Por Ana Hernandez –
La jornada del día 8 de marzo deja a la luz la carencia de representación y los caminos son esperar ser escuchadas o sentarnos en esas bancas. La mujer como “sujeto político” real implica cambiar las estructuras.Es menester hacer una autocrítica desde el heterogéneo movimiento de mujeres.
Un diagnóstico bien diferenciado entre las esferas de lo público y lo privado en el tránsito de concebir a los feminismos como proyecto político.No alcanza ya la pelea por el cupo,no alcanza la solicitud de paridad. No alcanza la disputa por los derechos individuales como fue la IVE, es necesario un proyecto.
El opio del enamoramiento Disney lo quebró hace rato y ahora le falta quebrar el techo de cristal ; esa inferioridad en la distribución económica y en los lugares de gestión con poder de decisión.Para ello es necesario pensar la gran deuda o paso que todavía no sucedió.Pensar la construcción de una política propia ya que seguimos bregando por ser señaladas por el dedo de turno. Seguimos esperando como una cenicienta que nos quede el zapatito que nos trae el príncipe /sapo. Todavía no se han conformado las autonomías necesarias, ni los codigos ni las estructuras ya que para sobrevivir en el ambiente interno han necesitado en su mayoría de la designación de un referente político, o con la ayuda de portación de linaje y/o apellido.
La trampa de la agenda de género:
La agenda de género debe ser un paso de transición en la lucha por los derechos individuales y la transformación de sus vidas cotidianas.Una característica de la época, copiada de las ciencias es la separación de los aspectos por temas que impide vincular y asociar para que luego transformemos la mirada.
En Argentina, luego de la media sanción de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), hubo un hecho político irrepetible y el mayor desafío es la capitalización para que no se reduzca a un pedido de derecho individual. En síntesis hay asuntos pendientes y es la conformación de un programa político. Comprender el poder desde un concepto de construcción constante, en movimiento y colectivo encontrando los intersticios para ocupar los espacios necesarios para darla vuelta.