Por Prof. Angel Harman –
Parece una costumbre hacer reminiscencias cuando se acerca una fecha determinada. Pero no, lo hago porque creo oportuno recordar a las personas que sembraron algo para los demás.
Carlos Fernández Canavessi -‘el Bebe’- era un maestro con mayúsculas, que había sabido congeniar la enseñanza en el aula con la actividad gremial.
De joven fue maestro en el Chaco y allí conoció las incomodidades que implican el ejercicio del magisterio en zonas inhóspitas en donde las nostalgias punzan el alma.
Cuando lo conocimos, éramos casi adolescentes que todavía no pensábamos que un día habríamos de emprender un camino que nos llevaría por lugares parecidos. La circunstancia fue un acto de protesta contra la reforma que intentaba aplicar el ministro Malek.
La noche del acto, rodeados de un público reducido y con la presencia de un ‘Jeep’ de Gendarmería, sin contar con el recurso de un micrófono, hubo dos discursos frente a la puerta de la Escuela Normal “Mariano Moreno”. A Carlos Fernández le correspondió cerrar el acto con una encendida disertación -sin papeles- en la que expuso los inconvenientes de la reforma.
Años después anduvo en la integración de la seccional gremial Agmer a la Cetera y en tiempos de la dictadura cívico-militar fue castigado por ello con la cesantía.
Vivíamos en el Chaco, cuando por una carta que nos enviaba nuestro amigo Jorge, supimos de su deceso.
Hoy, cuando repaso quiénes han sido los referentes que tuve en el magisterio, me quedan dos nombres: Carlos Fernández Canavessi y Alfredo Bravo, “dos horcones entrerrianos” a quienes no lograron silenciar las amenazas del poder ni vendieron sus ideales por las tentaciones de un cargo.