El 30 de abril de 1962, en Buenos Aires (Argentina), el Gobierno de José María Guido (títere de los militares antiperonistas de entonces) y el ministro de Economía, Federico Pinedo (1895-1971), liberalizan el mercado cambiario.
El peso se devalúa un 64,5 %.
Corría el año 1962, cuando el gran Tato Bores dejaba en uno de sus clásicos monólogos una pintura de la realidad argentina que trascendería a lo largo del tiempo. Eran momentos turbulentos del país, como tantos otros que se sucedieron antes y después. José María Guido había asumido la Presidencia tras el derrocamiento de Arturo Frondizi y designó a Federico Pinedo, abuelo del actual senador de Cambiemos, para conducir el Ministerio de Economía.
Pinedo aplicó una devaluación de 64,5% al peso moneda nacional y renunció apenas 15 días después, cuando su lugar fue ocupado por Álvaro Alsogaray.
El monólogo que el comediante pronunció por entonces en canal 9 tuvo su versión aggiornada en 1990, cuando en ocasión de cumplir 30 años en la televisión, repasó con humor y cierta resignación lo ocurrido en ese período y las sucesivas depreciaciones que dejaron a la moneda argentina cada vez más lejos de la estadounidense.
«Treinta años bancándose 16 presidentes y 37 ministros de Economía diciendo esta es la crisis más grande que está sufriendo el país, hay que reducir el gasto público, hay que laburar más, hay que invertir en el país…», decía Tato para concluir, ocurrentemente, que un austral de aquel entonces equivalía a u$s 12 millones, sin la espiral devaluatoria.
Sus palabras suenan, año tras año, preocupantemente actuales. No solo por la incapacidad que la clase gobernante ha demostrado para acercar a la sociedad a un estado de, al menos, serenidad económica, sino por el hábito cultural de los propios argentinos que llevó al dólar a convertirse en un objeto del deseo para alcanzar esa meta. Y es que en una economía cuyo motor gira al ritmo del valor internacional de los commodities, en la que los precios corren tras la devaluación, las tarifas se dolarizan y hasta la compraventa de inmuebles se expresa, desde hace décadas, en la divisa estadounidense, ese billete representa un lugar de refugio al que la mayoría quiere llegar, para preservar el fruto de su esfuerzo y concretar el sueño de superación que impulsa a todo ser humano.
Ese comportamiento, exacerbado por quienes directamente piden adoptar al dólar como moneda propia, no solo derrumba la confianza en el peso, sino que genera una dependencia que alimenta el estrés social.
Cuando el sector público, las empresas y los particulares acceden a ellos, el clima mejora. Pero cuando escasean para atender los gastos presentes y futuros, la devaluación aflora, los proyectos se detienen y la tensión aumenta.
Sin embargo, los hábitos son difíciles de cambiar, sobre todo cuando la historia se repite, como explicaba Tato varias décadas atrás, en tiempos en que todavía la Argentina se reía de lo que aún hoy la hace sufrir.
Fuente: https://www.cronista.com/
(extraído del muro de Facebook Efemérides Políticas, Históricas, Sociales y Culturales)
Esta nota fue publicada por la revista La Ciudad el 30/4/2023