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SEGURIDAD VIAL, CELULAR Y CONDUCCIÓN: INCOMPATIBLES

Ensayos realizados en CESVI demostraron que el 90% de los conductores que hablan mientras manejan no pueden realizar ambas tareas correctamente. Aunque el 54% de los argentinos cree que hablar por celular es la principal distracción al volante, siempre hay una excusa para atender.

Celular y conducción

Después de la televisión y la radio, pocos elementos se han introducido en el día a día de la vida de las personas con tanta profundidad como los celulares. Según estadísticas no oficiales, se estima que en la Argentina existe al menos un celular en cada familia, y el crecimiento no para. Hoy el paisaje urbano es absolutamente sorprendente y cualquier persona, ya sea peatón o conductor, no discrimina su uso, sin comprender el riesgo que esto conlleva en determinadas situaciones y, especialmente, en el tránsito.

Por esta razón, CESVI realizó un trabajo de investigación que consistió en convocar a un grupo de conductores para determinar cuál es el grado de influencia en la conducción que sufre una persona al someterse a una conversación por celular.

Prueba en pista

Sobre un circuito predefinido y delineado con conos dispuestos a una distancia tal que permitan realizar un slalom, se le exigía al conductor realizar marcha atrás las maniobras de slalom, teniendo en cuenta que los conos estaban ubicados con la suficiente holgura para que un conductor promedio pueda superar la prueba sin voltear ningún cono. La idea de realizar el circuito marcha atrás tuvo el objeto de que la maniobra requiera mayor atención, ya que es preciso utilizar los espejos y girar la cabeza. La prueba debía efectuarse dentro de un tiempo determinado para garantizar que el conductor no pudiera detenerse en ningún punto del circuito, la acción sobre el freno era libre.

Posteriormente, a cada conductor se le daba un celular (mitad con manos libres y a la otra mitad con el sistema convencional) y se le pedía que mantenga una conversación con una persona ubicada fuera del circuito mientras realizaba la misma prueba que había hecho anteriormente.

Cabe destacar que las preguntas eran sencillas y abordaban aspectos personales o temas generales que el conductor no podía dejar de conocer (como por ejemplo, ¿cuál es la mitad de un medio?).

Los resultados demostraron que el 90% de los participantes no pudo mantener su atención en la conducción mientras hablaba por celular. Del total de los errores, el 33% fue por derribar conos. En una situación real de tránsito esto implicaría golpear a otro auto, desviarse de la calzada, chocar contra el cordón o, más gravemente, contra un peatón. Luego, detectamos un 20% de respuestas equivocadas a preguntas elementales, despistes del circuito (8%), abandonos abruptos de la maniobra por no poder realizar las dos actividades de forma simultánea (12%) y hasta dudas en la prueba de slalom cuando el momento de la respuesta coincidía con un giro de la dirección (25%). (Ver recuadro de errores más frecuentes).

Por último, en la evaluación sobre el uso del manos libres, advertimos que la diferencia respecto del grupo que utilizaba el sistema convencional fue que pudieron realizar mejores maniobras para desplazarse en la pista, ya que contaban con las dos manos sobre el volante.

Llamadas peligrosas

En nuestras investigaciones de accidentes es cada vez más frecuente la participación del celular. Si bien demostrarlo es una tarea muy compleja, por lo menos en un 2% de los accidentes graves se ha demostrado su uso. En uno muy grave ocurrido el año pasado en la provincia de Córdoba, donde un Ford Ka chocó frontalmente contra un camión, se pudo determinar que la última llamada realizada por el conductor coincidía con el momento del accidente.

La conducción es una actividad psico-motriz tal como caminar o hablar. Ante una determinada circunstancia, una persona podrá hacer varias tareas a la vez o de a una, de acuerdo a la rapidez de respuesta que se exija en cada momento. Por ejemplo, ante un determinado riesgo un conductor podrá frenar, esquivar y volver a acelerar para recuperar la trayectoria habitual de su vehículo, tareas que por ser procesos pre-entendidos se incorporan de una forma automática. Pero, si este mismo riesgo se presenta con muy pocos segundos de antelación, la información a los pies y a las manos deberá fluir más rápidamente y la atención se verá absorbida por este evento para poder resolverlo.

Básicamente existen dos sistemas de telefonía celular: el sistema convencional fonoaudible y el sistema manos libres y las distintas versiones que existen a partir de él. El sistema convencional presenta dos tipos de distracciones para el conductor bien diferentes. Por un lado, la mecánica vinculada al hecho de recibir la llamada; esto es, identificar el llamado y llevar el aparato al oído.

Esta acción demanda una atención de aproximadamente 4 segundos y durante este tiempo el conductor sólo estará mirando el celular y ya no tendrá las dos manos sobre el volante. Así, circulando a 60 km/h, el vehículo habrá recorrido más de 60 metros sin prestarle atención a ningún aspecto referido a la conducción.

La otra distracción es común a los dos sistemas y se vincula con una distracción psicológica generada por el otro interlocutor que no está viviendo la situación de tránsito y que requiere una respuesta lógica a una determinada pregunta.

Del ensayo realizado en CESVI se desprende la influencia que tiene el celular sobre el comportamiento de una persona mientras conduce. Obviamente en una prueba de estudio el conductor podía elegir entre prestarle atención al circuito o atender el celular, pero en el tránsito esta elección no existe: el interlocutor exigirá una respuesta lógica y coherente a lo que nos está preguntando, por lo que inevitablemente el conductor prestará menos atención a la ruta y el entorno.

RIESGOS PARECIDOS

Muchos comparan el uso del celular con otras acciones como hablar con el acompañante, escuchar la radio o encender un cigarrillo argumentando que establecen un mismo nivel de distracción. Pero son muy diferentes. La persona acompañante que nos está hablando vive la misma situación de tránsito que el conductor y, en consecuencia, es común que el diálogo se interrumpa en el momento en que el conductor inicia una maniobra que implique algún riesgo.

Algo parecido ocurre con la radio. Muchas veces el conductor baja instintivamente el volumen cuando necesita mayor concentración.

Sin embargo, encender un cigarrillo entraña un riesgo importante, ya que el conductor tiene que buscar el encendedor en el vehículo y prender el cigarrillo.

También, muchos accidentes están vinculados a que instantes antes al conductor se le cae ceniza sobre el pantalón. Y algo parecido ocurre con el mate, donde la caída de la yerba o del agua caliente provoca una maniobra descontrolada.

(fuente: crashtest-revista@cesvi.com.ar)

Nota publicada por revista La Ciudad el 9/9/2018

 

 

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