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Los líderes mundiales despiden a Francisco, el Papa que no le esquivó al conflicto

Desde Donald Trump a Javier Milei y de Lula da Silva a Volodomir Zelensky viajaron para decirle adiós al Sumo Pontífice. Su intermediación ppor el fin de las guerras, su condena a la deuda externa como instrumento de control, su preocupación por los pobres y por el impacto del cambio climático.

Más de 70 jefes de Estado viajaron a Roma para despedir al Papa. Desde Donald Trump a Javier Milei, de Lula da Silva a Volodomir Zelensky se acercaron para decirle adiós al Pontífice. La escena podría sonar a un hecho obvio ante la muerte del Santo Padre, sin embargo, en este caso mandatarios con posturas completamente opuestas, incluso varios no católicos, le reconocen a Francisco no haber esquivado ningún tema de geopolítica. El argentino escuchó y recibió a todos, abogó por el fin de las guerras con el foco en el combate a la pobreza y hasta habló del cambio climático. Por eso, para muchos se convirtió en un distinto dentro de una institución tan desprestigiada como la Iglesia Católica.

No esquivó nada

Si bien el rol de la Iglesia a través de los Papas fue la de buscar mediar en los conflictos internacionales, siempre con una postura más centrada, el rol de Francisco se destacó por profundizar más, ya sea directamente con los encuentros o viajes inesperados para un Pontífice, además de las posturas más firmes con respecto a su anteriores. Para sorpresa de los conservadores, el foco del Pontífice estaba puesto en buscar la paz, denunciar a quiénes ganan con los conflictos, criticar el modelo económico generador de pobreza y hasta defender a los migrantes, en una era de la ultraderecha que naturalizó discursos xenófobos, racistas y homofóbicos.

«La cultura del bienestar que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles a los gritos de los demás», decía un Francisco apenas cuatro meses después de convertirse en Papa, desde la isla italiana de Lampedusa. Había llegado allí tras mostrarse conmovido por el naufragio de una embarcación que terminó con la vida de decenas de migrantes. Mientras que en Italia ya resonaban voces como la del entonces diputado de la Liga, Mateo Salvini, que buscaban prohibir que los barcos pudieran pisar territorio italiano, incluso, cuando estén en el barco sin comida ni bebida, en una narrativa fuertemente anti inmigrante.

A los pocos meses hizo otro viaje histórico a Irak, la primera vez que un Papa visitaba este país árabe de mayoría musulmana, y lo hizo delante de unos escombros para mostrar lo que dejaron años de guerra y conflicto, además de pedir por los cristianos que viven allí. Desde ese primer año, los viajes de Francisco marcarían lo que fue su papado en el cual realizó más de 60 viajes y lo hizo a destinos impensados antes de su llegada, a excepción como se sabe de la Argentina, el Pontífice fue desde Indonesia a Corea del Sur, entre otros destinos que no solían formar parte de la agenda papal.

«La guerra siempre es una derrota, no lo olviden. ¿Y quién gana con las guerras? Los fabricantes de armas», decía Francisco, luego de contar que se había comunicado con el cura argentino Gabriel Romanelli de la parroquia de Gaza, a quien llamaba todos los días para conocer de primera mano la situación de la bombardeada Franja. Lograr la paz era algo que movilizaba al Papa y si bien el caso de Medio Oriente fue uno de los que más presente tuvo, también buscó ser parte de un acuerdo por Ucrania. Un dato llamativo es que se reunió y dialogó tanto con Zelensky como con Vladimir Putin, y tras su muerte ambos mandatarios destacaron con emotivas palabras el Papado de Francisco, incluso cuando ninguno de los dos son católicos.

Además de buscar la paz, buscar honrar a los migrantes, el Papa tuvo quizás una faceta menos conocida y fue la relacionada al ambientalismo con duras palabras hacia los países más desarrollados y al modelo económico global, que podrían atribuirse incluso a líderes como el mandatario colombiano, Gustavo Petro, que plantea que se debe pagar las deudas externas de la región, por la deuda en materia del uso de la biodiversidad de los estados en desarrollo. Aunque parezca algo contrario a la base de la Iglesia, Francisco se reunió con científicos, ambientalistas y trató de tontos a quienes niegan el cambio climático.

En el 2015, incluso antes de la llegada de Trump y la posterior salida del Acuerdo de París, Francisco hizo la primera encíclica relacionada al ambientalismo, en la cual decía cosas como: “La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica. De diversas maneras, los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro”.

¿Un vanguardista?

Un dato que sobresale es que Francisco se destacó por buscar mostrarse contrario a la opulencia del Vaticano, esa que alguna vez Diego Maradona criticó por estar rodeados de oro. Desde gestos más pequeños de no usar los zapatos de marcas conocidas a retirar todo lo que demostrara lujo y enfocarse en los más pobres, en los marginados incluso por la Iglesia, como los gays o personas trans. Esa humildad, sumada al rechazo al modelo económico, a aferrarse a la ciencia o cuestionar a los poderosos, le valieron varias críticas de los más conservadores dentro de la Iglesia e incluso dirigentes políticos, pero que por algún motivo no se animaron a cuestionarlo o algunos como Milei, dieron marcha atrás.

“El Papa era la contracara de todo este universo de líderes de ultraderecha, la contracara que ellos no querían tener, primero porque no gritaba como ellos querían, alguien que polarice y genere la grieta, los dos bandos. Segundo, por ejemplo, para Trump no es lo mismo pelearse con Hillary Clinton, multimillonaria, que pelearse con Francisco, que viene del confín del mundo, que dejó una cuenta de 90 euros en el Banco porque donó unos días antes de morirse a los presos que fue a visitar y que tenía una postura de apertura, de abrirle la puerta a todos”, explica a El Destape, el analista de política internacional, que además vive en Roma, Lisandro Sabanés, y recuerda que para ellos sería un “enemigo incómodo”.

Para el especialista incluso la postura de escuchar a todos, generó que algunos dirigentes o medios de comunicación lo trataran de ser “pro ruso”, “pro Maduro” o comunista, entre otras cuestiones que le atribuyeron. De hecho no faltó en estos días quienes quisieran hacerse eco de ese supuesto apoyo papal. Lo cierto es que pese a cuestionar indirectamente varias de las medidas de Trump, el Pontífice lo recibió a él junto a su esposa, Melania, o un ejemplo más claro es del presidente argentino que incluso habiéndolo llamado el “maligno”, también lo recibió con una sonrisa y un abrazo.

“Lo que hizo con Gaza fue decir que había que estudiarlo, pero que tenía todos los indicios para ser un genocidio. Lo que corresponde es la prudencia porque es un término jurídico y hace bien en no acelerarlo. Creo que moralmente y en su rol de Papa lo que corresponde era alzar la voz con algo tan básico como él lo describió que matar niños es crueldad, no es guerra. Se corrieron tanto los ejes que decir eso quedó como revolucionario”, explica Sabanés, sobre uno de los asuntos que llevaron a tildar al Pontífice de “pro Hamás”.

por Leticia Martínez

(fuente: El Destape)

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