de japoneses ascendía a 30.000 con lo cual constituían el 70% del total. Los datos de la embajada japonesa en la Argentina para 1978 sobre la comunidad nikkei era de 30.618, de los cuales 15.492 poseían nacionalidad japonesa (issei), es decir el 50,6%. Por lugar de origen el 70% provenía de Okinawa seguidos de inmigrantes de Kagoshima, Hokkaido, Kumamoto, Hiroshima y otros. Del total de japoneses issei en Argentina, alrededor de la mitad habían llegado al país antes de la segunda guerra mundial y la otra mitad después, en cifras 7.711 y 7.781 respectivamente. [Citado por ONAHA, Cecilia, Historia de la migración japonesa en Argentina. Diasporización y transnacionalismo]
[3] HIGA, Jorge, “La Argentina vista con ojos oblicuos”, en revista Todo es Historia, Nº 316, noviembre de 1993
[4] Guía de Concepción del Uruguay y Departamento, Nº 1, (Dir.: L. Walter Savall Gutiérrez), Edición años 1942-43
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Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 26/9/2021