[box title=»Por Jorge Bonvín – Nota 4″ type=»whitestroke» pb_margin_bottom=»no» width=»1/1″ el_position=»first last»]
El 28 de julio de 1919 en el hermoso Palacio de Versalles se firma el tratado de paz dando finalización a la primera guerra mundial imponiendo los vencedores a la derrotada Alemania fuertes condiciones. Alemania tras estas duras sanciones, unida a la crisis financiera del 29, se sumerge en un período de crisis y miseria.
Esto produce una gran insatisfacción social y política en toda su población. Muchos alemanes, ven las condiciones firmadas en el tratado como una humillación. Ferdinand Foch, marical francés y comandante en jefe de los ejércitos Aliados durante la Primera Guerra Mundial dijo cuando conoció lo pactado en Versalles, “esto no es la paz, es un armisticio por veinte años”.
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No se equivocaba, así que después de esa paz se jugaron los mundiales de 1930, 1934 y 1938.- El mundial termina el 19 de junio de 1938 y un poco más de un año más tarde, el 1 de setiembre de 1939 Alemania invada Polonia dando inicio a la Segunda Guerra Mundial.
Así que en el año 1942, el mundo estaba sumergido en una guerra impiadosa y si bien la misma terminó en mayo de 1945, era imposible que al año siguiente se jugara un mundial.
La gente estaba llorando a sus muertos, tratando de volver a sus casas si no habían sido destruidas y los políticos de los países estaban en Yalta, muy ocupados dividiéndose los territorios de los vencidos.-
Se calcula que 50 millones de personas pagaron con sus vidas esta locura.
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Si la guerra no hubiese impedido jugar los mundiales de 1942 y 1946 la Argentina hubiese tenido una participación memorable. Los sudamericanos del 45, 46, y 47 lo demostraron. Conquisto los tres sin perder un partido. Además era muy probable que ese mundial se jugara en nuestro país o en Brasil porque le tocaba a América organizarlo.- Argentina hubiera podido contar con la delantera de River de aquel entonces Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustou, La Máquina. Si sería bueno Pedernera que dejó varios años en el banco a Alfredo Di Stéfano que se tuvo que ir a préstamo a Huracán.
“Hubiese sido un choque de trenes entre el fútbol alegre y ofensivo de la escuela suramericana y el juego más físico y directo de la mayoría de selecciones europeas”, añade Carlos Marañón, periodista director de Cinemanía, experto en fútbol y cine.-
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Pese a no haber fútbol nos arreglamos con la imaginación. “El Mundial de 1942 no figura en ningún libro de historia pero se jugó en la Patagonia argentina sin sponsors ni periodistas y en la final ocurrieron cosas tan extrañas como que se jugó sin descanso durante un día y una noche, los arcos y la pelota desaparecieron y el temerario hijo de Butch Cassidy despojó a Italia de todos sus títulos. Mi tío Casimiro, que nunca había visto de cerca una pelota de fútbol fue el juez de línea en la final y años más tarde escribió unas memorias fantásticas, llenas de desaciertos históricos y de insanías, ahora irremediables por falta de mejores testigos”. Con esta fantástica descripción el genial Osvaldo Soriano relata en su cuento “El hijo de Butch Cassidy” este mundial delirante que según él se jugó debido al impedimento que tenía FIFA.
Esta locura de Soriano sin embargo dio lugar a un falso documental (1) que se denominó “El mundial dimenticato” (El mundial olvidado) de 2.011 que hicieron dos italianos Lorenzo Garzella y Filippo Mellone. Los dos directores y el reportero viajaron por la Patagonia rodando e inventando, basándose en el torneo imaginado por Soriano con ingenieros alemanes, mapuches defensores del honor de Patagonia, inmigrantes españoles, italianos (con algún profesional escondido) e ingleses, aguerridos escoceses, soviéticos, indios guaraníes bajo la camiseta de Paraguay… Doce selecciones en cuatro grupos, semifinal y final entre alemanes y los indios mapuches.
Pero no fue solamente esta locura de Soriano la que buscó a través de la imaginación reemplazar la falta de fútbol. Siempre se habló que durante 1942 existió un partido, llamado el partido de la muerte, que enfrentó a prisioneros de Ucrania donde se encontraban jugadores que habían jugado en el Dínamo de Kiev con un equipo de la Luftwaffe (la fuerza aérea alemana), reforzada por internacionales alemanes. Este partido, que no se sabe si realmente existió, dio origen a una película en 1981 de John Huston, que aquí se conoció como “Escape a la Victoria” y donde actuaban además de conocidos actores como Michael Caine, Sylvester Stallone y Max von Sydow, Osvaldo Ardiles, Pelé, Deyna y Bobby Moore.
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El falso documental imita los códigos y convenciones desarrollados por el cine documental en una obra de ficción. Es frecuente que los falsos documentales sean parcial o totalmente improvisados, bajo la premisa de que este estilo de actuación ayuda a sostener la sensación de realismo.
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