El 1° de noviembre de 1849, un incendio destruyó por completo la iglesia parroquial. El párroco José Benito Cotelo, profundamente afectado, escribió al gobernador Justo José de Urquiza para informarle la magnitud de las pérdidas: cálices de plata, imágenes, ornamentos, muebles y documentos fueron consumidos por el fuego.
Ante la urgencia, Urquiza ordenó ceder parte del edificio donde comenzaba a construirse el Colegio del Uruguay para instalar allí una iglesia provisoria.
El padre Cotelo organizó el culto en uno de los salones de más de 50 varas de largo, acondicionado con altares, imágenes, un púlpito, un sagrario y todos los elementos litúrgicos necesarios. Muchos de estos fueron adquiridos por colecta popular, donaciones de vecinos y regalos del propio Urquiza.
Entre 1850 y 1859, el Colegio Histórico fue también sede espiritual de la ciudad. Esta iglesia provisoria no fue una instalación precaria: fue una verdadera parroquia formalmente establecida dentro del colegio.
En el marco de la Semana Santa, recordamos este hecho histórico que une la historia educativa, política y religiosa de nuestra ciudad.
[En la publicación se observa un antiguo plano del primitivo instituto. En la referencia W se describe: Cuartos ocupados por el Cura de la Parroquia]
(Fuente: archivo histórico del Colegio del Uruguay)