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Aquella inundación que azotó a Entre Ríos en 1959

 

 

 

por Rubén I. Bourlot    –     

Los memoriosos aún recuerdan la inundación ocurrida en 1959, que significó un desastre para la economía provincial. La evocación llega a partir de la propia experiencia o de relatos de sus antepasados. El prolongado fenómeno climático dejó huellas incluso en la producción de radioteatros.

María Allende, la prolífica autora de radioteatros de Concepción del Uruguay escribió un par de guiones ambientados en la desastrosa inundación del río Uruguay de 1959. “Escribí una obra sobre la inundación que se llamaba Basura que trajo el río, que era la narración de la inundación, cómo impactó la inundación, la famosa inundación del ‘59 sobre la gente humilde y la otra gente que era gente de clase media pero que también el río no respetó. Después de eso, al tiempo, protagonizada por Alfredo Alcón, escribí otra que se llamaba Cuatro ladrillos y un sueño que era sobre la gente que en la inundación había perdido todo y volvía, quería volver al lugar donde vivía y no encontraba nada. La novela, protagonizada por Alfredo Alcón, fue por radio El Mundo, en donde me llamó Amando Discépolo.”

El fenómeno fue especialmente singular. “La inundación de abril de 1959, considerada en la Argentina un ‘desastre nacional’, dejó bajo las aguas una extensión que supera los 20.000 km2”, escribió Silvia A. Razzetto en un ensayo sobre el tema. Desde Concordia hasta el delta y durante tres meses, la provincia observó un continuo manto hídrico sobre tierras ricamente productivas.

“Sorprendidos por la situación, los pobladores afectados buscan protección en las zonas altas y en ciudades cabeceras de Departamento.”

En la costa entrerriana la altura del Uruguay era motivo de preocupación en Concordia y Concepción del Uruguay. La inundación se veía venir.  La sudestada hinchaba el lomo del río que ya no era “un cielo azul que viaja”, como le cantó Aníbal Sampayo.

Celebraciones y tragedia

En esos días otros acontecimientos convocaban la atención del gobierno. Se registraba la primera visita del presidente Arturo Frondizi a Entre Ríos. El 11 de abril de 1959 el mandatario arribó a Concepción del Uruguay, a bordo del rastreador Drummond acompañado por una extensa comitiva oficial.

Una crónica periodística informa que “el río Uruguay está tan crecido que la escalerilla para desembarcar se ha asentado en el andén más alto del muelle que nunca se utiliza. Por la inclemencia del tiempo, asiste muy poca gente a recibirlo.”

No obstante, las autoridades, aparentemente ajenas a la situación, participan de diversos actos oficiales con la presencia de los gobernadores de Entre Ríos y Santa Fe, autoridades provinciales, el Obispo de Gualeguaychú, intendentes, delegaciones de pueblos entrerrianos y orientales. En la nutrida agenda se destaca la ceremonia de traslado de los restos del General Urquiza al Panteón en la Iglesia de la Inmaculada Concepción, Te Deum por el Centenario de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede, Misa Pontifical por el centenario del Templo de la Inmaculada y numerosas audiencias. Se informa sobre los proyectos Túnel Subfluvial, Represa de Salto Grande, red caminera provincial.

Por su parte el gobernador entrerriano se interesa en viajar a Paysandú para visitar la Cervecería Norteña, porque alienta la instalación de una planta similar en la provincia. Las actividades se suspenden abruptamente al desatarse la tormenta de lluvia y viento que sorprende al Presidente en el Yate Club, situado sobre la costa del Uruguay. Cuentan que mientras lee un discurso, debe sacudir sus pies empapados por la súbita creciente y se retira con los pantalones remangados hasta la media pierna, dirigiéndose a la nave que está en puerto.

El gobernador Uranga fue informado de la situación en Concordia, donde el río alcanzaba los 17 metros. Media ciudad está inundada y miles de personas pedían ayuda. Pese al temporal viajó en avión: “debo asumir el comando y organizar aquello antes que sobrevenga el caos”, dijo Uranga.

Al llegar encontró a los afectados albergados en instalaciones de la Sociedad Rural y adoptó una serie de medidas urgentes: utilizó el derecho de movilización de las milicias, previsto en la Constitución provincial, para impedir la alteración del orden, saqueos y excesos. Recorrió los espacios castigados y sobrevoló la zona costera del Uruguay, donde el panorama en Salto, Paysandú, Colón y Concepción del Uruguay era desolador.

Paralelamente, se autorizó el desembarco de fuerzas de marinería argentina en Salto, evacuando 15.000 personas desde Concordia.

El litoral de los ríos padeció el azote climático a lo largo toda la semana. En la noche del miércoles 15 la tormenta recrudeció. El diario El Argentino informaba que sobre el río Uruguay, donde estaba operando, se había hundido la draga MOP 2C en el canal de acceso al Gualeguaychú. De los doce tripulantes sólo tres salvaron sus vidas. Habían permanecido durante cinco horas asidos a unas tablas y finalmente fueron arrojados por la correntada sobre la playa Ñandubaysal. Al amanecer del 16 son rescatados por personal de una estancia cercana.

El frigorífico inundado

Daniel Hernández, en un artículo de diario citado (La marcha del río, ese camino que camina. Gualeguaychú: El Argentino, 2001), rescata “los recuerdos de esa noche de luces de la esquina, mortecinas, bailoteando al ritmo del viento y de la lluvia con el llanto lastimero del silbato del Frigorífico que agotaba el vapor de sus calderas llamando desesperadamente a los obreros a evacuar las bodegas y salvar las carnes que, en esa época sí iban a Europa, es un recuerdo imborrable para quien tuvo que vivirlo”.

Las autoridades y personal del Frigorífico Gualeguaychú intentaban proteger las instalaciones y departamentos principales destinados a la elaboración de carnes. Construyeron tapias, cerraron puertas con obras de material y clausuraron el caño que unía la fábrica con el río. Sin embargo, el embate de las aguas desbordó toda la planta baja del edificio, penetró en los sótanos de las cámaras frías y las salas de máquinas paralizando los motores. El galpón donde se guardaban los cueros fue sepultado por las aguas, en tanto la hacienda reunida en los corrales fue trasladada casi sin pérdidas a las instalaciones de la Sociedad Rural.

La evacuación de las familias afectadas implicó una movilización extraordinaria de los recursos disponibles. En muchos casos debe emplearse la amenaza de fuerza pública porque la gente se negaba a abandonar sus hogares. Cinco mil personas del sur del departamento Gualeguaychú , que en esa época comprendía el actual departamento Islas de Ibicuy, fueron transportadas a la ciudad de Zárate, en la provincia de Buenos Aires.

La crecida dejó un saldo de 13 muertos y miles de evacuados. En Concordia el número de desplazados llegó a los 30.000.

Fuente: El Diario

Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 23/4/2022

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