Nicolita (Conrado Rodríguez), a 31 años de su fallecimiento No había mejor día para morir, que un 21 de setiembre, Día de la Primavera, para quien vivió libre como un pájaro.
Nicolita, recorrió las calles de Concepción del Uruguay, por más de cincuenta años y siempre con su andar lento, tal vez porque no tenía apuro, ya que nadie lo esperaba.
Era Hijo de don Nicolás Rodríguez, (de ahí su apodo Nicolita) y Petrona Da Silva. Era una familia uruguaya, el nació en Paysandú.
Su padre cuidaba los yates de la Barraca Americana. Nicolita, trabajaba en la Shell, muy buen trabajador y muy honesto. Su trabajo consistía en arreglar los surtidores y también manejaba el camión que repartía en combustible en el departamento Uruguay.
Un día hubo un reajuste en la empresa y a Nicolita le ofrecen el traslado a otra ciudad o indemnización.
Nicolita, mal asesorado por un compañero que quería quedarse con su trabajo, aceptó la indemnización. Era mucho dinero, mil pesos cuando un terreno costaba trescientos.
Al quedarse sin dinero comienza su caminar por la ciudad.
Nadie sabe porque, hay muchas versiones, que fue por un amor no correspondido, por vergüenza al quedar sin trabajo ni plata, que le pegaron y quedó mal, por la muestre de su madre, etc.
No sabremos que le paso realmente. Todas las tardes se acercaba al muelle que tiene Arenera Don Antonio. Y en ese lugar tiraba al agua, ropa o comida que le daban y alguna vez una flor.
Ese lugar fue el elegido por su padre para suicidarse y él decía: “Mi padre también se tiene que vestir y comer”. ¿Dónde dormía?, Donde lo agarraba la noche, en la plaza, en La Salamanca, en alguna cueva. Dormía en la policía y muchas veces fue llevado al hospital. Fue un personaje inolvidable, pero también fue un hombre muy honesto en toda su vida.
En sus años de recorridas por la ciudad, solo cosecho cariño y afecto, y quién sabe, tal vez la envidia y admiración de más de uno que lo veía libre, pobre, pero feliz.
A los 78 años un 21 de setiembre de 1992, muere en C. del Uruguay. Su tumba se encuentra en nuestro cementerio junto con otro personaje entrañable, el “Gaucho Matraca”.
Fuente: Puchulu, Luis Juan, Revista Juntos.
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