Por German Bercovich –
Entre las víctimas inocentes del 49% que no votó a este engendro de Gobierno, se replica la pregunta, “¿¿che, ganarán en 2019??”. Se suele poner, en la balanza, de un lado, el desastre absoluto actual, en el rubro que se desee evaluar: economía, transparencia, honestidad, política interior, exterior…ubique Ud. el área que quiera, y vea el saldo. Excepto un reducidísimo grupo de la población, todos hemos ido para abajo.
Del otro lado de la balanza, se encuentra la protección del grueso de los medios de comunicación, la soberbia de aquellos que no se resignan a que erraron el vizcachazo, la ignorancia, y la falta de alternativas sólidas de la oposición. Esto último es un peligro. Se escucha mucho “a falta de algo mejor, sigo con Macri”. El que lo dice simula pensante, armando opciones en su cabeza. Hace todo lo contrario. Vuelve a dispararse en el pie.
Hay un trabajo de dos psicólogas de la Universidad de Belgrano, “Campañas electorales y sus efectos sobre el voto”, está hecho en base a las elecciones de 2003. Esos comicios son los que representan mejor la idea atormentada de que Cambiemos podría volver a ganar. En 2003, primera vuelta, ganó Menem, que se había ido sólo 4 años antes con la medalla de haber vendido el país, entre otros logros. O sea, todos sus votantes de aquella época vivieron con pleno uso de sus capacidades intelectuales el descalabro absoluto que protagonizó el riojano.
El estudio citado brinda algunas ideas interesantes. Los medios de comunicación son protagonistas centrales de las elecciones, sobre todo, producto de la erosión de las identidades partidarias. Es decir, es difícil hablar desde hace años, a nivel mundial, de un voto cautivo. El voto es mayormente, flotante, y es convocado mayormente por la imagen del candidato y sus propuestas. Y lo que transmiten los medios, además, arma una agenda de los temas importantes o descartables para la población. O sea, si un tema es tapa y título durante días, pasa a ser importante para la gente. Si no aparece, no es importante. Esto está demostrado por infinidad de investigaciones. Por ello es que todo el mundo sabe que Cristóbal López o Lázaro Báez bla bla bla, pero pocos saben la vergonzosa situación de la deuda del Correo (familia presidencial) con el Estado ( quien tenga ganas: www.elcohetealaluna.com/la-cosa-nostra/).
Llegadas las elecciones, el poder de orientar los intereses del electorado va a ejercer su peso. Y otra cosa más, la investigación hace notar que “la interpretación que las personas realicen de los hechos se ve afectada por las explicaciones que los medios masivos proporcionan”. El famoso “es culpa de Cristina”.
Algunas cifras del estudio: un 35% de los votantes dijo comprender las propuestas, y un 34% comprendió con dificultades, lo cual es llamativo y preocupante. ¿A la pregunta “qué publicidad, cartel, debate, o cualquier otra cuestión recuerda especialmente?”, el primer puesto, con 23%, se lo llevó “espacio publicitario de TV de Menem”.
Pero me interesa puntualizar en el segundo puesto, 22,6% contestaron “comentarios que los periodistas hicieron sobre los políticos”.
Imaginemos que, con la concentración de influencia que registran entre Clarín y La Nación, este ítem parece ganado por el macrismo. Y más aún si tomamos en cuenta que, según la investigación, un 37% de los consultados admitieron que la campaña produjo que voten algo diferente a lo que iban a votar originalmente. Las encuestas, que también son un elemento conducido por los grupos de poder, tienen una llegada sustancial a la población: un 50,6% reconoció haberlas leído y un 70,4% contestó que esos números habían influido algo (20%), bastante (27,2%) o mucho (23,2%) en la decisión final sobre a quién votar.
Al 49% le digo: a arremangarse que va a estar muy difícil.