De las siete propuestas que fueron seleccionadas para su financiamiento en el marco de la convocatoria de Proyectos Federales de Innovación del Ministerio de Innovación, Ciencia y Tecnología de la Nación, cuatro los dirigen mujeres dedicadas a la ingeniería, la alimentación, el medio ambiente. EL DIARIO entrevistó a algunas de ellas para saber detalles de sus iniciativas. También les preguntamos sobre su cotidiana labor como investigadoras.
El Ministerio de Innovación, Ciencia y Tecnología de la Nación lanzó tiempo atrás una convocatoria de Proyectos Federales de Innovación, con el fin de financiar iniciativas que aporten soluciones a problemáticas sociales, productivas y ambientales concretas, de alcance municipal, provincial y regional; y que al mismo tiempo generen y transfieran conocimiento científico-tecnológico.
En este contexto, docentes e investigadores de la Universidad Nacional de Entre Ríos presentaron una decena de propuestas que la provincia preseleccionó de acuerdo a una serie de áreas prioritarias establecidas: siete de los proyectos fueron seleccionadas por Nación y, por tanto, obtendrán Aportes No Reembolsables para concretarlos en el plazo de un año.
En respuesta a la convocatoria, se diseñaron variadas propuestas, que incluyeron desarrollos tecnológicos y soluciones vinculadas al tratamiento de productos y subproductos de carne bovina y aviar, leche, alimentos en base a la nuez pecán y al arroz, la caracterización y establecimiento de parámetros para efluentes porcinos, y la transferencia a centros de rehabilitación de interfaces cerebro-computadora para la recuperación de funciones por afecciones neurológicas adquiridas.
Algunos de los lineamientos más o menos tácitos de este llamado nacional son la federalización de la ciencia, la tecnología y la innovación, la incorporación de tecnología en la sociedad y en las empresas con un sentido territorial e inclusivo, y la disminución de las asimetrías provinciales en el acceso al conocimiento.
PROPUESTAS
Para aquellos que no forman parte del campo académico el nombre de los proyectos les parecerá excesivamente extenso: una explicación es que los investigadores intentan que el título no genere dudas respecto a aquello a lo que se refiere. En concreto, entonces, entre los elegidos figura un proyecto volcado al “Desarrollo y validación de una metodología analítica por cromatografía líquida acoplada a espectrometría de masa para la determinación de residuos de antiparasitarios en carne bovina para garantizar inocuidad y favorecer la exportación de Entre Ríos”, que dirigirá Martín Munitz; otro sobre “Desarrollo de equipamiento y procedimientos de pasteurización de leche para tambos queserías de elaboración artesanal”, a cargo de Matías Musumeci; y “Caracterización de efluentes porcinos y establecimiento de parámetros analíticos guía para regular su uso en la descarga de aguas de la provincia de Entre Ríos”, a cargo de Enrique Paravani.
Los cuatro restantes fueron concebidos por distintas mujeres dedicadas a la docencia e investigación. A saber: “Desarrollo de nuevos alimentos a partir de la revalorización de subproductos de la cadena de nuez pecán”, bajo la dirección de Mercedes Rasia; “Interfaces cerebro-computadora para la recuperación de funciones por afecciones neurológicas adquiridas: desarrollo y transferencia a centros de rehabilitación”, cuya responsable es Carolina Tabernig; Natalia Sosa tendrá la responsabilidad del proyecto “Desarrollo de una sopa instantánea a base de un subproducto de molinería de arroz” y, por su parte, Emiliana Orcellet, encaminará “Gestión de olores desagradables en fábricas de subproductos cárnicos de origen avícola”.
Ciudades inodoras
Emiliana Orcellet, licenciada en Salud Ambiental y doctora en Química le contó a EL DIARIO de qué se trata el proyecto que estiman arrancar hacia octubre.
“Es una investigación con un componente importante de transferencia de conocimientos. Contempla el análisis de los efluentes gaseosos de las fábricas de subproductos cárnicos, en este caso de origen avícola, en una industria radicada en Concepción del Uruguay”, indicó, antes de agregar que “vamos a trabajar en un estudio de caso pero la idea es que lo que se desarrolle sea aplicable a otras industrias similares”.
Orcellet, que también es docente de la Facultad de Ciencias de la Salud, explicó que “vamos a hacer la caracterización inicial del efluente y a partir de eso, desarrollar tecnología que permita minimizar o eliminar los olores desagradables que se generan de esta actividad”.
En estos momentos, el equipo de trabajo integrado por otros especialistas como Jorge Noir, Martina Villanova, Maximiliano Mayoraz y Jorge Farabello, están a la firma del convenio con la industria avícola en cuestión y a la espera del desembarco de los fondos.
Si bien hay muchas tecnologías que se están aplicando para paliar el problema de los olores desagradables provenientes de fábricas “no son del 100 % efectivas”, indicó Orcellet, pues “los malos olores que aún a muy bajas concentraciones se sienten, traen problemas con la comunidad; y esto altera la calidad de vida de la población”. Por eso, el objetivo principal es “establecer una tecnología a salida de chimenea de modo que permita retener esos compuestos orgánicos que se perciben a bajas concentraciones en el aire. La intención es establecer un sistema de filtrado y retención de esos compuestos”, anticipó la entrevistada.
IMPACTO
Que las ciudades no padezcan los malos olores que acarrea el convivir cerca de un frigorífico, una empresa avícola o una curtiembre resulta interesante y a la vez saludable. Y, del diálogo con la investigadora, la tentación es agregar el calificativo de posible.
La empresa con la que trabajarán es la primera interesada en que el proyecto comience y aporte soluciones. “Hace mucho tiempo que están procurando controlar los olores, infructuosamente. Hicieron una inversión importante y no logran revertir el problema. Para ellos es una preocupación porque además han tenido conflictos sociales y denuncias penales por malos olores y desde las autoridades de Control y fiscalización les están exigiendo que resuelvan el inconveniente”, contó Orcellet.
Y en la comunidad, la repercusión es más que significativa, porque “más allá de que sean o no perjudiciales para la salud, los malos olores alteran la calidad de vida y perturban el normal desarrollo de actividades de una comunidad”, explicó la entrevistada.
Otras industrias
Además, se le preguntó a Orcellet si esta gestión de los olores sería aplicable a otros rubros y sectores de la economía. “Cualquier actividad puede convivir con el entorno. Por supuesto que cuanto más al interior de las ciudades se encuentren, mayores problemas van a tener, no solo por los olores, también por los ruidos, por ejemplo. De manera que, con un ordenamiento territorial, ayudaría”, indicó.
La sencilla nuez
Mercedes Rasia es ingeniera en Alimentos. Ella tendrá a su cargo el desarrollo de una bebida vegetal y una pasta untable de nuez pecán. Con esos insumos piensa elaborar subproductos, junto a un equipo de profesionales que se completa con Marina Panozzo, Juan Manuel Castagnini, Lucas Benítez, Mariana Lagadari, Vanesa Giudici, Daniel Capodoglio.
El origen del proyecto surgió de un pedido puntual, según informó Rasia. A principios de año, la Cámara Argentina de Productores de Nuez Pecán planteó su inquietud a la Estación Experimental Concordia del INTA y, ésta, a su vez, trasladó la idea a la Facultad de Ciencias de la Alimentación para evaluar la posibilidad de desarrollar nuevos alimentos con los subproductos que suelen quedar del pelado y la extracción de aceite. “La idea es darle uso y agregarle valor, porque lo que se comercializa es la nuez entera, pelada y el aceite. Al pelarlas, las máquinas que hacen ese proceso no tienen un rendimiento del 100 %, entonces, muchas quedan partidas y ya no se las puede comercializar”, detalló.
Desde el 2013 el INTA y la Facultad de Ciencias de la Alimentación vienen trabajando en forma conjunta con el sector pecanero. El objetivo de esta alianza es abordar algunas de sus problemáticas y señalar posibles soluciones para este tipo de producción que está en franco crecimiento.
Por un lado apuntan a rescatar los restos de la nuez pecán y reconvertirlos en otros alimentos. De ese mondo se aprovecha el valor nutritivo de este fruto que hace apenas unas décadas empezó a producirse en Entre Ríos.
Vale la pena consignar que el consumo de la nuez pecán es recomendado por la Asociación de Cardiología, puesto que ayuda a reducir el llamado colesterol “malo”.
Para tener una mejor idea del impacto, debe indicarse que en la provincia hay 200 productores pecaneros y que, “el 80 % de ellos son pequeños, por lo que es estratégico aprovechar las capacidades de los laboratorios, la tecnología, y los recursos humanos de la Facultad y el INTA, con quien estamos trabajando para alentar y potenciar su trabajo y al mismo tiempo dar respuesta al sector”, subrayó.
A su vez, los productores tienen en agenda la elaboración de harina. Pero la investigación y formulación de nuevos alimentos lleva tiempo. Por tal razón, lo más factible para un año de trabajo por delante –que es la duración estabelcida del proyecto- fue concentrarse en la bebida vegetal y la pasta. De todos modos, no descartan continuar los estudios en esta línea para seguir agregando valor a esa cadena productiva de Entre Ríos.
Entre los actores que participarán activamente del proceso, se encuentran, el Laboratorio de Fisicoquímica, el de Genética y Biología Molecular Aplicada a los Alimentos, el de Análisis Físicos y Químicos de Alimentos, por la Facultad de Ciencias de la Alimentación; y además el Laboratorio de Poscosecha del Área Frutales del INTA local.
Ante una consulta puntual, respecto de la relación mujeres y ciencias, Rasia comentó que “no se nos incentiva desde pequeñas a trabajar en ciencias. En nuestra facultad tenemos dos carreras: una es la de Ingeniería en Alimentos, donde somos mayoría de mujeres; y la otra es Mecatrónica, que tiene más contenido de electrónica e informática y donde hay un notorio predominio de varones. Igualmente, de todas las mujeres investigadoras y docentes, habría que ver cuántas están en cargos y lugares de tomas de decisión”.
Sopas instantáneas
Natalia Sosa hace un tiempo daba cuenta en una nota para EL DIARIO, de un proyecto que lidera, referido al diseño de ingredientes y alimentos dulces alternativos en base al fruto de butia yatay.
Ahora, su nombre resonó en este otro listado de los proyectos seleccionados a nivel nacional. Esta vez para diseñar y formular una sopa instantánea a base de un subproducto de la molinería del arroz, adicionada de verduras deshidratadas. “Este desarrollo agrega valor a un subproducto de molinería e incorpora una opción de alimento sin TACC, nutritivo y funcional, que además es adecuado a la sociedad actual que siempre busca una alimentación saludable de fácil y rápida preparación”, prologó la entrevistada, antes de explicar que, “asimismo, dejará como beneficio el desarrollo de tecnologías y técnicas analíticas que aportarán un servicio disponible para toda la cadena arrocera”.
La Facultad de Bromatología de la UNER será el epicentro de estas pruebas, estudios, muestras y elaboraciones. También participa el Centro de Investigación en Hidratos de Carbono de la UBA, el Laboratorio de Poscosecha de Cereales del Departamento de Industrias, los Molinos Flor Majo S.A. y Duval Flore S.A. Tanto Fundación Proarroz como el Municipio de San Salvador avalan el proyecto.
“Este trabajo se viene realizando desde hace unos años en el marco de una doctoral de Ingeniería de Alimentos de la UNER que dirijo; el trabajo pertenece a la Lic. Claudia Liberman, quien es experta en arroz. Con ella buscamos las variedades de arroz entrerriano que mejor se adecue a este desarrollo, teniendo en cuenta la temperatura de gelatinización. Una sopa de este estilo, con un arroz que gelatinice fácil, es sumamente práctica”, remarcó.
VISIBILIZAR
La consulta sobre la tarea cotidiana de investigar, tuvo su respuesta inmediata. “Hoy somos muchas más las mujeres que estamos en la ciencia. Hacer conocer el trabajo de científicas ayuda a que se valore lo que hacemos y mostrar que estamos siendo parte de este desarrollo científico. Siempre hemos sido protagonistas, pero es cierto que hoy se le reconoce un rol más destacado a la mujer”, afirmó Sosa.
Neurorehabilitación
La otra protagonista del presente informe es la bioingeniera Carolina Tabernig. Ella, desde 2012 está inmersa en la “aplicación de tecnología médica emergente, o interfaces cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés) para la rehabilitación de distintas patologías. Entre 2014 y 2018 hicimos una BCI para rehabilitación de miembro superior de personas con secuelas de hemiplejía”, sintetizó la entrevistada. Luego añadió que “esas interfaces cerebro-computadora detectan la intención de mover un brazo o pierna, comunicarse, concentrarse, etc. del paciente, a través de un software que registra la señal encefalográfica, la procesa y comanda un dispositivo actuador que puede ser otro software, una silla de ruedas o bien un estimulador eléctrico, entre otros”.
En los últimos años, y en particular hasta 2018 se utilizó este sistema en un estudio clínico de la Fundación Rosarina de Neurorehabilitación. “Fue una experiencia exitosa, la terapéutica mostró buenos beneficios y eso nos alentó a seguir. El próximo paso que dimos fue agregar la realidad virtual”, indicó. Ahora el proyecto innovador plantea el diseño y despliegue de “un nuevo software de realidad virtual mejorado, más completo, para que el software de BCI pueda registrar las señales con amplificadores de producción nacional y que, de esta manera no tengamos que importarlos”, subrayó.
Tras la labor que les espera, están comprometidos a transferir esta tecnología médica de vanguardia a una institución de rehabilitación de Paraná, para que pueda ser usada como alternativa para la rehabilitación de pacientes con secuelas de un accidente cerebrovascular.
Fuente: El Diario