por Bernardo Salduna –
El 18 de abril se cumple un aniversario mas del fallecimiento del Dr. Arturo Frondizi, ex presidente constitucional argentino desde 1958 hasta su derrocamiento en 1962. Por iniciativa de familiares y allegados se había dispuesto para la fecha, el traslado de sus restos a Concepción del Uruguay, ciudad en la que don Arturo cursó parte de su secundario en el histórico Colegio fundado por Justo José de Urquiza. Por razones obvias, el acto fue pospuesto.
UN RECUERDO PERSONAL
Tuve la oportunidad de verlo directamente, por primera vez, en febrero de 1958.
El gobierno de la llamada “Revolución Libertadora” –Aramburu y Rojas- había llamado a elecciones.
El peronismo estaba proscripto.
Y los radicales en aquel tiempo, se habían dividido. Mejor dicho, quizá ya estaban enfrentados desde antes, pero la anterior oposición a Perón los obligaba a disimular o postergar diferencias.
Caído el peronismo, la pelea se hizo abierta, y la separación se formalizó: una fracción donde se encolumnaba el elemento joven, y destacados intelectuales se fue tras la candidatura presidencial de Arturo Frondizi .
Fueron los llamados “radicales intransigentes”
Otro, donde militaba la mayor parte del aparato del partido y principales dirigentes, formó lo que se llamó Unión Cívica Radical del Pueblo.
Y, tras una elección interna-más formal que otra cosa- levantaron la candidatura de Ricardo Balbín.
Ambos candidatos vinieron a Concordia, y ocuparon la tribuna con una diferencia de pocos días en la Plaza 25 de Mayo.
Yo un chiquilin de unos doce años, de simple curioso, sin entender mucho, tuve la oportunidad de escuchar a ambos.
La oratoria de Balbín apuntaba a lo emocional. Hacía lagrimear a más de alguno o alguna. Pero después uno se preguntaba ¿qué dijo?, y era difícil rescatar algun concepto.
Frondizi mostraba un aire intelectual, de profesor. No era orador de barricada, pero con lenguaje conciso y perfecta dicción, explicaba con datos, citando hechos concretos, cifras, estadísticas.
Impresionaba como más sólido.
SEMBLANZA DE UN POLITICO
Casi toda la gente mayor que yo conocía y trataba por entonces, con alguna inclinación o militancia política, simpatizaban con la variante Radical “del Pueblo”.
En general se reconocía en Arturo Frondizi inteligencia, talento y preparación.
Sin embargo, se nos decía a los más chicos, “eso no es lo radical”.
En efecto, Frondizi se mostraba alejado de aquello que parecía constituir la mística y esencia del viejo partido.
Su discurso aparecía plagado de ideas extrañas a la ortodoxia radical. Se decía de él que tenía formación marxista, que era “comunista”. Alguno llegaba a afirmar que de joven , hasta habría estado afiliado en secreto al Partido Comunista.
Dividido en 1956 el partido radical y encolumnados la mayor parte de dirigentes y figuras destacables en la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), Frondizi , a través de su principal asesor Rogelio Frigerio, había firmado un pacto con Perón, por entonces, exiliado.
A consecuencia del mismo el líder justicialista ordenó a sus partidarios votar al candidato intransigente.
Quien, de tal modo, logró una aplastante victoria, que, seguramente, no hubiera obtenido en comicios normales.
Lo malo fue que este pacto, o supuesto acuerdo, logrado por un grupo ligado estrechamente al candidato Intransigente, pero ajeno al radicalismo, y cuyo exponente más notorio era Rogelio Frigerio, generó en la mayor parte de la oposición –en especial los “radicales del pueblo”- la convicción que el gobierno de Frondizi, aunque formalmente constitucional, en realidad estaba viciado por una especie de fraude.
Y , por ende, no era “legítimo”.
De ahí que muchos de ellos considerasen válido, por lo menos no cuestionable, su derrocamiento, via golpe de estado militar.
Frondizi, además . ganó las elecciones, levantando como bandera un programa que después, desde el gobierno, modificó totalmente, haciendo en muchos casos, exactamente lo contrario de lo que había predicado en el llano.
EL “ÉMULO DE MAQUIAVELO”
Su política, zigzagueante y sinuosa, muchas veces incomprensible hasta para sus partidarios, era nominada “maquiavélica” (por alusión a Nicolas Maquiavelo)
Con el tiempo, cuando mis posteriores lecturas de “El Príncipe” y otros escritos, me llevaron a admirar al formidable pensador florentino, verdadero creador de la ciencia política, el epíteto me resultaría más un elogio que un desmedro.
Pero, por la época que se lo escuchaba a mis mayores, me sonaba algo así como un sinónimo de “demoníaco”
LOS MÁS Y LOS MENOS
Mirado a la distancia, el Frondizi de aquellos tiempos merece ser reivindicado en varios aspectos: el primero de ellos que pretendió superar el enfrentamiento peronista-antiperonista integrando paulatinamente a los primeros en la vida cívica.
Además planteó con lucidez la clave y problema central de la Argentina de entonces: que el sistema económico vigente, el modelo agro-exportador, ya no respondía a las necesidades de una sociedad en crecimiento.
Era necesario promover el desenvolvimiento de distintas potencialidades-petróleo, gas, acero, etc- hasta entonces desaprovechadas.
De ahí su constante referencia al “desarrollo” la “batalla del petróleo”, etc.
El planteo del tema fue acertado y oportuno, más allá que se pudieran discutir los medios empleados para lograrlo.
El gobierno de Frodizi fue tormentoso debió soportar más de treinta planteos militares, hasta su derrocamiento en 1962.
Gobernó con estado dde sitio y un plan represivo impuesto por los militares-el CONINTES (Estado de Conmoción Interna), con cientos de presos.
No obstante terminó su mandato sin un solo muerto por causas políticas, lo cual no deja de ser un mérito.
Como crítica puede observarse que le dio escasa importancia al factor político.
En definitiva, no pareció preocupar al Frondizi de los años 60 y 70 la defensa del sistema democrático –institucional.
El partido que formó-el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID)- se constituyó en una especie de equipo que se ofrecía a asesorar, en lo económico, a los golpes militares que se fueron sucediendo.
Los caudillos políticos provinciales que acompañaban a don Arturo, Alende en Buenos Aires; Uranga en Entre Ríos, Sylvestre Begnis en Santa Fé; Gelsi en Tucumán; Amit en La Pampa, Guzman en Jujuy, etc, se fueron separando de la conducción frondizista y formando partidos propios, con variada suerte.
Finalmente, Frondizi rompió hasta con su principal asesor, Rogelio Friigerio, embarcándose hasta su muerte en la defensa de las posturas más reaccionarias, golpistas y facistoides.
Un grupo de diputados jóvenes-yo uno de ellos- lo visitamos allá por 1985, ya retirado en su departamento de calle Berutti. Mantuvimos una interesante charla, pese a que don Arturo padecía por entonces alguna dificultad para hablar. Recuerdo que se manifestó en contra de la ley de divorcio y otras iniciativas para modernizar la ley civil. Criticó los juicios a los militares y lo que llamó “campaña contra las Fuerzas Armadas”, postura extraña en quien sufriera en su presidencia innumerables planteos y fuera derrocado por un golpe militar…
Dice Hugo Gambini:
“A partir de su destitución –en marzo del 62- Frondizi comenzaría a experimentar un cambio ideológico importante. Él que había sido siempre un baluarte de la democracia republicana, empezó a desentenderse de principios”.”Insistía en producir las modificaciones de la política económica a costa de cualquier gobierno. Dejó de considerar a la democracia un objetivo en sí mismo y comenzó a ver esta forma de gobierno como un medio, aunque no el único, para lograr los objetivos de la política desarrollista” (Gambini Hugo “Frondizi el estadista acorralado”, Ed.Vergara,, B.Aires 2006, pag.384).
Frondizi fue uno de los redactores de la famosa “Carta de Avellaneda”, de 1945 que pretendía remozar y actualizar el programa radical.
En uno de sus párrafos sustanciales, se lee:
“Por eso para el Radicalismo los fines son inalterables: los de la libertad y los de la democracia para la integración del hombre, así como pueden ser variables los medios porque son instrumentos, y variables son las condiciones sociales de la realización nacional”.
Como puede apreciarse, Frondizi invirtió los términos: la Democracia y la libertad dejaron de ser el objetivo principal, y fueron sólo, un “medio” más, para llegar al “desarrollo”…
EPILOGO
Tengo grabada en la memoria –yo cursaba el cuarto año del secundario- el derrocamiento de Frondizi, a través de un golpe encabezado por un mediocre general, de cuyo nombre nadie se acuerda.
Una cosa que, pese a mis pocos años, me impresionó fue la indiferencia general de la gente.
Ese día, mientras los tanques y las tropas rodeaban la casa de Gobierno y encarcelaban al Presidente constitucional, la cancha de River, con un lleno total, festejaba el triunfo de la selección argentina frente a México. No se interrumpieron las clases y nadie dejó de ir a trabajar o hacer sus actividades normales.
Esta frialdad y apatía ciudadana –que en general , se repetiría años más tarde cuando voltearon a Illia– ante una flagrante violación del sistema constitucional, reflejo de una evidente anomia cívica quizá explique los acontecimientos trágicos que habrían de ocurrir después y cuyas secuelas luctuosas todavía estamos padeciendo.
Fuente: Diario Junio
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 22/4/2020