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DE DÓNDE VIENE EL NOMBRE DE LA PORTEÑA PLAZA ONCE

Por Rodolfo Oscar Negri    –    

El 11 de septiembre de 1852 se llevó a cabo un exitoso golpe de estado contra el gobernador de Buenos Aires. Mientras el Director Provisorio de la Confederación, Justo José de Urquiza, viajaba a Santa Fe para inaugurar las sesiones del Congreso Constituyente, se pronunció un movimiento revolucionario que obligó a abandonar el poder al general José M. Galán, a quien Urquiza había dejado en su reemplazo.

La revolución estuvo inspirada por el localismo porteño que consecutivamente a la batalla de Caseros se mostró hostil a la política de Urquiza. La disidencia se acentuó con el rechazo de los unitarios porteños al Tratado de San Nicolás (que suscribió Buenos Aires en la persona del gobernador provisorio designado por Urquiza, don Vicente Lopez y Planes), que echó las bases para la organización institucional del país e hizo crisis con la proximidad de la reunión del Congreso que a toda costa se quiso perturbar y evitar, infructuosamente.

SUCECIONES EN LA GOBERNACIÓN DE BUENOS AIRES

Al primer gobernador designado por Urquiza despues de la batalla de Casros, en forma provisoria, don Vicente Lopez y Planes (autor de la letra de nuestro himno nacional) y ante el rechazo que en Buenos Aires tuvo su adhesión al Tratado de San Nicolás; el propio Justo José de Urquiza se hizo cargo de la gobernación de Buenos Aires.

Poco antes de su partida para el Congreso Constituyente, Urquiza delega el mando provincial en el general Jose Miguel Galán, uno de sus hombres de confianza.

Galán es quien sufre el levantamiento que da origen a nuestro artículo.

LAS RAZONES

Si bien el gobierno de Urquiza no fue opresivo, los actos del gobierno provocaban la enemistad entre las complejas facciones políticas de Buenos Aires. A principios de agosto convocó a elecciones en la provincia para elegir a dos diputados que debían representar a Buenos Aires en el Congreso Constituyente. Los candidatos, indicados por Urquiza, eran Salvador María del Carril y Eduardo Lahitte. Otras medidas de este gobierno fueron la devolución de los bienes de Rosas a su abogado; la suscripción de dos tratados, uno de navegación y límites con Paraguay, y otro de comercio y navegación con Portugal; y la fijación de normas para el tráfico de ganado y su venta en la provincia, y de tarifas aduaneras.

Dos decretos dictados por Urquiza el 28 y 31 de agosto de 1852 incentivaron aún más la disidencia porteña. Por el primero, se abrían los ríos interiores. Además de la aduana de ultramar ya existente en Buenos Aires, se crearon otras de registros en Martín García, y las de Corrientes, Paraná, Concepción del Uruguay y Rosario, villa esta última declarada ciudad por impulso del propio Urquiza el 5 de agosto de dicho año. Por el decreto del 31, se suprimió un derecho diferencial del 25% que Buenos Aires cobraba desde marzo de 1836 a los efectos ultramarinos llegados de Montevideo por reembarco o transbordo.

Creyendo que tenía el control de Buenos Aires y que ésta aceptaría su programa de organización nacional, el 3 de septiembre de 1852 Urquiza designó provisoriamente como gobernador de Buenos Aires al general José Miguel Galán, y el 8 abandonó la ciudad para la apertura de las sesiones del Congreso Constituyente en Santa Fe. En esas circunstancias, los elementos localistas porteños, dirigidos desde la Legislatura por Valentín Alsina, decidieron aprovechar la ausencia de Urquiza y sublevaron parte de las tropas urbanas. Pronto la ocupación entrerriano-correntina de Buenos Aires se hizo insostenible.    Vale aclarar que el éxito de la secesión de Buenos Aires del 11 de septiembre no ocultaba sin embargo diferencias entre los distintos sectores de la ciudad y la campaña, más allá de su común resistencia a la autoridad del entrerriano Urquiza.

EL GOLPE

En la madrugada del 11 de septiembre, las tropas correntinas de Galán y la mayor parte de las fuerzas militares de la ciudad se presentaron en la Plaza de Mayo, dirigidas por el general José María Pirán, mientras el abogado Miguel Esteves Saguí llamaba a la población batiendo la campana del cabildo.

Diversas partidas de milicianos recorrieron la ciudad, y los generales Benjamín Virasoro y Manuel Urdinarrain fueron arrestados en sus casas en la ciudad. No hubo mayores hechos de violencia, y el movimiento se desarrolló con nerviosismo, pero en paz.

Cerca del mediodía, mientras las tropas eran pagadas con un adelanto de varios meses de sueldo, además de una suma adicional, se reunió nuevamente la Sala de Representantes, que había sido disuelta por Urquiza, y eligió gobernador interino al general Pinto, quien nombró ministro de gobierno a Alsina y de guerra al general Pirán.

El general Galán, al frente de solamente algunas pocas fuerzas militares de Entre Ríos, se retiró primeramente a Santos Lugares, y posteriormente hacia el norte de la provincia, desde donde llamó a Urquiza, que se aprestaba a presidir el inicio de las sesiones del Congreso Constituyente.

Unos días más tarde, una ley provincial acordaba premios monetarios y ascensos en el escalafón a los militares implicados en la revolución.

CONSECUENCIAS

El 11 de septiembre un exitoso alzamiento, conducido prácticamente por Lorenzo Torres e ideológicamente por los unitarios y alimentado por los opositores de junio e incluso militares del ejército de la Confederación que se pasaron al bando porteño en ausencia de Urquiza, echó por tierra los intentos del director provisorio de controlar la provincia. El 22 del mismo mes, la Legislatura porteña sancionó una ley -promulgada al día siguiente por el gobernador- que disponía el cese del otorgamiento de la conducción de las relaciones exteriores de la provincia a Urquiza; el compromiso de Buenos Aires «en sus relaciones con las potencias extranjeras» de observar las obligaciones de los tratados y del derecho internacional, y la comunicación de que «mientras no se constituya una autoridad nacional que represente a la República en el exterior», el tesoro provincial no pagaría ningún gasto de legación ante potencias extranjeras. El movimiento disidente, con apoyo popular en la ciudad, se afirmó también en la campaña, favorecido por la adhesión de algunos generales como José María Flores y Ramón Bustos, y por la desmoralización de las tropas de Galán que se habían retirado de Palermo al estallar la revuelta. El gobierno de Buenos Aires desafiaba abiertamente al de la Confederación tanto en términos de política interna como externa.

Inmediatamente, los hombres de Buenos Aires encargaron a un viejo personaje del antirrosismo, el general José María Paz, la misión de explicar a las provincias los alcances del levantamiento del 11 de septiembre y obtener su adhesión. Partió Paz el 16 de octubre, pero no logró llevar a cabo su cometido pues las provincias de Santa Fe y Córdoba impidieron el paso del comisionado cordobés, portavoz de los intereses porteños. Las provincias apoyaban a Urquiza y la «revolución» de septiembre quedó circunscripta a Buenos Aires.

DE UNITARIOS A LIBERALES

El 31 de octubre de 1852, Valentin Alsina fue elegido gobernador del Estado porteño y Bartolomé Mitre fue designado como Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores. El nuevo gobierno reunió, en un primer momento, a antiguos federales y unitarios, que a partir de entonces lucharon por el predominio en el ámbito provincial. A lo largo de esta lucha se fue configurando una nueva fuerza política. El Partido Unitario, liderado por Alsina, pasó a llamarse Partido Liberal

Como consecuencia de esta conducta y del triunfo revolucionario Valentín Alsina, vehemente y apasionado unitario, se dio a la tarea de organizar una invasión militar a Entre Ríos, con el objetivo de impedir la realización del Congreso Constituyente.

Hecho que fue desbaratado en la gloriosa jornada del 21 de noviembre de 1852, con el rechazo a los invasores y el triunfo de la defensa de Concepción del Uruguay, al mando de Ricardo Lopez Jordán, sobre las tropas invasoras al mando del correntino general Madariaga.

REPÚBLICA DEL PLATA

Los dirigentes porteños y otros “aporteñados”, entre ellos Mitre y Sarmiento, llegaron a proclamar la iniciativa de la segregación del país constituyendo a la provincia de Buenos Aires como una nación soberana e independiente, con el nombre de República del Plata.

La revolución del 11 de septiembre fue un desgraciado e infortunado suceso que demoró en diez años la total unidad del país.

(fuente: Archivo de Entre Rios y otros)

Esta nota fue publicada originalmente en La Ciudad el 12/9/18

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