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El 18 de setiembre de 1884 nace una música uruguayense notable: Celia Torrá

Nació en Concepción del Uruguay, el 18 de septiembre de 1884, su vocación musical era una herencia familiar ya que su madre Teresa Ubach, era pianista, y su padre Joaquín Torrá , aficionado flautista. Tres años solamente tenía cuando recibió el halago de los primeros aplausos en su ciudad natal, después de haber interpretado graciosamente varias canciones. Esta maravillosa mujer falleció en Buenos Aires un 16 de Diciembre de 1962.
La Ciudad quiere compatir con sus lectores -a modo de homenaje para esta notable mujer- este texto de Marcela Mendez que se publicara en la Revista Cultura con el título «Celia Torrá: mi mayor aspiración es no haberme ido de este mundo sin haber cumplido mi destino”. Esperemos que disfruten de su lectura.

No importa lo que cueste llegar a la masa;
iremos sin temor y sin cansancio,
somos un pueblo joven más preocupado por su organización material
que de su organización espiritual,
pero no por eso hay que transigir con la incomprensión
ofreciendo lo que conquista el fácil aplauso,
no hay que descender,
hay que elevarse y en la fuerza del impulso elevar a los demás”.

Celia Torrá

Por Marcela Méndez*

Una adelantada en su tiempo

Celia Torrá fue una verdadera pionera que hizo su propio camino con talento, inteligencia y enorme dedicación. Su vida y sus logros fueron extraordinarios teniendo en cuenta el tiempo en que vivió, una época plagada de prejuicios y preceptos sociales que ella supo sortear gracias a su talento y tenaz dedicación.

Sus convicciones hicieron que se mantuviera firme en un derrotero difícil, que la llevó a transitar en la búsqueda estética más allá de su violín. Celia Torrá estaba llamada a crear; para hacerlo tuvo que romper esquemas establecidos y emprendió el rumbo que la llevó a ocupar espacios de los cuales la mujer parecía estar excluida hasta ese entonces.

La infancia en Concepción del Uruguay

Celia nació en 1884 en Concepción del Uruguay, Provincia de Entre Ríos. Perteneció a una familia de origen catalán, contando también entre sus miembros españoles, argentinos, uruguayos y paraguayos. Era nieta de Don José Ubach y Roca, quien asociado con el General Don Justo José de Urquiza instaló una fábrica de paños en Concepción del Uruguay. Su padre fue Joaquín B. Torrá, tesorero de la municipalidad; era uruguayo, aunque sus antepasados pertenecían al principado de Cataluña.

Desde niña fueron destacadas sus condiciones musicales ya que entonaba canciones con notoria expresividad cuando apenas contaba con tres años. Sus padres eran amantes de la música y fue  providencial que naciera en un hogar de diletantes capaces de advertir sus aptitudes y así encaminarla en su vocación, lo que motivó que le comprasen un violín. A fines del siglo XIX era casi imposible encontrar un profesor de violín en Concepción del Uruguay, su padre se hace orientar y por sus propios medios la inicia en la ejecución de ese instrumento cuando apenas contaba con cuatro años.

Volando hacia los ideales

Siendo aún muy joven y aspirando a los más altos ideales, Celia viajó a Paraná para continuar sus estudios permaneciendo en la capital de Entre Ríos un breve tiempo.

Su próximo destino fue Buenos Aires. Comenzó a estudiar piano con Alberto Williams y violín con América Montenegro y con el concertista -compositor Andrés Gaos. En 1909 fue becada por la Comisión Nacional de Bellas Artes con el Gran Premio Europa radicándose en Bélgica, donde se perfeccionó con el afamado violinista César Thomson y con el prestigioso maestro húngaro Jenö Hubay. Luego de superar los inconvenientes iniciales a causa de los prejuicios que motivaban su condición de mujer y su origen latinoamericano, logró afianzarse en sus estudios y en 1911 obtuvo el Gran Premio de Violín y con posterioridad el Premio Van Hall, que se confería al alumno más destacado, consistente en el lauro y una suma de dinero.

Como a otros tantos artistas argentinos, la Primera Guerra Mundial la obligó a quedarse en Europa. En ese momento tan duro para la humanidad, inició una de las actividades que signarán su vida: la acción social y comunitaria.  Se dedicó a tocar a beneficio de las víctimas y heridos de guerra, trabajando junto a la Cruz Roja.

El regreso a la Patria y una nueva aventura europea

En 1919, contando con 35 años, terminada la guerra y tras nueve años de ausencia, regresó a su patria. Visitó su ciudad natal, Concepción del Uruguay donde siempre fue admirada y querida. Allí, llevó a cabo un concierto de violín en la misa dominical en la Iglesia de la Inmaculada Concepción, promoviendo a partir del mismo la formación de una comisión para recaudar fondos para la compra de un órgano, con el apoyo del párroco de turno, el presbítero Andrés Zaninetti y asumiendo la responsabilidad del proyecto.

Celia Torrá colaboró brindando recitales en el barco a vapor que la llevaba de Concepción del Uruguay a Buenos Aires, diciendo a sus oyentes: «esto es para el órgano de mi pueblo». Este emprendimiento fue concretado personalmente por Celia Torrá ocho años más tarde.

En ese mismo año de 1919, el Gobierno de Entre Ríos le otorgó una beca para realizar estudios en Europa (siendo su destino Francia). La ley 2600 reguló dicha beca y fue sancionada por la Legislatura de la Provincia de Entre Ríos. Su artículo 1° dice: «Créase una beca de ciento treinta pesos oro sellado mensuales a favor de la señorita Celia Torrá por el término de dos años a fin de que pueda continuar en Europa sus estudios de composición musical «y el artículo 2 estipula: «este gasto se incluirá en los Presupuestos de 1920 y 1921 con imputación a la presente ley».

Celia Torrá fundadora, compositora, directora y maestra

Regresó en 1921 y comenzó por encargo del Gobierno Nacional una labor de difusión musical en el norte argentino. Nunca se cansó de profundizar, y continuó sus estudios de composición bajo la guía de Athos Palma en Buenos Aires.

En 1930 fundó la Asociación Coral Argentina (de la cual fue directora), organismo que en 1938 se fusionó con la Asociación Sinfónica Femenina, logrando dar más de 200 conciertos que la califican como una directora de orquesta de excepción. Esto sirvió ante todo para encauzar profesionalmente a mujeres instrumentistas en una época en la que a las mujeres les era difícil acceder a las orquestas sinfónicas o de ópera. Celia Torrá desarrolló es este aspecto una labor pedagógica y de índole social que rindió frutos excelentes.

En 1934 compuso su Sonata para piano, demostrando no sólo su conocimiento de este instrumento (que será el que más abordará en la segunda mitad de su vida), sino dando al corpus musical argentino una de las mejores sonatas de su tipo de nuestro repertorio.

Y así llegamos al año 1949, en el que obtuvo su gran reconocimiento, siendo elegida para dirigir fragmentos de su propia Suite Incaica en el escenario del Teatro Colón, empuñando la batuta de una de las orquestas más prestigiosas de Argentina. Fue ella, Celia Torra, la primera mujer que subió al podio en el gran Teatro.

Celia Torrá se había impuesto naturalmente ante cualquier posible prejuicio social, por su personalidad y talento únicos, había dominado el violín, el piano, la composición y la dirección sinfónico-coral. Sin embargo, tampoco había dejado de lado la importancia de la docencia. Bajo sus manos, abría nuevos caminos en un campo muy especial de la composición: la producción musical para Jardín de Infantes, pues Celia Torrá, la concertista aclamada internacionalmente, entendía que la sensibilidad y la belleza deben ser parte del ser humano desde la más tierna infancia. Tan fuerte era esta convicción que fue maestra de música por muchos años en el Jardín de Infantes “Mitre” de la ciudad de Buenos Aires.

En 1952 se fundó bajo su conducción el coro mixto de la Fábrica Philips integrado por obreros de la citada empresa, el cual dirigió hasta 1962, año de su fallecimiento. Se trató del primer coro de obreros de Argentina.

“Debo trabajar para merecer y para merecerme”

Pocos años antes de morir, su salud se resintió y le sugirieron que no trabaje tanto, a lo que ella respondió con toda convicción: “debo trabajar para merecer y para merecerme”.

Tras una larga y penosa enfermedad (cáncer), el 16 de diciembre de 1962 falleció. A raíz de su desaparición física, se cambió el nombre de la Asociación Sinfónica Femenina y Coral Argentina por el de Asociación Celia Torrá, quedando bajo la dirección compartida de Hilda Mattauch, Jacqueline Ibels y Amalia Bazán. El 17 de enero de 1979  dicha Asociación donó al Museo Histórico de Entre Ríos «Martiniano Leguizamón» sito en Paraná, capital de la Provincia de Entre Ríos, la batuta que utilizaba en las actuaciones parte de las composiciones y otros objetos relacionados con las distintas facetas de la actividad artística de Celia Torrá.

En 1992, y bajo la iniciativa de la arpista Marcela Méndez, se recopilaron firmas del ambiente musical argentino, denominándose, a través del Decreto 11.827 del Departamento Ejecutivo Municipal de Concepción del Uruguay, con el nombre de Celia Torrá a la Escuela Superior de Música, la cual en la actualidad forma parte de la Carrera de Música de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UAdER).

Cabe también mencionar que en Concepción del Uruguay el 24 de noviembre de 1968 y por iniciativa de Don José Nadal Sagastume, se nombró Celia Torrá a una de sus arterias.

El día 17 de enero de 1979, la Asociación Celia Torrá con asiento en Talcahuano 316 1° piso (Buenos Aires), donó al Museo Histórico de Entre Ríos “Martiniano Leguizamón” de la ciudad de Paraná varios ejemplares de las distintas publicaciones de las composiciones de Celia Torra y diversos objetos que le pertenecieron. Son de destacar un retrato al óleo de Celia Torra, obra del pintor M. Escudero y una batuta de madera con empuñadura y guarniciones de plata con el monograma de su nombre. Los mismos hoy son salvaguardados por el Museo.

Por Marcela Méndez – 

La autora de esta nota es dueña de una original personalidad artística y virtuosa en su ecléctico repertorio, Marcela Méndez  ha desarrollado una carrera multifacética,  que la hace reconocer como una de las principales arpistas de su generación. Por otro lado ha sido galardonada con premios nacionales e internacionales y es autora de los libros: Historia del arpa en Argentina (2004),  Celia Torrá ensayo sobre su vida y su obra en su tiempo (primera edición 2001; segunda edición 2010),  Orquesta Sinfónica de Entre Ríos Crónica Histórica (2013),  Amigos de la Música y la vida cultural en Concepción del Uruguay (2017) y Mirella Vita, the Indefatigable Seeker (2019)


Esta nota fue publicada por la revista virtual La Ciudad el 18/9/2019

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