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De la utopía alegre a la voz de todos: aniversario del nacimiento de María Elena Walsh

 

La artista trasciende cualquier tipo de polarización ideológica a la hora de ser reconocida como una de las más queridas y respetadas por el pueblo. 

Cientos de escuelas, bibliotecas y salas de lectura en ciudades y pueblos del país llevan su nombre. Es la heroína de la literatura infantil y juvenil de América Latina, autora de canciones inolvidables para niños y adultos, la admiradora de Juan Ramón Jiménez que supo amalgamar en sus propios poemas la sencillez de la vida con anhelos de justicia social y compasión. Sin necesidad de portar carnet de feminista, fue una de las defensoras de los derechos de las mujeres en el reino del revés machista de la Argentina.
El sábado 1 de febrero se cumplieron 90 años del nacimiento de María Elena Walsh, la artista que trasciende cualquier tipo de polarización ideológica a la hora de ser reconocida como una de las más queridas y respetadas por el pueblo.
Oriunda de Ramos Mejía, localidad del conurbano bonaerense donde su padre inglés trabajaba como empleado ferroviario, María Elena heredó el amor por la literatura de él y de su madre criolla. A las canciones infantiles británicas, pobladas de personajes inverosímiles y entretenidos como los que ella misma daría a luz años después, siguieron sus lecturas de poetas clásicos, españoles y argentinos. En Novios de antaño, su libro de memorias de 1990, se perfilan escenas de infancia y juventud de la artista precoz. Esa autobiografía apenas velada continúa en Fantasmas en el parque, lanzado en 2008, tres años antes de su muerte, que tuvo lugar el 10 enero de 2011, en Buenos Aires.
En 1947, a los diecisiete años y después de la muerte de su padre, publicó su primer libro: Otoño imperdonable. Después siguieron Apenas viaje, plaqueta de 1948; Baladas con Ángel, de 1951 (que incluía el Argumento del enamorado, de Ángel Bonomini, en una suerte de dueto de amantes), Casi milagro, plaqueta de 1957, y Hecho a mano, de 1965. A partir de entonces, sin descuidar la escritura de poemas, María Elena había elegido las canciones como forma expresiva destinada a un público cada vez más amplio. Como escribió en Poemas y canciones, de 1996, quería que los poemas se volvieran canciones «para mejor quedar en el oído y anidar para siempre en la memoria de todos». Y así fue. Además de sus propios conciertos y espectáculos musicales, en los que aparecía guitarra en mano, sus temas fueron interpretados por artistas como Mercedes Sosa, Susana Rinaldi, León Gieco, Ana Belén, Palito Ortega y Joan Manuel Serrat.
Más vigente que nunca. «María Elena está tan vigente como en vida porque no nos ha dejado –dice la fotógrafa y editora Sara Facio, que preside la Fundación María Elena Walsh-. Su poesía y su manera de transmitirla es perdurable, inamovible y generación tras generación de argentinos la siente como su propia voz». En la Fundación, en la que colaboran Guillermo Gasió, Magdalena Ruiz Guiñazú y Graciela García Romero, entre otros, continuamente reciben mensajes de todo el país que informan sobre bibliotecas, patios, escuelas y plazas que se bautizan con el nombre de la creadora de Zoo loco o con el de sus personajes, como Manuelita la tortuga y Dailan Kifki.
«Tan propios los sienten», agrega la que fue su compañera por décadas. En abril se conocerán los nombres de los ganadores del premio literario que otorga la Fundación María Elena Walsh. Este año, el jurado lo integran María Moreno, Pablo De Santis y Tomás Downey, ganador de la primera edición. «Mientras seguimos celebrando su nacimiento, hace 90 años, con alegría y emoción. ¡Como se merece!», concluye Facio.
El sábado, un día después de que el Centro Cultural Kirchner reabra sus puertas al público, tendrá lugar un homenaje a la autora de Juguemos en el mundo. A las 20, en el Auditorio Nacional habrá un gran concierto sinfónico y la presentación de Cantando al sol, que reunirá a algunas de las voces más destacadas de las nuevas generaciones. Se interpretarán temas emblemáticos de María Elena, como «Réquiem de madre», «Sábana y mantel», «Como la cigarra», «El viejo varieté», «Los ejecutivos» y «Canción del caminante». El concierto, con Gustavo «Popi» Spatocco al frente de un ensamble orquestal, contará con la producción de Ariel Hassan y la participación de Lula Bertoldi, Juliana Gattas, Georgina Hassan, Daniela Herrero, Nadia Larcher, Julieta Laso, Silvina Moreno, Julia Moscardini, Sofía Viola y Micaela Vita.
En Argentina, la obra literaria para niños y adultos de María Elena Walsh ha sido publicada por el grupo Penguin Random House (PRH). Entre 2020 y 2021, ese grupo editorial va a relanzar gran parte de la obra editada en la colección Alfawalsh, con los clásicos Dailan Kifki, Reino del revés y Tutú Marambá, y otros libros no tan conocidos de María Elena. Todos van a salir con tapa nueva y con dibujos de nuevos ilustradores. El próximo sábado, PRH organiza una lectura a cargo de Mariela Kogan en el balneario del Viejo Hotel Ostende, «El reino de María Elena Walsh», con entrada libre y gratuita.
La utopía crece desde el pie. En 2017, la escritora y docente Gabriela Massuh publicó Nací para ser breve. María Elena Walsh. El arte, la pasión, la historia, el amor, testimonio de sus encuentros con María Elena, amiga y confidente, a lo largo del tiempo. «Hace poco me hicieron una pregunta que no supe contestar -dice Massuh-. O contesté a medias. Porque extrañamente toda pregunta sobre María Elena Walsh induce a respuestas parciales que jamás terminan por abarcar el talento inconmensurable de alguien que, siendo una artista radical, representa aquello que Eduardo Galeano parafraseaba con el término ‘utopía’. La utopía nos sirve para caminar, decía Galeano; cada vez que creemos estar cerca, ella se corre un poco más, de modo que tenemos la sensación de no llegar nunca. Pero ayudan a seguir adelante».
Para Massuh, lo que María Elena Walsh hizo como artista fue eso: ayudarnos a caminar. «Esa caminata significaba echar raíces, encontrarnos como comunidad, buscar emparentarnos por más que fuéramos miembros de una gran familia disfuncional de padres desencontrados, próceres inventados, gobiernos que nos trataron como a párvulos de un jardín de infantes, funcionarios de pacotilla que nos vendieron el oro y el moro y así hasta hoy, pobres infantes desamparados de tanto engaño y desesperación, sentados en el cordón de la vereda sin saber bien qué hacer o adónde ir. De María Elena nos queda el volver atrás, como el punto minucioso y paciente de las tejedoras indígenas, echarle abono a la tierra castigada e intentar que una planta reparadora vuelva a crecer».
La respuesta a medias a la que alude Massuh guarda relación con la influencia de María Elena en el presente. En cierto sentido, se puede alegar que desde sus libros, artículos periodísticos contra la censura y el autoritarismo, programas televisivos, espectáculos infantiles, canciones y poemas, siempre se desempeñó como una maestra. «Nos formó a todos y todas –asegura la autora de Degüello-. Influyó en nuestro amor por el país, en nuestra forma de mirar los árboles, en nuestra celebración del verano con jazmines, en nuestra piedad, en nuestra razón solidaria, en la celebración de la gracia y en nuestra nostalgia del paisaje de infancia. No hay distinción de influencias en esto. Solo que muchas veces nos olvidamos de celebrarlo. Celebremos a María Elena para que nos ayude a volver a caminar».
«¿Cómo me gustaría que me recordaran? Como alguien que quería dar alegría a los demás, aunque no le saliera siempre», declaró María Elena en una ocasión. Para ese entonces, Leopoldo Brizuela, que al momento de morir trabajaba en un libro sobre su amistad con ella, la consideraba un mito viviente de la Argentina, una «prócer cultural y blasón de casi todas las infancias». ¿Quién podría contradecirlo?
Fuente: Perfil
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 7/4/2020