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Solo sé cómo se llama

Este poema de Gabriela Mistral (chilena), tal vez sea uno de los que mejor reflejan el espíritu de Navidad. Premio Nobel de literatura en 1945. Vale la pena leerlo y meditarlo. 
 Que si nació hoy, que si nació ayer, que si nació aquí, que si nació allá. Que si murió a los 33, que si murió a los 36. Que cuántos clavos, que cuántos panes y pescados.
Que si eran reyes, que si eran magos. Que si tenía hermanos, que si no tenía.
Que dónde está, que cuándo vuelve. Yo, lo único que sé es que…
 A mí me tomó de la mano cuando más lo necesitaba.
Me enseñó a sonreír y a agradecer por las pequeñas cosas.
Me enseñó a llorar con fuerzas y a dejar ir.
Me enseñó a despertarme agradecido y a acostarme con la cabeza tranquila. A caminar muy lento y sin preocupaciones.
 Me enseñó a abrazar al que me necesita.
Me enseñó mucho, me enseñó todo. Me enseñó a quererme con ganas. A querer a quien está al lado y a darle la mano.
Me enseñó que siempre me está hablando en lo cotidiano, en lo sencillo, a manera de mensajes y que, para escucharlo, tengo que tener abierto el corazón.
 Me enseñó que un “gracias” o un “perdón“ lo pueden cambiar todo.
Me enseñó que la fuerza más grande es el amor y que lo contrario al amor es el miedo.
Me enseñó cuánto me ama a través de lo que yo amo a mi familia.
Me enseñó que los milagros sí existen.
 Me enseñó que, si yo no perdono, soy yo el que se queda prisionero, y para perdonar primero tengo que perdonarme.
Me enseñó que no siempre se recibe bien por bien, pero que actúe bien a pesar de todo.
 Me enseñó a confiar en mí y a levantar la voz frente a la injusticia. Me enseñó a buscarlo adentro y no afuera.
Me dejó que me aleje, sin enojarse; que salga a conocer la vida; a equivocarme y a aprender. Y me siguió queriendo, cuidando y esperando.
 Me enseñó que sólo vengo por un tiempo, y sólo ocupo un lugar pequeño. Y me pidió que sea feliz y viva en paz, que me esfuerce cada día en ser mejor y en compartir Su luz conociendo mi sombra, que disfrute, que goce, que ría, que llore y que valore, que Él SIEMPRE va a estar conmigo… que aunque dude y tenga miedo, confíe, ya que esa es la fe, confiar en Él a pesar de mí…
 Gracias, Jesús, por estar en mi vida y enseñarme a vivirla.
Celebro que llegó a mi vida y que, si se lo permito, ¡vuelve a nacer en mi corazón!
 Gabriela Mistral
Colaboración Mercedes Toscani

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