La economía en los últimos 47 años tuvo uno de los períodos más turbulentos de la vida política y económica del país.
Inflación crónica
Durante este medio siglo la inflación fue prácticamente una constante. Entre 1975 y 1982 el índice de precios en promedio se ubicó en 188%. Tras una aceleración a finales de 1983 (cuando sobrepasó el 600% anual), la implementación del Plan Austral a mediados de 1985 permitió una reducción a “sólo” 90%.
El agotamiento de este plan y la crisis económica de 1989 llevaron a que el país ingresara en la hiperinflación -3.079%-. Un nuevo programa, la Convertibilidad, llevó durante los años 90 a una reducción de los precios hasta llegar prácticamente a la estabilidad hacia fines de esa década.
Una nueva crisis, con la ruptura de la paridad peso dólar, lleva a que la inflación trepe a 26% en 2002. Tras un período de relativa estabilidad entre 2002 y 2006 (13% anual), en 2007 la inflación vuelve a exceder el 20% para seguir en permanente aumento hasta llegar el año pasado a convertirse en el récord mundial con una variación de 211%.
La aceleración inflacionaria de estos últimos años coincide con un retroceso de la producción. Desde 2011 el producto bruto por habitante no solo no sube, sino que hoy registra una caída de más del 10%.
A lo largo de estas décadas, la inflación terminó reflejando los profundos desequilibrios que arrastra la economía argentina. Uno de los más relevantes es el déficit fiscal: en 56 de los últimos 62 años -en el 90% de los casos- el Estado gastó por encima de sus ingresos.
Para evitar corregir estos desbalances, los distintos gobiernos que se sucedieron apelaron a diversos artilugios que pasaron desde consumirse stocks (privatizaciones de empresas públicas, dilapidación de las reservas en poder del Banco Central) a un endeudamiento desmedido o a controles como los que se aplicaron y hoy siguen rigiendo en el mercado de cambios.
El problema -y tal vez la esperanza- es que en la actualidad estos atajos están cerrados. La Argentina no cuenta con financiamiento y el viejo vicio de apelar a la emisión monetaria conduciría a un nuevo fenómeno hiperinflacionario. ¿Se hará de la necesidad virtud y vendrá un cambio de época?
Un dato: Javier Milei llega a la presidencia prometiendo déficit cero (requisito para bajar de la inflación) y dolarizar, consignas tan radicales que han despertado el interés mundial.
Fuente: Ámbito