Por María Cecilia Negri (*) –
Micaela apareció muerta y a todos nos deja una sensación de tristeza, de impunidad y de bronca muy honda.
Sin embargo, me parece que es un buen momento para reflexionar sobre varios aspectos, así en caliente.
Micaela podría ser yo y podría ser cualquiera de nosotras que volvemos de noche, caminando solas por la calle, sin un “hombre” que nos proteja, de otros “hombres”, por supuesto y nos lleve sanas y salvas a nuestra casa, justo esa noche le toco a ella estar parada sola en esa cuadra maldita que le hizo vivir la peor pesadilla que siempre, todas desde chicas, nos imaginamos que nos puede pasar, porque para nosotras es una realidad factible.
Dicho esto, y con toda la indignación que tengo en este momento, me parece que es importante dilucidar ciertas cuestiones.
Muchas veces el sentido común y la bronca nos hacen olvidarnos que vivimos en un Estado Democrático de Derecho y que las leyes y la justicia existen para todxs, para el/la asesinx y para el/la ciudadanx ejemplar. Son, si se quiere “normas de convivencia y seguridad” que nos garantizan que no nos pueden condenar por un delito sin pruebas, que no podemos ser juzgados por una conducta sin que haya una ley que la prohíba, que la policía no puede entrar sin orden judicial a nuestra casa y podría seguir; si nosotrxs queremos que a Wagner no se le apliquen estas garantías, tengamos en cuenta que, si dejaran de existir para unx, dejarían de existir para todxs.
¿Porque hago esta reflexión? Porque desde que se dio a conocer la noticia de la aparición sin vida del cuerpo de Micaela, aparece otra vez la discusión sobre la pena de muerte y la justificación de esta. No voy a explayarme sobre esa cuestión porque me parece que darle entidad a la discusión es legitimarla y bajo ningún aspecto podemos ni siquiera considerar el hecho de tener un debate público sobre esta cuestión.
Al contrario, la pena de muerte convierte a la sociedad y a sus ejecutores en asesinos, lisa y llanamente en asesinos. ¿Por qué? Porque el sistema de justicia puede fallar, claramente puede fallar, porque como vemos en este caso, los jueces y juezas (que serían los verdugos) son seres humanos, mortales, que se equivocan y las reglas del juego son leyes, que no pueden modificarse para el caso concreto, por lo menos no en derecho penal. ¿Qué quiero decir con esto? Que el Juez de Ejecución Penal, actuó bajo los parámetros de la ley, porque la libertad condicional de Wagner estaba amparada por la norma.
Lo que me interesa destacar, es que la muerte de Micaela nos tiene que servir para algo y no para indignarnos y convertirnos en militantes de la pena de muerte, nos tiene que hacer reflexionar sobre cuáles son las condiciones en que están los detenidos y las detenidas alojadxs en los penales, si la persona cometió un delito de odio sexista o una violación, no podríamos pensar en educación con perspectiva de género, no podríamos pensar en trabajo social para la prevención y sanción de la violencia contra las mujeres, ¿hacemos realmente todo lo necesario para que cuando estas personas retomen las libertad, el Estado les haya dado las herramientas para que no vuelvan a matar a otra mujer?
Y este no es un tema menor, porque miles de personas adquieren la libertad condicional y no todos reinciden, algunos si, otros no, lamentablemente el futurismo es imposible para lxs abogados y bajo ningún punto de vista el problema aquí radica en agravar los porcentajes para obtenerla, el agravamiento de los delitos no sirve como prevención, el derecho penal no está diseñado para eso, el derecho penal actúa cuando todos los demás filtros del Estado fallaron.
Para terminar, habrá que analizar si en este caso concreto el Juez considero otras variantes, no solo el cumplimiento de la pena, que lo hicieron considerar que esta persona estaba realmente en condiciones de valerse por sí mismo en sociedad y que no cometería otro delito, habrá que analizar si el juez hizo su trabajo minuciosamente y estudio el caso, y considero que Wagner cumplía con los requisitos que impone la ley.
Y si el juez realmente estaba convencido de que Wagner debía recuperar su libertad, situación que creo bastante inverosímil, volvemos a la misma reflexión del principio, los jueces son humanos, se equivocan y sus equivocaciones son tan graves que tenemos a Micaela muerta por culpa de esa equivocación y el sistema penitenciario falla, falla cuando alguien que estuvo en la cárcel (que casualmente el artículo 18 de nuestra Constitución OBLIGA a que están sean para la re sociabilización y no para el castigo ) retoma la libertad y nos sigue matando.
(*) María Cecilia Negri es abogada