Con la aparición de la pandemia del coronavirus (Covid-19), el mundo comenzó a encerrarse como medida de protección para la salud de los habitantes. Poco a poco los países se iban cerrando a medida que el SARS-CoV-2 seguía avanzando y las personas comenzaron a cambiar su estilo de vida.
Teletrabajo por el coronavirus
La nueva pandemia de Covid-19 consiguió que casi todo el mundo lleve todas sus actividades al interior de sus hogares. Desde hacer actividad física al lado de la cama, practicar con instrumentos musicales en los balcones, estudiar de forma digital, hasta trabajar en casa mientras se atienden las tareas del hogar.
Según destacó la economista e investigadora del Instituto del Mundo del Trabajo «Julio Godio», de la Universidad de Tres de Febrero (Untref), Sofía Scasserra, «el desafío del teletrabajo venía ganando adeptos y ya había muchas empresas, sobre todo las más modernas y tecnológicas, que ofrecían esa posibilidad a sus trabajadores».
A pesar de que existía un escaso porcentaje de personas en el mundo con esta modalidad, la pandemia logró que casi todos se encaminen a esta nueva «normalidad».
La vida laborla y la familia
«Lo cierto es que la fusión de la vida laboral en el espacio familiar fue una pesadilla: falta de infraestructura, de espacio, sin conexión buena a internet, con interrupciones casi constantes sobre todo para las familias con niños pequeños, fueron la realidad de millones de trabajadores alrededor del mundo», dijo Scasserra.
¿Cuánto de esto va a quedar post pandemia?
Lo único cierto que se conoce hasta el momento, es que el ahorro de costos sideral por parte de las empresas y la comodidad para muchos trabajadores hacen que el modelo de teletrabajo se imponga por sobre el tradicional.
Según una ncuesta de la Fundación Foro Sur indica que el 84% de las mujeres encuestadas prefieren teletrabajar en modalidad total o mixta por sobre la presencialidad total. Y 8 de cada 10 empresas continuarán con la modalidad según confirman estudios.
En Argentina la reciente ley de teletrabajo intenta dar un marco normativo que otorgue a los trabajadores infraestructura y derechos a fin de que la modalidad no devenga en situaciones de abuso que lleven a los trabajadores a poner recursos propios en pos de lograr espacios de trabajo aptos, según comentó la economista en un informe.
¿Y la salud mental?
La pandemia es invisible del síndrome de agotamiento crónico que estamos sufriendo a nivel global no se soluciona ni con infraestructura ni con mejor conexión. En Argentina el derecho a desconexión digital incorporado en la ley intenta dar una respuesta a esta realidad, comenzando a organizar las comunicaciones y separando y respetando los momentos del día para que exista descanso real.
«Si el teletrabajo llegó para quedarse, necesitamos como sociedad organizar no solo sus reglas de juego, sino sus momentos y modalidades de comunicación. No podemos permitir que una pandemia de agotamiento mental azote al mundo una vez que termine el Covid-19. Sobre todo porque es silenciosa y no existe vacuna para eso», resaltó Scasserra.
Fuente: baenegocios.com