Por Dr. Ricardo G. Rodríguez –
Un ministro de Trabajo de un gobierno nacional y popular, entre otras funciones debe respetar y velar por el cumplimiento de la Ley de Contrato de Trabajo y la de Asociaciones Sindicales de Trabajadores, las cuáles deben ser cumplidas en todas sus normas por empleadores y dirigentes gremiales. Los primeros, propensos al empleo en negro y a otras evasiones impositivas del rubro. Los segundos, si sus afiliados los dejan, a limitar la democracia interna para perpetuarse en sus lugares. En ambos casos, no conviene generalizar.
Un ministro de Trabajo de un gobierno antinacional y antipopular, en cambio, designa en el cargo a quién, en primer lugar, esté dispuesto a privilegiar los intereses de grandes capitalistas nacionales y extranjeros, vale decir a los empresarios, que son sin dudas la parte más poderosa de la relación laboral, a los banqueros y demás sectores minoritarios y privilegiados que tienen a uno de ellos en el gobierno, o sea a Macri.
De modo que Triaca no ha cometido ningún «error» como pretende justificar Marquitos Peña y con el toda la prensa adicta. Solamente se ha hecho público que el hijo de Jorge Triaca, resulta un hipócrita que tiene empleados en negro a quiénes destrata y desprecia; que es un evasor y un pequeño corrupto que utiliza su cargo para para colocar empleados parientes y amigos en el Estado y en una organización sindical que tiene intervenida y por lo cuál creería que tenía garantizada su impunidad, Con más otras maravillas que este buen muchacho habrá cometido y que pronto conoceremos. Una verdadera joyita del cambio.